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Ecosistemas insulares y costeros del Golfo de Chiriquí octubre 1, 2008

Posted by BPP in Biodiversidad, Ecosistemas, Golfo de Chiriquí, Historia natural, Ordenamiento territorial.
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Fuente digital en internet: Biota Panama: http://biota.wordpress.com/2008/09/28/estado-de-conservacion-de-los-ecosistemas-insulares-y-costeros-del-golfo-de-chiriqui/

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El área del Golfo de Chiriquí comprende la zona costera, insular y marina del Pacífico occidental de Panamá. Comprende toda la costa del Pacífico de la Provincia de Chiriquí y Veraguas.

Juan Maté, STRI.

Golfo de Chiriquí en el extremo suroccidental del istmo de Panamá. Obsérvese la profundidad del mar en la Península de Burica con las aguas de color turquesa. Fuente de la imagen: Juan Maté, STRI. Cliquee la imagen para agrandarla.

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COMUNIDADES NATURALES Y ESPECIES REPRESENTATIVAS DE LA BIODIVERSIDAD DEL ÁREA

COBERTURA VEGETAL Y USO DEL SUELO

Por: Alicia Ibañez /The Nature Conservancy

1. Bosques húmedos y muy húmedos de tierras bajas

Se incluyen bajo esta denominación las categorías de bosque siempreverde latifoliado de tierras bajas, según el mapa de vegetación de Panamá (ANAM y CBMAP, 2000) y los bosques húmedo tropical, muy húmedo tropical y muy húmedo premontano, de acuerdo a la clasificación de Holdridge (HoldridgeyBudowski, 1959).

Con base en los altos valores de precipitación que recibe la región del Golfo de Chiriquí, el tipo de vegetación natural que le correspondería es un bosque húmedo o muy húmedo de tierras bajas. Sin embargo, hoy en día, en roda la región, con excepción de la isla de Coiba, estos bosques persisten en remanentes aislados y en muchos de los casos se encuentran muy perturbados.

Estudios florísticos y de caracterización de estos bosques son escasos en todo el territorio panameño, a excepción del área del Canal de Panamá. Para la región del Golfo de Chiriquí se cuenta únicamente con estudios de descripción cuantitativa del bosque mediante parcelas en la isla de Coiba ( Ibañez, 2001; Pérez et. al., 1996), en la isla Bolaños en Paridas (Cáceres, I J02) y en la región de Bahía Honda, en el sur de Soná (Ibáñez, 2005). El único estudio publicado sobre los bosques de Azuero es un antiguo inventario de reconocimiento forestal Centre Técnico Forestal Tropical, 1972).

Como ha sido descrito en numerosas ocasiones, los bosques tropicales de tierras bajas se caracterizan por una alta diversidad florística y a pesar de su aparente homogeneidad, presentan una gran variación en su composición de especies de árboles entre unos lugares y otros, sean estos lejanos o cercanos entre si, la llamada diversidad 0 (Condit et. al., 1992; Ruokolainen et. al., 1994). Estos bosques húmedos o muy húmedos son mayormente siempreverdes, aunque algunas especies pueden perder las hojas en la época seca. Presentan un dosel continuo y denso de una altura media de 2030 metros, y árboles emergentes de 4050 metros.

A pesar de las señaladas diferencias florísticas a escalas locales, se puede decir que hay un conjunto de especies de árboles características de la región Pacifica del oeste de Panamá. Algunas de las mas representativas son el maría (Calophyllum longifolium, Clusiaceae), nispero (Manilkara staminodella, Sapotaceae), aunque esta especie ha sido talada en casi todo el terri­torio; espave (Anacardium excelsum, Anacardiaceae), amarillo (Buchenavia tetraphylla, Combretaceae), tangare (Carapa guianensis, Meliaceae), yaya (Oxandra venezuelana, Annonaceae) y Erblichia odorata (Turneraceae), entre otras. En la franja costera del sur de Azuero aparece en su limite occidental de distribución el cuipo (Cavanillesia platanifolia, Bombacaceae), que da lugar a un bosque fisonómicamente muy característico de esta región, similar al de Darién. Estos bosques húmedos del sur de Azuero fueron descritos como bosques heterogéneos de cuipo por el Centro Técnico Forestal Tropical (1972).

La condición insular influye de forma fundamental en la diversidad y composición florística de estos bosques. La diversidad es considerablemente menor en islas continentales debido a los procesos de extinción de especies ocurridos después de su aislamiento del continente (MacArthur y Wilson, 1967). Otros fenómenos relativamente complejos de reestructuración de las especies hacen que la composición florística y abundancia relativa de estas sea diferente a la de los bosques continentales (Hubbell, 2001; Ibañez, 2001; Asquith, 1998). Los bosques húmedos insulares son considerados como objetos de conservación separados en el apartado siguiente.

Los bosques húmedos de la península de Burica son probablemente los mas amenazados, quedando en la actualidad solo unos pocos fragmentos de diferentes tamaños, reciente mente descritos por Angehr (2003). En la parte norte, en las cabeceras de los ríos San Bartolo y Palo Blanco, se encuentra el parche de Chorogo, el área mas grande de bosque intacto de toda la península en territorio panameño (mapa 1). Este parche colinda, a su vez, con un gran bloque de bosque de la Reserva Indígena Conte Burica Guaymí, en Costa Rica. En el sur de la península, existen varios remanentes aislados en las cabecera; de las quebradas y en Charco Azul (Angehr com. per; Rodríguez, com. per.).

En la región de los alrededores de David una de las pocas manchas de bosque húmedo; es la situada en el cerro Batipa, 25 km al este de David y 6 km al sur de la carretera Panamericana, en una península rodeada casi completamente por manglares, al oeste del estuario de Horconcitos en la Bahía de Muertos (Angehr, 2003; Samudio, com. per.). Otros fragmentos importantes son los de las islas Sevilla, Chalapa, Boquita de Muerto y Boca Brava, además de los remanentes de la galera de Chorcha y el cerro Barro Blanco (Valdespino y Santamaría, 1999). También persisten algunos fragmentos en las islas Parida, Bolaños, Paridita y otras mas pequeñas en el archipiélago de las Paridas (Cáceres, 2002; Ibañez, 2003). En la imagen de la figura 2 se pueden observar en color rojo los reductos boscosos de esta región chiricana, junto con las plantaciones forestales y bananeras.

En la región suroccidental de la península de Soná se encuentran los únicos fragmentos de bosques húmedos y muy húmedos de tierras bajas del Pacifico de toda la provincia de Veraguas, al oeste de Azuero. Estos han sido recientemente objeto de un estudio de biodiversidad (Castroviejo y Ibañez, 2005). En la figura 3 se puede observar su reducida extensión, en contraste con las grandes áreas boscosas de la isla de Coiba y el sur de Azuero.

En el suroeste de la península de Azuero, en su mayor parte dentro del Parque Nacional Cerro Hoya, persiste una importante extensión de bosque húmedo de tierras bajas, aunque se encuentra muy alterado debido a las actividades humanas (Sosa de Guerra y Deago, 1999; Carrasquilla, 1998). En la zona montañosa paralela al Golfo de Montijo, parecen existir todavía manchas considerables de bosques (mapa 2), sobre todo en el nuevo distrito de Mariato, aunque no se encontraron referencias o estudios sobre los mismos.

Una mancha de bosque húmedo de tierras bajas de tamaño considerable aparece en el suroeste de la isla de Cébaco, en el Golfo de Montijo (mapa 2). Este tipo de vegetación ha sido citado en esta región en la isla Leones, aunque solo persiste en situaciones riparias y esta muy modificado por actividades humanas (Ponce y Fuenmayor, 2001).

Por ultimo, los bosques húmedos y muy húmedos de la isla de Coiba son sin duda los mas extensos y mejor conservados de toda la región, al igual que los que cubren la mayoría de las islas que hoy día forman parte del Parque Nacional Coiba (figura 3, mapa 2).

2. Bosques semideciduos y deciduos

Este apartado incluye el bosque tropical semideciduo latifoliado de tierras bajas, según las categorías descritas en el mapa de vegetación de Panamá (ANAM y CBMAP, 2000).

Este es un tipo de bosque mas seco que el anterior y se caracteriza porque gran parte de las especies arbóreas pierden las hojas durante la estación seca. De acuerdo con Valdespino y Santamaría (1999), se denominaría semideciduo si entre el 3070% de los árboles pierden sus hojas en la época seca, y deciduo en casos de mas del 70%.

Este tipo de vegetación aparece en el área de estudio, no por razones climáticas (baja precipitación), sino en condiciones edáficas particulares, como situaciones de elevada pendiente del terreno con poca acumulación de tierra y en sitios muy pedregosos. La escasa retención de agua de estos suelos y la falta de precipitaciones en la época seca suponen la dominancia de especies adaptadas a este tipo de ambiente. A su vez, la degradación de los suelos por la deforestación y quemas a las que han sido sometidos muchos de los territorios, suponen la colonización de estos por especies capaces de vivir en condiciones extremas, de ahf el origen antrópico de muchas de estas formaciones.

Los bosques semideciduos y deciduos presentan una gran variabilidad en cuanto a estructura, dependiendo de las condiciones ambientales mas o menos extremas en que se presenten y pueden ser de hasta 30 metros con emergentes de 40 metros, como en cerro Batipa (Valdespino y Santamaría, 1999), o formaciones arbustivas de pocos metros, como en el borde costero de islas o islotes (Ibañez y Castroviejo, 2005). En general, en el área de estudio aparecen dominantes especies como el almacigo (Bursera simaruba, Burseraceae), caracucha (Plumería rubra, Apocynaceae), roble (Tabebuia rosea, Bignoniaceae), cedro espino (Pachira quinata, Bombacaceae), yuco (Pachira sessilis, Bombacaceae) y barrigón (Pseudobombax septenatum, Bombacaceae), entre otras. Algunas de estas especies poseen un alto valor maderable, como el cedro espino o el roble, por lo que muchas de estas áreas están muy amenazadas.

Estos bosques se encuentran en cimas y faldas de cerros, en áreas rocosas sobre todo del borde costero de la región de tierra firme y en muchas de las islas del Golfo de Chiriquí. Los mejores ejemplos aparecen en las laderas del cerro Batipa, en la galera de Chorcha y en el cerro Barro Blanco, con un parche bastante maduro y poco alterado (Valdespino y Santamaría, 1999; Samudio, com. per.) y en el resto de la región donde quiera que se den las condiciones descritas anteriormente. Han sido descritos en la región sur de Soná (Ibañez y Castroviejo, 2005), en el oeste de la isla de Coiba (Ibañez, 2001) y en el Parque Nacional Cerro Hoya (Carrasquilla, 1998).

Al igual que en el caso de los bosques húmedos, existen diferencias notables entre los bosques de tierra firme y los de islas, atribuibles al empobrecimiento característico de los ecosistemas insulares (Valdespino y Santamaría, 1999).

Este tipo de vegetación no ha sido representado en los mapas que acompañan este informe debido, en primer lugar, a que aparece en general en pequeños parches por toda la región de estudio, ahí donde se dan las condiciones edáficas adecuadas, y en segundo lugar, a que no son discernibles en las imágenes de satélite estudiadas. Se necesitan estudios de campo a escalas locales para delimitar geográficamente estos bosques.

3. Bosques submontanos y montanos

Esta designación corresponde a los bosques tropicales siempreverdes latifoliados submon tano y montano inferior, según el mapa de vegetación de Panamá (ANAM y CBMAP, 2000) y los bosques pluvial premontano y pluvial montano, de la clasificación de Holdridge (Holdridge y Budowski, 1959).

Estos 2 tipos de bosques aparecen, dentro del área de estudio, en la península de Azuero y han sido descritos en el área de cerro Hoya. y en menor medida en la Reserva Forestal El Montuoso. Los bosques submontanos se dan a partir de los 400 hasta alrededor de los l,400 metros en cerro Hoya, y a partir de los 700 metros en El Montuoso. Los bosques montanos aparecen a partir de los 1,300 metros, en las cumbres mas altas de la cordillera, y están casi permanentemente cubiertos de nubes (mapa 2). En ambos casos son bosques con mucha menor diversidad arbórea que los de tierras mas bajas, sin embargo, hay en ellos gran cantidad de especies poco frecuentes e importantes desde el punto de vista de la conservación.

En los bosques submontanos (pluvial premontano) de cerro Hoya aparece como especie dominante formando el dosel Oreomunnea mexicana (Juglandaceae), que alcanza unos 25 metros de altura (Sosa de GuerrayDeago, 1999). Otras especies características de estas formaciones son Quercus lancifolia (Fagaceae), Eschweilera pittieri (Lecythidaceae) y Pterigota excelsa (Sterculiaceae).

Recientemente, se ha realizado una descripción de estos bosques en la Reserva Forestal El Montuoso (Garibaldi et. al., 2003), donde dominan las especies Podocarpus guatemalensis (Podocarpaceae), Quercus lancifolia (Fagaceae) y Calophyllum brasiliense (Clusiaceae).

El bosque montano (pluvial montano bajo) esta dominado por las mismas especies que el anterior, pero es de menor estatura y se caracteriza por la gran abundancia de epifitas, helechos y briofitos (Sosa de Guerra y Deago, 1999; Correa y Ruiz, 1998; Salazar Allen, 1998).

4. Bosques inundables

Los bosques inundables están formados, en general, por una sola especie de árbol, aunque en algunos casos varias especies comparten la dominancia. Aparecen en áreas que sufren inundaciones temporales, tanto por aguas dulces como marinas. De acuerdo con la especie dominante reciben diferentes denominaciones locales, como cativales, sangrillales o alcornocales. En los casos en los que no es clara la dominancia se describen como bosques inundables mixtos. Poseen una estructura y composición variables según las especies presentes, lo que a su vez depende de la duración y magnitud de las inundaciones, aporte fluvial de sedimentos y nutrientes, influencia de la marea, salinidad de las aguas y suelos donde crecen. Todos ellos, excepto los manglares, han sido representados como bosques inundables en los mapas 1 y 2.

a. Cativales

En el área de estudio los cativales se corresponden con el llamado bosque tropical siempreverde latifoliado aluvial, según el mapa de vegetación de Panamá (ANAM y CBMAP, 2000).

Es un tipo de bosque que aparece en zonas lianas que se encharcan con agua dulce durante la estación lluviosa (mayo-diciembre). Son bosques formados en general y casi exclusivamente por una especie de leguminosa (Fabaceae), el cativo (Prioria copaifera), árbol que puede llegar a los 50 metros de altura. Este es un ecosistema único, muy amenazado en el resto de Panamá, cuya presencia ha sido registrada solo en las provincias de Darién y Bocas del Toro. Los cativales de mayor extensión en el área de estudio se encuentran en la isla de Coiba, sobre todo hacia el sur, donde el cativo es codominante con el nazareno (Peltogyne purpurea), árbol de la misma familia. Ambas especies forman el dosel del bosque a una altura de 4050 metros (Ibañez, 2001).

Se conoce otro catival de pequeña extensión en los alrededores de rio Luis, en el área de Salmonete (Bahía Honda), que en enero de 2002 estaba muy perturbado (Ibañez y Castroviejo, 2005).

b. Sangrillales

Son formaciones prácticamente monoespecíficas de sangrillo (Pterocarpus officinalis, Fabaceae), que puede llegar a 30 metros de altura. Estos son bosques típicos de áreas periódicamente inundadas por aguas dulces o salobres y suelen aparecer en zonas interiores de manglares, a orillas de ríos próximos a su desembocadura. Asociadas al sangrillo crecen otras especies tambien adaptadas a estos ambientes de inundación temporal, como cativo (Prioria copaifera, Fabaceae) y alcornoque (Mora oleifera, Fabaceae).

Uno de los sangrillales mas importantes en la zona es el situado a orillas del rio Limon en Bahía Honda (Ibañez y Castroviejo, 2005.

c. Alcornocales

Son formaciones monotípicas de alcornoque (Mora oleifera, Fabaceae), árbol de gran porte, con cerca de 30 metros de altura y notables contrafuertes, que ocupan zonas de transición entre manglares o vegetación costera y bosques. Estas comunidades sufren cierto grado de encharcamiento diario, debido a la acción de las mareas, aunque en menor medida que los manglares.

Aparecen bien representados en la isla de Coiba (Velayos et. al., 1997) y en el borde de los manglares al sur de David (Valdespino y Santamaria, 1999).

d. Bosques de Anón de Puerco

Son bosques inundables que aparecen en el Refugio de Vida Silvestre La Barqueta y estan formados principalmente por el anón de puerco (Annona glabra, Annonaceae), especie que forma un dosel de apenas 10 metros de altura (Gome: V., 2002; Ponce, 2001). Otras especies típicas de esta asociación son la palma aceitera (Elaeis oleifera) y la gramínea Gynerium sagittatum.

e. Bosques inundables mixtos

Corresponden a bosques inundables formados por varias especies que comparten el dosel y aparecen en el área del Golfo de Montijo (Ponce y Fuenmayor, 2001). Para esta región han sido descritas 3 asociaciones diferentes, como los bosques de cativo, alcornoque y sangrillo (Prioria copaifera, Mora oleifera, Pterocarpus officinalis), los de alcornoque y zapote longo (Mora oleifera, Pachira aquatica) y los de mangle pinuelo y sangrillo (Pelliciera rhizophorae, Pterocarpus officinalis).

En los 3 casos son bosques de una altura de 30 metros que aparecen sobre todo en la parte alta del estuario del río San Pablo y mucho menos desarrollados en los ríos de Jesús, San Pedro y Gate (Ponce y Fuenmayor, 2001).

f. Manglares

Son formaciones leñosas mas o menos extensas que ocupan la desembocadura y estuarios de los grandes ríos de la región y que se caracterizan por estar sometidos a inundaciones por aguas salobres con una periodicidad diaria, de acuerdo con las mareas. Estos ríos vierten al mar grandes cantidades de sedimentos que se depositan cerca de su desembocadura, formándose extensas áreas estuarinas. Han sido considerados como ecosistemas de gran productividad y riqueza, a la vez que son extremadamente delicados. Las grandes mareas que caracterizan a la región Pacifica no permiten, dado el largo periodo de exposición, el asentamiento de comunidades complejas sobre las raíces aéreas, como sucede en los manglares del Caribe (San Martin et. al., 1997).

Predominan los manglares de mangle rojo (Rhizophora sp., Rhizophoraceae), que se presentan en formaciones de diferentes alturas (desde 2 hasta 30 metros), de acuerdo con su ubicación, aporte de agua dulce y sedimentos. Han sido citadas 2 especies, R. mangle y R. racemosa, aunque se precisan estudios detallados para delimitar las formaciones de cada una de ellas. Estas especies forman generalmente la franja arbórea mas avanzada frente al agua, mientras que en otras localizaciones son frecuentes otros mangles como mangle piñuelo (Pelliciera rhizophorae, Pellicieraceae), mangle negro (Avicennia germinans, Verbenaceae), mangle salado (Avicennia bicolor) y mangle bianco (Laguncularia racemosa, Combretaceae). Especies comunmente asociadas a los mangles son mangle boton (Conocarpus erectus, Combretaceae), Rhabdadenia biflora (Apocynaceae) y Muellera moniliformis (Fabaceae).

En el área de estudio hay grandes extensiones de estos bosques (mapas 1 y 2). Uno de los mas importantes de la región se encuentra a unos 4 km al sur de la ciudad de David, extendiéndose por un área de 20 x 45 km entre las poblaciones de Guarumal y Horconcitos. Ocupan las ensenadas y canales asociados desde Boca de San Pedro y el estuario de Pedregal al oeste, hasta el área de Bahía de Muertos al este, e incluyen las islas de Sevilla, Sabino, Chalapa, Sabaneta, Boquita, Los Higueros, Mono y Muerto (Angehr, 2003). Numerosos estudios sobre estos ecosistemas en la región chiricana fueron realizados por el Proyecto Manglares (INRENAREOIMT, 1997), aunque apenas hay una descripción detallada de los mismos. A los manglares de David les siguen en tamaño los humedales del Golfo de Montijo, que aparecen en la desembocadura de los ríos San Pablo, San Pedro, Ponuga, Suay, Tebario y Angulo, y los estuarios del Cate, San Andrés, Canazas y Boca de Trinidad. Hay también varias islas cubiertas de manglares, como isla Verde (Angehr, 2003). Recientemente, ha sido elaborado un informe sobre los manglares del Golfo de Montijo que incluye una descripción. detallada de estas formaciones (Ponce y Fuenmayor, 2001). Estos son unos de los manglares mas extensos y mejor desarrollados del país debido a la elevada precipitación y alta escorrentía superficial de la zona.

Otras extensiones de manglares, de menor pero todavía de considerable superficie en Chiriquí son, de oeste a este, los de San Lorenzo, Las Lajas y los de Remedios, Quebrada de Piedra. En Veraguas, los de Puerto Vidal, La Corocita y de mucha menor extensión en Pixvae, Salmonete y Managua en Soná, y los del río Quebro al sur de la península de Azuero.

En la isla de Coiba aparecen también algunas manchas importantes de manglares, sobre todo de mangle rojo (Rhizophora mangle) en la desembocadura de los ríos San Juan, Boca Grande, Barco Quebrado y Joro. Un manglar de gran interés, aunque de pequeña extensión es el de Santa Cruz, dominado por la especie mangle pinuelo (Pelliciera rhizophorae).

5. Vegetación de playa

Son formaciones vegetales de poca altura que crecen sobre suelos generalmente arenosos típicas de la primera línea de playas, donde aparecen especies de árboles y arbustos características de estos hábitat, que en la región de estudio son el majaguillo, Talipariti tiliaceus, nombre actualmente aceptado del conocido Hibiscus pernambucensis, (Malvaceae), almendro (Terminalia catappa, Combretaceae), palma de coco (Cocos nucifera, Arecaceae), yuco (Pachira sessilis, Bombacaceae), cedro espino (Pachira quinata, Bombacaceae), calabazuelo (Amphitecna latifolia, Bignoniaceae), Ximenia americana (Olacaceae), manzanillo (Hippomane mancinella, Euphorbiaceae), Dalbergia brownei (Fabaceae), icaco (Chrysobalanus icaco, Chrysobalanaceae) y mangle botón (Conocarpus erectus, Combretaceae), entre otras. En el área de estudio se puede encontrar esta vegetación en todas las playas, tanto arenosas como pedregosas.

Han sido citadas otras variantes de vegetación costera sobre suelos marinos muy recientes, que se presentan en forma de arbustales o herbazales dominados por diferentes especies de arbustos o herbáceas, como icaco (Chrysobalanus icaco, Chrysobalanaceae) o el zacate (Uniola pittieri, Poaceae), sobre todo en el área del Refugio de Vida Silvestre La Barqueta (ANAMyCBMAP, 2000; Ponce, 2001).

6. Vegetación de lagunas costeras

Este tipo de vegetación se presenta normalmente en áreas anegadas contiguas a playas, donde se forman herbazales cuyas especies dominantes son, sobre todo Typha dominguensis (Typhaceae) y Gynerium sagittatum (Poaceae) (Valdespino y Santamaría, 1999). Aparecen también otras herbáceas como Thalia geniculata (Marantaceae), además de especies típicas de zonas anegadas, como miembros de las familias Alismataceae, Butomaceae y Onagraceae, entre otras (Ponce, 2001; Reyes, 2001). Estos herba­zales están bien representados en el Refugio de Vida Silvestre La Barqueta, aunque es posible que aparezcan en numerosas localidades con las características ecológicas adecuadas.

7. Bosques secundarios

Los bosques secundarios pueden originarse por una recuperación parcial de áreas antiguamente desmontadas que han superado la fase de rastrojo y ya han desarrollado una cobertura boscosa, o bien por una degradación de bosques maduros que han sufrido algiin tipo de alteración humana y se encuentran en proceso de recuperación. Normalmente, al cabo de unos 1520 anos de abandono de un área abierta dedicada a la ganadería o agricultura, se desarrolla un bosque secundario incipiente, de una altura de 510 metros, con especies de árboles pioneras características y dominantes, que en esta región son el balso (Ochroma pyramidale, Bombacaceae), guarumo (Cecropia spp., Cecropiaceae), pavano (Schefflera morototoni, Araliaceae), jobo (Spondias mombin, Anacardiaceae) y cortezo (Apeiba tibourbou, Tiliaceae), entre otras. Otro tipo de bosques secundarios aparecen cuando son extraídas las especies maderables y los numerosos claros creados por la tala son reemplazados por especies de crecimiento secundario. Los bosques secundarios de alrededor de 50 anos tienen normalmente estructura de bosques maduros, con un dosel que alcanza entre los 2030 metros y árboles de gran diámetro.

En el área de estudio los bosques secunda­rios son muy abundantes y están muy amenazados por la tala para su conversión en potreros. Son de gran importancia como refugio de especies de flora y fauna, y pueden actuar como corredores biológicos entre formaciones boscosas mas maduras.

8. Rastrojos

Este tipo de vegetación es junto con los potre­ros y tierras cultivadas la principal cobertura vegetal de la región del Golfo de Chiriquí. Los rastrojos proliferan en zonas que fueron desmontadas en el pasado con fines agrícolas o ganaderos, y que una vez abandonadas se encuentran en proceso de regeneración con especies pioneras. Son formaciones leñosas muy densas dominadas por especies de habito arbustivo y lianoide, adaptadas a crecer en condiciones de suelos degradados y sol directo. Entre las especies mas abundantes en este tipo de formación se encuentran el nance (Byrsonima crassifolia, Malpighiaceae), Miconia argentea (Melastomataceae), Davilla kunthii (Dilleniaceae), guarumo (Cecropia spp., Cecropiaceae), malagueto (Xylopia frutescens, Annonaceae), Cordia spinescens (Boraginaceae) y poro poro (Cochlospermum vitifolium, Cochlospermaceae), entre otras, asi como una gran cantidad de especies de las familias Asteraceae y Melastomataceae. La composición florística de los rastrojos, caracterizada en general por la dominancia de una o pocas especies, varia mucho de unas zonas a otras según la duración del periodo de abandono, además de otros factores como la frecuencia de quemas.

9. Potreros

Son áreas de pastizales destinadas principalmente a la ganadería de vacuno y generalmente forma das por especies de pastes introducidos. Estas áreas son periódicamente limpiadas con fuego o fumigación, lo que junto al sobrepastoreo a que están sometidas, supone una intensa degradación y muchas veces perdida de suelos por erosión. En situaciones de abandono, numerosas especies de rastrojo van invadiendo los pastizales. Entre las pioneras para esta función destacan, entre otras, Senna reticulata (Fabaceae), Senna hayesiana (Fabaceae), nance (Byrsonima crassifolia, Malpighiaceae) y Davilla kunthii (Dilleniaceae).

En el área del Golfo de Chiriquí los potreros son una de las coberturas del suelo mas representadas.

10. Cultivos

En el área de estudio existen grandes extensiones de terreno dedicadas al cultivo de arroz, bananos, maíz y caña de azúcar, entre otras, sobre todo en las planicies costeras de la provincia de Chiriquí. Los cultivos de arroz se extienden también por la mayor parte de las llanuras y bajos contiguos a las costas del Golfo de Montijo (Ponce y Fuenmayor, 2001).

FLORA

La provincia de Chiriquí posee la mayor diversidad florística de todo Panamá debido a la existencia de una gran cantidad de hábitat producto de su escarpada orografía, con alti­tudes que van desde el nivel del mar hasta mas de 3,000 metros de altitud. Datos recientes señalan que en esta provincia crecen 4,388 especies de plantas vasculares (de las 10,572 especies citadas para todo el país). La provin­cia de Veraguas presenta menor número de hábitat y su flora es por tanto de mucha menos magnitud, con 2,140 especies (Correa et. al., 2003). En ambas provincias la tasa de endemismo (especies endémicas de Panamá) es de alrededor del 8% y la mayor parte de estas especies aparecen en alturas superiores a los 1,500 metros.

La flora del área de estudio, casi en su totalidad situada en tierras bajas, es en general poco conocida debido a los escasos estudios florísticos realizados en ella, obteniéndose registros de 1,303 especies de plantas vascula­res. De estas especies, se han seleccionado 160 por ser endémicas del territorio panameño de acuerdo con Correa et. al. (2003), o bien por estar consideradas como amenazadas en las listas para Panamá (ANAM, 2000; UICN, 2002). Además de estas especies que aparecen en los informes citados, los especialistas en flora panameña han seleccionado otras como de especial interés desde el punto de vista de su conservación, por ser especies raras, de distribución aparentemente muy restringida dentro del país, o estar amenazadas por la tala u otros motives, y no aparecer en las listas oficiales (columna ESP, cuadro 3).

En la península de Burica se cuenta solamente con un reconocimiento muy soniero del bosque en Chorogo (Santamaría, 1997), en el que se identificaron 151 especies de plantas vasculares y donde se encuentran algunas de especial importancia por ser exclusivas de esa región, además de estar muy amenazadas, como el sangrillo negro (Paramachaerium gruberi, Fabaceae) (Vargas, 1992). Han sido citadas en el área 2 especies endémicas de Panamá, además de otras 26 de especial interés para la conservación (cuadro 4).

Mas al este, han sido realizados otros trabajos florísticos como el “Reconocimiento de la Flora en el Refugio de Vida Silvestre La Barqueta” (Ponce, 2001), además de algunas tesis de licenciatura que describen ciertos ecosistemas de este mismo refugio y en las que aparecen inventarios florísticos (Gómez, 2002; Reyes, 2001). Para el área se han registrado 21 especies de interés para la conservación, entre las que se destacan 5 endémicas de Panamá (cuadro 4).

En la “Evaluación Ecológica Rápida del Propuesto Corredor Biológico Altitudinal de Gualaca” se describen los ecosistemas de la faja basal de la región de los alrededores de David v se citan 208 especies de plantas vasculares (Valdespino y Santamaría, 1999). Esa faja, según los autores, llega solo hasta los 100 metros de altitud, por lo que parte del área de este estudio queda por encima de esa cota, en las áreas de la meseta de Chorcha y el cerro Barro Blanco. Por esa razón, se incluyeron las especies citadas en las descripciones generales de vegetación en la porción transicional de la faja premontana, ubicada entre los 100 y los 800 metros (Valdespino y Santamaría, 1999). En esta región se cuenta con 36 especies de interés para la conservación ninguna de ellas endémica de Panamá (cuadro 4).

En el Parque Nacional Golfo de Chiriquí, hay un estudio de la isla Bolaños que habla de 57 especies de árboles y arbustos en parcelas de investigación (Cáceres, 2002). Además, unas 26 especies han sido citadas en la isla Parida en un reconocimiento muy somero (Ibañez, 2003). En total, en esta área protegida se tienen al menos 16 especies de interés para la conservación, 3 de ellas ende micas (cuadro 4).

Estudios florísticos  mucho mas exhaustivos son los mas recientes de la región de Bahía Honda, donde fueron inventariados los grupos de líquenes y hongos liquenícolas (Etayo y Aptroot, 2005), briofitas (Salazar Allen y Chung, 2005) y plantas vasculares (Ibañez et. al., 2005). Dentro de estas ultimas se listan 671 especies de helechos y angiospermas, 61 de interés para la conservación, 3 de las cuales son consideradas endémicas del territorio panameño (cuadro 4).

En el área del Golfo de Montijo, los resultados de una Evaluación Ecológica Rápida realizada por ANCON citan unas 100 especies de plantas vasculares (Ponce y Fuenmayor, 2001). De ellas, según este análisis, 33 tienen interés para la conservación, una de ellas endémica (cuadro 4).

En la región de Azuero se han realizado trabajos de reconocimiento florístico en cerro Hoya (Sosa de Guerra y Deago, 1999; Carrasquilla, 1998) y algunas tesis de licenciatura que describen grupos vegetales concretos, como briofitas (Flores, 1998; Salazar Allen, 1998), helechos (Ruiz, 2000) o angiospermas y gimnospermas (Deago, 2001). De entre los hallazgos mas notables de estos inventarios, se puede resaltar entre muchos otros, la presencia de Pterygota excelsa (Sterculiaceae), única cita para Panamá de esta especie. Cuarenta y dos especies tienen interés para la conservación, una de las cuales es endémica (cuadro 4).

Recientemente, en los fragmentos de bosque maduro y secundario de la Reserva Forestal El Montuoso han sido identificadas 225 especies leñosas (Garibaldi et. al., 2003). Se puede destacar la presencia de 18 especies con interés para la conservación, 2 de ellas endémicas de Panamá.

Donde mayor muestreo florístico se ha llevado a cabo en el área del Golfo del Chiriquí es probablemente en la isla de Coiba. De entre los estudios mas intensos desarrollados en los ambientes boscosos de la isla resaltan los inventarios de hongos Aphylophorales o descomponedores de madera (Nunez y Ryvarden, 1999; Núñez, 1997), que dieron como resultado la descripción de 2 especies nuevas para la ciencia; los hongos mixomicetes (Pando, 1997) y los líquenes epifitos y hongos liquenícolas (Etayo, 1997). Los briofitos han sido tratados en Salazar Allen y Chung (1997) y las plantas vasculares en Arauz (1997); Velayos et. al. (1997) y Pérez et. al. (1996).

Hasta la fecha han sido citadas para la isla 792 especies de plantas vasculares, de las cuales 3 son endémicas coibeñas. Incluso un genero con una única especie, Desmotes incomparabilis (Rutaceae), solamente crece en la isla de Coiba. Hay ademas muchas especies de interés para su conservación como el nazareno (Peltogyne purpurea) y el cativo (Prioria copaifera), entre otras (cuadro 4).

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VACÍOS DE INFORMACIÓN BIOLÓGICA EN EL GOLFO DE CHIRIQUÍ

En general en todas las regiones tropicales del mundo y entre ellas Panamá, la información referente a la distribución de especies tanto de flora como de fauna es muy incompleta e inapropiada para hacer cualquier tipo de evaluación sobre el estado, poblaciones y condición de las especies presentes (Samudio, 2002). A esto hay que añadir la falta de revisiones taxonómicas recientes de la mayoría de los grupos animales y vegetales. Se necesitan esfuerzos globales de inventariado de regiones poco conocidas.

Faltan estudios básicos de prospección biológica en casi toda la región del Golfo de Chiriquí. Los inventarios que existen son en su mayor parte evaluaciones ecológicas rápidas con muestreos de campo de unos pocos días de duración, donde solo es posible recolectar información muy somera sobre la biodiversidad de la región estudiada (Castroviejo & Ibáñez, 2005; Ponce & Fuenmayor, 2001; Ponce, 2001; CEPSA, 1999; Valdespino & Santamaría, 1999; Santamaría, 1997).

Se necesitan inventarios mas exhaustivos de flora y fauna de las áreas seleccionadas como prioritarias para conservación. Una buena forma de obtener estos estudios, después de una primera evaluación ecológica rápida, es por medio de tesis de licenciatura de estudiantes universitarios de Biología. Estudios de este tipo son esenciales en las áreas boscosas fronterizas con Costa Rica en Chiriquí, Burica, Batipa, galera de Chorcha, los manglares del Golfo de Chiriquí, los fragmentos boscosos de la península de Soná y, en el macizo de Azuero. Faltan además estudios básicos de prospección biológica en todas las islas del Golfo, como en Paridas, Montuosa, Secas, Contreras y Cébaco.

Para una evaluación apropiada de la situación actual y manejo futuro de cada área de interés se necesitan estudios detallados a escalas locales de delimitación y caracterización de ecosistemas, fragmentos de vegetación primaria, bosques secundarios y usos de la tierra, a partir de imágenes de satélite y, particularmente, de comprobaciones de campo. Actualmente, solo se cuenta con los mapas elaborados en los estudios de La Barqueta, el propuesto Corredor Altitudinal de Gualaca y el mas reciente del Golfo de Montijo (Ponce, 2001; Ponce & Fuenmayor, 2001; Valdespino & Santamaría, 1999), además de los mapas de vegetación y uso del suelo elaborados por el proyecto CBMAP (ANAM & CBMAP, 2000) y el mas reciente de la ANAM (ANAM, 2003), aunque ambos fueron realizados a escalas muy grandes. Serian necesarios además, estu­dios de caracterización cuantitativa de los tipos de vegetación existentes, en el caso de los bosques, mediante parcelas.

Es especialmente notoria la ausencia de estudios sobre los ecosistemas costeros, como la vegetación sobre suelos marines muy recientes descrita para el área del Refugio de Vida Silvestre La Barqueta (Ponce, 2001).

Respecto a las especies de flora y fauna, como se señaló anteriormente, la información sobre su abundancia, distribución y requerimientos ecológicos esta incompleta, lo que hace que su clasificación en una categoría de amenaza sea siempre vaga o muy especulativa. En la región de estudio solo se cuenta con trabajos adecuados en el caso del mono tití, realizados en forma de tesis de maestría (Rodríguez Vargas, 1999) o licenciatura (Vargas, 2003). Para llevar a cabo proyectos de conservación y manejo de especies como las propuestas en este informe, el puerco de monte, los felinos y el sangrillo negro, son necesarios estudios similares.

En el área de estudio, y en general en ambientes tropicales, no existen o son muy pocos los estudios sobre la respuesta indi­vidual de las especies y los hábitat a la fragmentación.

REFERENCIAS

Las referencias citadas aquí deben obtenerse de la publicación original impresa.

Ibañez, Alicia. 2006. Golfo de Chiriquí, ecosistemas y conservación de la zona insular y costera. The Nature Conservancy. Panamá. 98 pp. ISBN 9962-8912-0-5.