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Historia de la ocupación del Pacífico Sur de Costa Rica y el Suroeste de Panamá por la United Fruit Company junio 15, 2012

Posted by BPP in Agricultura, Agroindustria, Chiriquí, Puerto Armuelles.
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LA OCUPACIÓN DEL PACÍFICO SUR COSTARRICENSE POR PARTE DE LA COMPAÑÍA BANANERA (1938-1984)

MSc Antoni Royo – royasp@yahoo.com

Resumen

El artículo pretende esbozar la historia de la ocupación humana y económica de la región del Pacífico sur costarricense desde la llegada de los primeros pobladores sobre los que existen fuentes, hasta la implantación y posterior desarrollo de actividades de explotación bananera por parte de la Compañía Bananera de Costa Rica, filial de la United Fruit Company. La Compañía Bananera vendrá a insertarse a una dinámica poblacional y económica preexistente que condicionará sus estrategias de implantación. Por su parte, la voluntad estatal de arraigar la Compañía al país mediante los Contratos Bananeros se inscribe en el diseño institucional de poblar y desenclavar económicamente la Zona Sur costarricense. Por último se analiza la estructura operativa de la Compañía y se abordan brevemente las razones que motivaron el cese de operaciones así como sus repercusiones actuales.

 

Población y sistemas productivos antes de los años 1930

En el poblamiento y ocupación contemporáneos del territorio de la región del Pacífico sur costarricense intervienen dos corrientes. Por una parte una corriente migratoria procedente de la región de Chiriquí en Panamá de la cual tenemos constancia desde 1848 (García 1988: 33) y otra corriente desde la Meseta Central costarricense desde finales del siglo XIX (Cerdas 1993: 119). El por qué ambos grupos de población confluyen en la misma zona se explica por la diferente naturaleza de los frentes de colonización,  motivados en parte por la orografía del territorio, la estructura productiva de la tierra y la presión demográfica.

Las tendencias de los frentes de colonización espontánea costarricense, una vez rebasados los pasos de salida del Valle Central, eran de buscar la bajura (Sandner 1963: 38). El movimiento se había iniciado en el siglo XIX desde la Meseta Central a partir de Desamparados hacia Acosta, Dota y Tarrazú, y desde Escazú y Ciudad Colón hasta Tabarcia y Puriscal. A medida que las tierras se agotaban y se mejoraban las comunicaciones, el frente pionero se fue trasladando hacia el sur en dos direcciones: hacia la costa del Pacífico por Aguirre y Parrita, y hacia Buenos Aires y Coto Brus, siguiendo el Valle del General (Véase figura 1). La población inmigrante procedía de la periferia de la Meseta Central, a la que se sumaron campesinos del área costera de Guanacaste y Puntarenas, de donde venían expulsados como consecuencia de la expansión de la actividad ganadera extensiva.

Por su parte, en la provincia colombiana de Panamá, los frentes colonizadores no superaron las cimas de la cordillera central hacia la vertiente del Caribe y permanecieron en la vertiente del Pacífico. Cuando se agotó esta posibilidad los colonos se desplazaron hacia el oeste, en los límites de Costa Rica (Sandner 1963: 39). Se trataba del territorio natural de chiricanos e indígenas guaymíes, al amparo de una soberanía difusa sobre una frontera que no fue definitiva sino hasta 1944.

Hacia 1849-50, las autoridades costarricenses aprovecharon para establecer su jurisdicción efectiva sobre la zona mediante la creación de la Jefatura Política de Golfo Dulce. Seguidamente, con el objetivo de poblar el territorio y afianzar su soberanía, en 1849, el Estado ideó un proyecto de colonización con familias francesas -alrededor de mil personas- para ocupar la mitad sureste de la Península de Osa. Dicho proyecto no se materializó (García 1988: 34), por lo que el proceso colonizador continuó vinculado a la llegada de chiricanos y “cartagos[1]”.

En 1910 un censo realizado en la región da 2.424 habitantes y en 1914 se crea el cantón de Osa con cabecera en Buenos Aires incluyendo El Pozo. Hacia 1920 ya existían los caseríos de El Tigre, El Sándalo, Agujas, Rincón, La Palma, Uvita, Dominical, Las Esquinas, Ojo de Agua y Golfito (Cerdas 1993: 119 y García 1988: 35).

Por su parte, la presencia indígena en el Pacífico sur se divide esencialmente en pueblos térrabas y  guaymíes. Los térrabas se hallaban esparcidos en caseríos: Conte, Boruca, Térraba, Palmar, también llamado Palmar de los Indios (Cerdas 1993: 130).

Las primeras migraciones guaymíes documentadas procedentes de Panamá datan de los años 1920, siendo la comunidad de Abrojos-Montezuma, cercana de Altos de San Antonio en Ciudad Neily, la primera en ser establecida en territorio costarricense.

A partir de 1903, con la construcción del canal de Panamá, se impulsó la expansión de las haciendas ganaderas situadas en pleno territorio guaymí. Los indígenas eran desposeídos de sus tierras y ante la falta de tierras libres se dirigían hacia Costa Rica. Estas migraciones se enmarcaban en la tradicional transhumancia que los guaymíes practicaban entre los territorios a ambos lados de la frontera (Camacho 1996: 63).

Las actividades económicas se limitaban a la agricultura de subsistencia basada en el cultivo de granos básicos, árboles frutales, la cría de animales (aves de corral, cerdos y ganado vacuno), la caza y la pesca. En la zona se producía carne de res seca, manteca de cerdo y aceite de coco que se llevaba al mercado de Puntarenas por medio de barcos de vela en viajes largos y arriesgados (García 1988: 36).

El volumen de las actividades productivas justificaba los trabajos de infraestructura. En 1914 se aprobó la construcción  de dos bodegas para granos, una en Uvita y otra en El Pozo y un beneficio de arroz en El Pozo (Cerdas 1993: 119 y 121).

Además, desde los años 1920 se desarrollaba el cultivo de banano por parte de pequeños y medianos productores. En 1925 se celebró un contrato entre el gobierno de Costa Rica y la Pirris Farm & Trading Company propiedad de Agathon Lutz Stiegle donde se le autorizó a explotar el cultivo del banano en una extensión de 500 hectáreas a unas 75 millas al sur de Puntarenas, aproximadamente en las llanuras del río Parrita (Kepner 1949: 88). En 1930 exportó 19.000 racimos, 72.000 en 1931 y 157.000 durante los seis primeros meses de 1932. En 1927 contaba con unos 85 – 90 empleados y en agosto de 1930 explotaba más de 900 hectáreas de banano. Progresivamente el cultivo se fue extendiendo por las riberas de los ríos Parrita, Naranjo, Sierpe, Grande de Térraba y por Puerto Jiménez. Además de la Pirris Farm & Trading Co. dirigida por Agathon Lutz, existían otras compañías de productores independientes como las de Fabio Calvo, Saborío y Ulloa, etc (Cerdas 1993: 121-122).

Así, contrariamente a la visión geográfica tradicional[2], la región del Pacífico Sur costarricense, antes de la llegada de la Compañía Bananera, ya se hallaba humanizada y bajo explotación económica con cultivos de arroz, banano y granos.

El fomento estatal a la ocupación territorial

Durante todo el siglo XIX y hasta bien entrado el siglo XX, existió la percepción estatal de que la abundancia de tierras y la escasez de brazos para trabajarlas frenaba el progreso económico del país. Por ello los gobiernos se preocuparon en fomentar la producción agrícola en base a la incorporación al espacio nacional de tierras cultivadas.

El ideario liberal en cuanto a la política agraria se basaba en fomentar la producción agraria y el cambio técnico, poblar, comunicar y desde los años 1870, cuando el café decae, atraer capitales y diversificar la producción (Viales 2000: 82).

La misma coherencia de la política liberal “explica la concesión ferrocarrilera y posteriormente las prebendas bananeras, éstas últimas no deben interpretarse como una consecuencia indirecta del cultivo cafetalero, sino más bien como una consecuencia directa de la política de diversificación agrícola defendida por los liberales” (Viales 2000: 359-360).

Al igual que el café en su momento, el banano fue factor de expansión de la frontera agrícola y de la ocupación sistemática del espacio: “El deseo de abrir nuevas tierras para la producción del café y el banano era una fuerza motora detrás de la colonización agrícola después de la independencia (Hall 1984: 112)”

En este sentido, sostenemos que los contratos bananeros de los años 1930 emanan de esta concepción, de la misma manera que el fácil acceso a la tierra que sólo se trunca con el fin de la frontera agrícola a mediados de los años 1960, es un resabio de las políticas liberales de favorecer la ocupación y población del territorio.

Hubo tres contratos entre el gobierno y la UFCo en los años 1930. La Ley-Contrato de 1930 es la continuación de la Ley de 1910. Hasta 1910, cuando se acordó gravar con un centavo por racimo de banano exportado, las exportaciones de banano no pagaban impuestos en Costa Rica. Según la Ley n° 82 del 29 de octubre de 1910, el impuesto aplicaría por un período de veinte años y el Estado se comprometía en no añadir otro tipo de gravamen durante el período (Kepner 1949: 83). Desde 1927 la UFCo. fue reduciendo su nivel de actividad reflejado en la disminución del área plantada -de 7.100 hectáreas en 1924 pasó a 5.100 en 1929-. En agosto de 1929, la Asamblea Legislativa costarricense aprobó una ley gravando el racimo de banano proporcionalmente al volumen total exportado, estableciéndose el impuesto de 3 a 5 dólares por racimo (Carcanholo 1978: 159). Sin embargo la UFCo. no la aceptó y el gobierno propuso otro contrato -ante el temor de que la Compañía abandonara actividades y se trasladara a Honduras donde no había impuesto-, votado el 30 de agosto de 1930 donde se gravaba el racimo con dos centavos de dólar por un período de veinte años, sin que hubiera otro tipo de gravamen. Dicho contrato regiría por 20 años, hasta el 29 de octubre de 1950.

En contrapartida, mediante el Contrato-Ley Nº3 de 1930, la UFCo. se comprometió en expandir las actividades bananeras sembrando 3.000 hectáreas de nuevas tierras con bananos, de las que un 50% por lo menos se haría en el Atlántico, además, debía incorporar contratos de compra con productores locales que significaran 3.000 hectáreas nuevas de plantación en la región atlántica.

En su estrategia de capear la crisis económica y desplazar las actividades al Pacífico, la UFCo. firmó el contrato de 1930, pero ni dio mantenimiento a las plantaciones existentes, ni sembró plantaciones nuevas: “de las tres mil hectáreas se han sembrado solamente doscientas treinta y ocho y media al cabo de dos años” y se negó a renovar los contratos con productores contratistas (Carcanholo 1978: 165).

Como represalia, el Congreso Nacional propuso excluir del contrato de 1934 la zona del Pacífico y la Compañía reaccionó amenazando con limitar sus inversiones en el Atlántico a $100.000: “(…) la Compañía no podría asumir la obligación de contratar más de tres mil hectáreas a 0,5 c. moneda de los Estados Unidos por racimo computado en el Atlántico, tampoco podría obligarse a prestar más de $100.000 en esta zona.”[3]

El contrato de 1934 surgió para enmendar los incumplimientos del contrato de 1930 y estableció que la Compañía debía cubrir mediante contratos 3.000 hectáreas de cultivo de banano en cada vertiente del país. El plazo era de dos años y medio para el Atlántico y tres años y medio para el Pacífico, de no cumplir la compañía se comprometía en plantar la extensión total por su propia cuenta en un plazo de cuatro años:

“Las 3.000 hectáreas del Pacífico se escogerán de terrenos cuya altura sea menor de 300 metros sobre el nivel del mar y dentro de un radio de 25 kilómetros de la línea principal del ferrocarril al Pacífico o del litoral del golfo de Nicoya, abarcando también una faja de 25 kilómetros de ancho, a la orilla del mar que corra hacia el Sur, entre la Punta Herradura y el distrito recorrido por el río Naranjo”[4].

Sin embargo los productores particulares sólo contaban con un periodo entre un año y medio y dos años y medio a partir de 1934 para iniciar nuevos cultivos. Este trato de favor permitía a la compañía demorar la plantación mientras el mercado bananero del mundo no mejorara de condición (Kepner 1949: 275).

Por último el contrato de 1938,  conocido como Cortés-Chittenden por sus firmantes[5], establecía la construcción de puertos de altura en Quepos y Golfito y la obligación de “sembrar bananos en terrenos de su propiedad o de particulares que ella misma escogerá en la región del Pacífico, en una extensión mínima de cuatro mil hectáreas[6]”.

En la práctica, a pesar de que estas reglamentaciones buscaban asegurar la independencia de los productores locales, se dio un proceso de absorción de éstos por parte de la Compañía Bananera ya que ésta escogía los contratistas, les otorgaba créditos o les renovaba los contratos según su conveniencia.

Las estrategias de implantación de la Compañía Bananera

La relación de ocupación y explotación que estableció la UFCo en las tierras bajas del Pacífico costarricense mantiene similitudes y diferencias con la desarrollada medio siglo antes en las plantaciones bananeras del Caribe.

Sin embargo, a diferencia de las llanuras costaneras del Caribe, las planas fluviales de la vertiente del Pacífico se hallaban en gran parte humanizadas y con cultivos en pleno rendimiento. Esto determinó el carácter a menudo fraudulento del proceso de acaparamiento de las tierras con mejores condiciones agroecológicas para el cultivo del banano en la región pacífica.

A partir de los años 1920 la producción del banano en las plantaciones del Atlántico decae por diversos factores (Viales 2000: 50) entre los que destacan el agotamiento de los suelos y la enfermedad de Panamá o “sigatoka negra”[7]. Paralelamente, desde 1922 la UFCo. había iniciado investigaciones sobre calidad de suelos en la región de Golfo Dulce (Lewis 1982: 126).

La UFCo. decidió trasladar sus actividades al Pacífico en una medida que consistía en mudarse por cuanto los precios de la tierra eran más bajos que rehabilitar zonas afectadas por enfermedades.

Como señala Jones, esta estrategia se inscribe en las prácticas tradicionales de la Compañía: “(…) in its operations in the Caribbean Lowlands the United Fruit Company was early forced to adopt a policy of regular abandonment of old fields and planting of new ones. This policy was possible only because of the large area of suitable virgin land available under contract agreement to the company” (Jones 1952: 5)

Las zonas bananeras en América Central se suelen situar en las planicies aluviales de los valles cruzados por grandes ríos, en lugares escogidos por el drenaje potencial de su suelo. En la franja costera correspondiente al Pacífico costarricense, la Compañía Bananera de Costa Rica[8] no siguió un único patrón de ocupación y explotación sino que discriminó en función de la existencia de pobladores y productores de banano.

Podemos distinguir tres regiones donde se implantó la Compañía Bananera de Costa Rica en la vertiente del Pacífico: (Véase Figura 2)

-Los valles de los ríos Parrita, Damas, Naranjo y Savegre en el Pacífico Central que conformaron la División de Quepos.

-El delta abanico del río Térraba y el valle falla del río Esquinas entre Palmar y Golfito en el Pacífico sur que formó la División de Golfito.

-El valle de Coto Colorado fronterizo con Panamá que fue adscrito a la División de Armuelles en Panamá.

 

El Pacífico central

En el contexto de la crisis de 1929 y el avance de la enfermedad de Panamá en las plantaciones del Caribe, el menor costo para la UFCo era absorber a los productores locales de banano del Pacífico central y continuar comprando tierras en el Pacífico sur a la espera de que la situación económica mejorara y poder ponerlas a producir.

El interés de la compañía no era tanto plantar en tierras propias sino más bien apropiarse de las tierras de los productores locales y de las mejores tierras para el cultivo del banano en el Pacífico para así bloquear la entrada de competidores. Por lo demás, las altas inversiones requeridas para la construcción de infraestructuras y el control de la propagación de enfermedades estaban fuera del alcance de eventuales competidores nacionales.

En 1935 la Compañía Bananera adquirió el control de la Pirris Farm & Trading Company iniciando la explotación bananera y el monopolio de facto en el Pacífico. Progresivamente los diferentes contratistas serán englutidos por la Compañía quien será la única en fijar los precios de compra. En 1942 sólo el 6% del área de cultivo del banano en la zona del Pacífico central permanecía en manos de productores privados (Cerdas 1993: 136).

A partir del gráfico siguiente podemos inferir el origen de la producción de banano en la región del Pacífico. Si tomamos 1936 como fecha de inicio de la explotación bananera de la Compañía en el Pacífico en tierras propias tras la absorción de la Pirris Farm & Trading Company, se constata como desde 1937 la Compañía exporta el banano producido en sus fincas del Pacífico por su puerto de Limón (1) y que los embarques por el puerto de Puntarenas (4) disminuyen hasta desaparecer en 1940.

Entre 1930 y 1939 los embarques de banano por el puerto de Puntarenas (4) correspondían a productores privados. Tras la puesta en funcionamiento del muelle de Quepos (5) en 1939 no se puede saber la proporción de banano en manos de productores privados ya que por dicho puerto tanto podían embarcar banano la Compañía como los cultivadores privados independientes.

Desde 1937 la producción bananera en el Pacífico comienza a ser significativa y en 1940 supera a la producción en fincas del Atlántico. En 1940 el banano producido en el Pacífico totalizaba 1.857.000 racimos mientras que en el Atlántico se cultivaron 1.437.000 racimos.

Con la puesta en servicio del muelle de Quepos, 1939 es el último año en que se exporta fruta producida en el Pacífico por el puerto de Limón. En adelante el muelle de Quepos competirá con el muelle de Golfito por el que será superado en cuanto a volumen de racimos de banano exportados desde 1945.

Finalmente, entre 1941 y 1946 disminuyeron los embarques de banano desde el puerto de Quepos debido al abandono de tierras provocado por la “sigatoka negra” y la estrategia de desplazamiento de los cultivos de banano hacia el Pacífico sur, además de la escasez de barcos como consecuencia de la segunda guerra mundial. * Banano producido en el Pacífico pero embarcado por Limón

Fuente: Elaboración propia en base a Carcanholo, Reinaldo “Sobre la evolución de las actividades en Costa Rica” Estudios Sociales Centroamericanos n°19, 1978, pp.167, 174 y 175.

El Pacífico sur

En la región del Pacífico sur, los métodos para el acaparamiento de tierras variaron de los puestos en práctica en el Pacífico central.

En su estrategia de implantación, la UFCo desde los años 1920 venía realizando un proceso de compra de tierras por terceros a través de la Golfo Dulce Land Company, compañía pantalla fundada por Fernando Castro, latifundista puntarenense y socio de la UFCO (Kepner 1949: 90). El proceso no estuvo exento de irregularidades en la medida en que las zonas de mayor aptitud agroecológica para el cultivo del banano (planas fluviales) ya estaban ocupadas. La apropiación por parte de la Golfo Dulce hacia 1927, por medio de denuncios de baldíos[9] de unas 9.500 hectáreas que incluían las poblaciones de El Pozo, Ojo de Agua, Balsar y Palmar- poblada esta última por indígenas- constituye el paradigma de esta política. Entre los afectados, 63 propietarios de 2.304,26 hectáreas expropiadas por la Golfo Dulce pidieron la intervención del Gobierno pero acabaron perdiendo sus tierras (Cerdas 1993: 129)..

Otro mecanismo de acaparamiento de tierras fue la Ley de Gracias que permitía a las municipalidades vender derechos de denuncios de baldíos nacionales. Fue así como la Golfo Dulce Land Company obtuvo 73.000 hectáreas en los márgenes de los ríos Grande de Térraba y Sierpe. Esta venta contravenía la ley que impedía enajenar la milla marítima y fluvial (en ríos navegables) pero a pesar de las pruebas de navegabilidad de dichos ríos, el fallo judicial favoreció los intereses de la Golfo Dulce (Cerdas 1993: 128-133).

El Estado desoyó las voces de protesta que generaba tal irregular concentración de tierras[10], su estrategia era fijar la UFCo en el país en un momento en que otros países competían con Costa Rica para ofrecer mejores condiciones (Carcanholo 1978: 158-159). Por otra parte entendía continuar con la política de diversificación agrícola así como poblar y ocupar el Pacífico sur máxime en un momento de tensiones fronterizas con Panamá a resultas de la guerra de Coto en 1921.

 

El valle de Coto Colorado

La estrategia seguida por la UFCo en Panamá no difiere de la seguida en Costa Rica. En Panamá se abandonaron las plantaciones en Bocas del Toro en 1926. Entre 1923 y 1926 la UFCo. compró tierras aptas para la producción de banano en la región de Chiriquí, junto a la frontera costarricense (Ellis 1983: 69). La compañía quería utilizar el trazado del Ferrocarril Nacional de Chiriquí[11] -finalizado en 1927- desde el puerto de Armuelles y conformar una unidad de explotación bananera a caballo sobre la región fronteriza entre Costa Rica y Panamá. Para ello aprovechó el diferendo fronterizo que enfrentaba ambas naciones, las cuales al mismo tiempo que se enfrentaban en el plano político también se disputaban económicamente por el contrato bananero con la UFCo.

La región fronteriza que enmarca los límites meridionales entre Panamá y Costa Rica cuenta con tierras de igual topografía y clima por lo que la UFCo. las consideró como una unidad territorial sin contemplar la división político-administrativa. Se añade una delimitación imprecisa de los límites en el sector de Coto Colorado reclamado por Panamá y bajo soberanía costarricense según el Laudo White de 1914. En febrero de 1921 ambos países se enfrentaron en la guerra de Coto y por ende cesaron relaciones diplomáticas hasta 1928. La fijación de los límites fronterizos (Tratado Arias-Calderón) se hizo efectivo en 1944, coincidiendo con los proyectos de construcción del tramo de la Carretera Interamericana en dirección a Panamá.

En 1927, la Chiriquí Land Company (CHIRILANCO), subsidiaria de UFCo., obtuvo de C.W. Müller 7.000 hectáreas situadas en el valle de Coto Colorado en la zona que va de La Cuesta hasta Pueblo Nuevo de Coto (Véase Figura 2). Estas tierras fueron adquiridas al amparo de las leyes panameñas, al respecto se acusa de colusión de intereses con el Estado pues tanto la UFCo como Müller tenían el mismo abogado panameño, Harmodio Arias, quien tras la revolución de 1931 se convirtió en presidente de Panamá (Kepner 1949: 94).

En 1927, la Chiriquí Land Company, firmó una concesión por treinta años[12] con el gobierno panameño para desarrollar el cultivo del banano en la región de Chiriquí, conformándose la División de Puerto Armuelles.

En cuanto a las tierras de Müller, la incertidumbre política en la frontera retrasaba su explotación efectiva. En 1928 el abogado costarricense de Müller propuso que el gobierno de Costa Rica cediera a Panamá un sector fronterizo de alrededor 50.000 hectáreas que contenía las tierras de Müller. A pesar de que el presidente Ricardo Jiménez era favorable, la opinión pública rechazó el plan (Kepner 1949: 95) y la solución completa sólo se logró después de 1944. Las tierras de Müller conformaron el distrito de Coto Colorado y fueron explotadas en Costa Rica, pero se rigieron con las normas de operación de la División de Puerto Armuelles en Panamá adscrita a la Chiriquí Land Company hasta los años 1950. Con posterioridad el Distrito de Coto Colorado pasó bajo jurisdicción de la Compañía Bananera. Según el Contrato n° 1 de 26 de enero de 1945, se autoriza a CHIRILANCO para exportar toda la producción bananera en territorio costarricense así como la introducción de insumos para las fincas en Costa Rica sin ningún tipo de gravamen (Colectivo 1974: 24).

En definitiva, hubo dos tipos de estrategia de ocupación territorial: en la región de Quepos-Parrita, área que contaba con cultivos de banano en explotación, la Bananera optó por la absorción de los productores independientes. En el sur, valles del río Grande de Térraba, Esquinas y Coto, zonas ocupadas aunque con menor desarrollo del cultivo del banano, la Compañía, con el aval del Estado, se hizo con las mejores tierras vulnerando en ocasiones los derechos de los poseedores legítimos.

Por último, la ocupación de la región de Coto Colorado ilustra la diferencia de miras entre los Estados que se enfrentan por nacionalizar política y económicamente sus márgenes fronterizos y la transnacional bananera cuya lógica de funcionamiento es territorial y no político-administrativa.

 

La estructura de la operación productiva de la Compañía Bananera

La explotación bananera de la UFCo en territorio costarricense estaba administrada bajo tres divisiones bananeras, Quepos y  Golfito en Costa Rica y Puerto Armuelles en Panamá.  El manejo de toda la operación bananera en Costa Rica estaba centralizado en el puerto de Golfito, donde se recibía la fruta por tren y se embarcaba rumbo a la costa Pacífica de los Estados Unidos.

La División Bananera era un subsistema autosuficiente dentro de un sistema mayor de actividades económicas de la compañía matriz (Ellis 1983: 107). Cada División integraba todas las facetas de la actividad bananera desde la producción o la compra hasta la exportación.

Jones caracteriza la organización de una finca tipo en la División de Golfito (Jones 1952: 14). La División se subdividía en Distritos, cada Distrito en superintendencias y éstas en fincas. Cada Distrito bananero estaba compuesto de entre cinco y nueve fincas, siendo siete fincas lo más usual. Cada finca era rectangular y medía 333,3 hectáreas (800 acres[13]) de las que alrededor de 8,3 hectáreas (20 acres) estaban ocupados por el caserío, ubicado en un punto central de acuerdo a un plan uniforme, y 62,5 hectáreas (150 acres) por pastos destinados a alimentar a las mulas que transportaban la fruta hasta el ferrocarril.

plantación de bananas

Imagen de una plantación de banano en Puerto Armuelles. Foto: Igordole

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La División de Quepos (1938-1956)

La explotación bananera en manos de productores independientes existía en el valle del Pirris desde los años 1920. Con la llegada de la Compañía Bananera, mediante la progresiva absorción de aquéllos, en especial tras la compra de la Pirris Farm and Trading Company en 1935, la población de Parrita fue la primera en desarrollarse. Hasta la inauguración del muelle de Quepos en 1938, el banano era sacado de las fincas al embarcadero de Barbural sobre el río Palo Seco y de allí mediante lanchones era transportado a Puntarenas. Posteriormente, Quepos y Parrita fueron unidos por una línea de ferrocarril de 24 kilómetros de longitud para facilitar el embarque del banano.

La División de Quepos constaba de cuatro distritos: Parrita, Damas, Naranjo y Savegre. (Véase Figura 2). La actividad bananera estuvo en expansión hasta 1953, pero desde 1941 el inicio de actividades de la división de Golfito desplazó la explotación hacia el Pacífico sur, debido en parte al progresivo declive del rendimiento de las tierras de Quepos.

Los suelos de la división de Quepos tenían expectativas de vida útil inferiores a cinco años debido a la existencia de cultivos desde los años 1920. En general se estima que los mejores suelos tienen un periodo óptimo de aprovechamiento de 25 años (Jones 1952: 11-12), por lo que la compañía empezó a plantar otros cultivos como cacao, palma africana o pastos.

En 1947 la Compañía tenía “alrededor de mil hectáreas de tierra sembradas de dicha planta (palma africana) y abriga el propósito de ampliar este experimento, siempre que pueda tener la seguridad de que no habrá un aumento en los actuales impuestos.”[14]

Según el Contrato de 1948 la Compañía se obliga a plantar “una extensión adicional mínima de dos mil hectáreas de cacao y mil doscientas hectáreas de palma africana oleaginosa” y “a construir, dentro de los tres años siguientes a la fecha de dicha ratificación, por lo menos una planta experimental para extraer el aceite del pericarpio del corozo de dicha planta”[15]. El mismo contrato también especifica la obligación de siembra de 3.500 hectáreas de banano en el valle de Coto Colorado en un plazo de cinco años a partir de la fecha de ratificación del contrato. En 1950 se fundó la primera procesadora de fruta de palma en Damas, más tarde se cerró para luego crearse las de Naranjo y Palo Seco.

La División de Quepos cesó la actividad en 1956. La Compañía arguyó causas naturales, en 1953 redujo sembradíos debido a fuertes vendavales y a dos prolongadas huelgas laborales. En realidad, la Compañía prefirió concentrar la operación bananera en el Pacífico sur y dedicar las tierras de la División de Quepos al cultivo de la palma y el cacao, en una estrategia de diversificación ante el inicio de actividades en la zona Atlántica de Costa Rica de la Standard Fruit Company en 1956.

En la región de Quepos y Parrita, a finales de 1948 la Compañía poseía 1.041,6 hectáreas de cacao y cerca de 3.333,3 hectáreas de palma africana (Jones 1952: 12). Hacia 1958, May y Plaza estiman un área cultivada de 4.166,6 hectáreas de palma africana y 2.083,3 hectáreas de cacao, empleando entre 700 y 800 trabajadores (Plaza 1958: 154). En total, en la División de Quepos se explotaron alrededor de 12.000 hectáreas (Stouse 1967: 2).

Respecto a la mano de obra, Sandner señala que entre 1938 y 1948, llegaron a la División de Quepos alrededor de 10.000 personas (Sandner 1964: 81). Según Plaza y May, en 1947, fecha en que se lograron los máximos de exportación de racimos, trabajaban cerca de 5.600 personas (Plaza 1958: 154).

 

La División de Golfito (1941-1984)

La División de Golfito estaba compuesta por los distritos de Palmar Sur, Esquinas y Los Cotos (Véase Figura 3). El Distrito Coto Colorado pertenecía a la División de Puerto Armuelles de la Chiriquí Land Company, subsidiaria de la UFCo. en Panamá.

En un principio, Puerto Jiménez, en la Península de Osa, fue el centro administrativo hasta que se acondicionó Golfito debido a  las ventajas de su fondeadero natural.

El Distrito Palmar, situado en el valle del río Grande de Térraba, reunía 18 fincas, numeradas del 1 al 18, cuyas superficies oscilaban entre las 333 y 500 hectáreas. También existían contratos con finqueros independientes en Sierpe (finca Las Condesas) y Pozo Norte (Finca Webb) [16].

El Distrito Esquinas situado entre Palmar y Golfito en el Valle Falla del río Esquinas totalizaba cerca de 2.100 hectáreas (Jones 1952: 13) en 1948. Estaba conformado por siete fincas que llevaban el nombre de las siete provincias costarricenses.

Por último, el Distrito Los Cotos, entre Golfito y Ciudad Neily, contaba con 25 fincas, numeradas del 41 al 65. Este área se habilitó a partir del inicio de la construcción del ferrocarril entre Golfito y la frontera panameña. El ferrocarril partía del kilómetro 18 de la línea Golfito-Palmar en un lugar llamado Unión y desde allí la Compañía emprendió la hechura de 25 fincas que fueron llamadas finca 41, finca 42, etc. La finca 47, también llamada Coto 47, fue la más importante y constituyó el centro de administración regional con aeropuerto y planta térmica de electricidad.

El Distrito Coto Colorado estaba compuesto por diez fincas todas ellas bautizadas con nombres de árboles: Peral, Jobo, Mango, Laurel, Caucho, Limón, Bambito, Cenizo, Roble (o finca 12 de Panamá) y Naranjo (Véase Figura 2). La Chiriquí Land Company exportaba fruta panameña desde Puerto Armuelles pero se trataba de un puerto sin defensas naturales cosa que dificultaba el embarque de fruta, por lo que la Compañía prefería sacar la fruta por Golfito. Una vez resuelta la delimitación fronteriza, la Chiriquí Land Co. unió Puerto Armuelles con Golfito mediante la vía ferroviaria, vinculando de este modo todas las plantaciones del valle de Coto Colorado. Seguidamente, el gobierno costarricense construyó el puesto fronterizo de Puerto González Víquez donde funcionaría la Aduana y el Resguardo Fiscal.

La evolución de la División de Golfito mantuvo la misma dinámica de explotación que la División de Quepos. Siguiendo su política de abandono de viejas plantaciones, en 1955, tras unas inundaciones que ocasionaron numerosas pérdidas, la Frutera abandonó el Distrito Palmar Sur y decidió ampliar cultivos en el Distrito Esquinas, en expansión desde 1952. En 1966 se optó por el abandono del Distrito Esquinas ante el avance de la “sigatoka negra” en sus plantaciones. A pesar de conocerse la variedad Valery, más resistente a la enfermedad, la Compañía desestimó su introducción en Esquinas y escogió Palmar Sur porque la planta del banano es muy sensible al transporte y el costo de mejorar las infraestructuras (carreteras, drenajes y puentes) en Esquinas resultaba demasiado elevado.

En 1956 el volumen de tierras pertenecientes a la Compañía en Costa Rica alcanzaba las 203.526,4 hectáreas, de las que sólo mantenía bajo cultivo el 13,3%, es decir, 27.087 hectáreas[17]. Para 1962, Contreras señala que la Frutera poseía 27.238 hectáreas bajo cultivo por cuanto el área propiedad de la Compañía era de 67.212 hectáreas en 1974, de las que 26.595 se ubicaban en Golfito, 26.080 en Quepos y 14.537 en Limón (Contreras 1974: 253-254).

En 1979 la Compañía cultivaba en el Pacífico 24.000 hectáreas, de las que el 28,27% (6.786 hectáreas) estaban sembradas de banano y el 59% (14.172 hectáreas) de palma aceitera. El cultivo del banano se ubicaba en los Distritos Los Cotos (3.121 hectáreas) y Palmar Sur (3.665 hectáreas) mientras que la palma predominaba en Quepos y en menor medida en Los Cotos y Palmar (Heilbron 1979: 127).

Por su parte, en 1953 laboraban 19.891 trabajadores en las plantaciones del Pacífico, el nivel máximo para todo el periodo de operación de la Compañía (Carcanholo 1978: 182). Según datos de la Frutera, el promedio de trabajadores en las plantaciones del Pacífico en 1979 era de 6.423, 3.800 (59,16%) laboraban en el banano y 2.623 (40,83%) en las actividades de la palma. De ellos, 4.950 (77%) estaban empleados en la División de Golfito y los 1.473 (23%) restantes en las fincas de la División de Quepos (Heilbron 1979: 134).

A partir de los datos anteriores, se puede apreciar la especialización de la División de Quepos en el cultivo de la palma, por cuanto los Distritos Los Cotos y Palmar Sur producían banano y concentraban mayor volumen de mano de obra que el cultivo de la palma africana en Quepos. Así, la actividad productiva en la División de Quepos afectaba mayor volumen de tierra pero menor número de trabajadores, todo lo contrario a la División de Golfito. Por otra parte, en 1979 el Distrito Los Cotos albergaba el 46% del área total dedicada al cultivo del banano y el Distrito Palmar Sur el restante 54%.

En 1983 la Compañía decide abandonar 2.140 hectáreas que tenía en el Distrito Los Cotos y sustituir el cultivo del banano por el de palma africana, presente desde 1966. La medida significó el despido de 3.000 trabajadores quedando sólo 500. Como consecuencia fueron invadidas alrededor de mil hectáreas en las fincas n° 43, 44, 46, 48 y 49. En noviembre de 1984 tras una huelga laboral de tres meses, la Compañía cierra Palmar Sur, el último distrito en actividad. El abandono de 2.731 hectáreas en Palmar Sur significó el fin de las operaciones bananeras en el Pacífico sur.

En marzo de 1985 se compraron a la Compañía 1.703 hectáreas para ubicar proyectos agrícolas en el marco del programa UNESUR (Unidad Ejecutora del SUR). UNESUR era un programa de agricultura de cambio (cacao y palma africana) en donde se aprovechaba la infraestructura dejada por la Bananera y las capacidades del obrero.

Sin embargo, la United Brands[18] no abandonó la zona sino sólo la producción de banano y concentró sus actividades en la producción de palma aceitera en Quepos y Coto. En 1989 la Compañía Palma Tica mantenía 7.000 hectáreas cultivadas con palma aceitera en Coto 47 y 275 hectáreas en Palmar Sur, mientras que los productores particulares nacionales cultivaban un total de 4.406 hectáreas en áreas ex bananeras[19].

En la actualidad, el área perteneciente a la Compañía Bananera que se halla inscrita en el Registro Nacional se eleva a 5.420,8 hectáreas repartidas entre los cantones de Quepos, Parrita, Osa, Golfito, Corredores, Siquirres y Limón. Por su parte, la United Fruit Company mantiene 751 hectáreas en el cantón de Limón[20].

El cese de la actividad bananera en el Pacífico costarricense se debió en parte al incremento de los gastos de operación en Costa Rica y a los lineamientos estratégicos de United Brands, la corporación a la que pertenecía la UFCo. desde 1969[21].

Por una parte, la infraestructura bananera requería un costoso mantenimiento y el precio del banano producido en Costa Rica había aumentado por efectos de la política estatal de fijación de un precio mínimo de comercialización. Además la Compañía no pudo beneficiarse de los subsidios estatales destinados a los productores locales puesto que su operación se basaba en la producción propia.

Por otra parte, la estrategia de United Brands era reducir el volumen productivo de alimentos en su facturación y en especial la producción bananera, máxime ante la sobreoferta de banano generada por sus empresas integrantes.

El Estado no supo anticipar el cese de las actividades y cuando la Compañía, aprovechando la huelga de 1984 decide el cierre de Palmar Sur, el país pasaba una crisis económica que restó capacidad negociadora al Estado[22]. En efecto, Costa Rica estaba recibiendo el rescate financiero estadounidense por lo que al Estado costarricense no le convenía enfrentar con dureza los intereses norteamericanos.

 

Consideraciones finales

La región del Pacífico sur costarricense se inscribe en un área de convergencia de poblaciones chiricanas de Panamá y costarricenses de la Meseta Central que desarrollaron una producción agrícola basada en el cultivo del arroz, el banano y los granos. La instalación de la United Fruit Company en la vertiente del Pacífico desde los años 1930 supuso una competencia por el control de las planas fluviales fértiles ya humanizadas y bajo cultivo.

El Estado costarricense, mediante los Contratos Bananeros y una política permisiva, sacrificó a los productores independientes y las posibilidades de un desarrollo autóctono permitiendo la absorción de aquéllos y el acaparamiento de las mejores tierras por parte de la Compañía. Sin embargo no se debe tanto a un criterio ‘entreguista’ como a la voluntad de poblar, comunicar y hacer producir el territorio bajo la intervención de capitales extranjeros ante la imposibilidad de lograr un impulso autóctono.

En su estrategia de implantación territorial, la Compañía Bananera discriminó entre las diferentes zonas del Pacífico costarricense. En la región del Pacífico central comprendida entre los valles de los ríos Parrita y Savegre, donde existían áreas cultivadas de banano explotadas por productores locales, la Compañía optó por la absorción de las fincas productores. Por su parte, en el Pacífico sur, en las zonas donde se presentaban mejores condiciones para el cultivo del banano, esto es las planas aluviales de los valles de los ríos Grande de Térraba, Esquinas y Coto Colorado, la Compañía emprendió una política de acaparamiento de tierras que a menudo vulneró los derechos de los ocupantes legítimos. Por fin, la implantación en la región fronteriza de Coto Colorado implicó compromisos con los dos países dentro de una lógica económica que trascendía las soberanías respectivas.

En el Pacífico sur se produjo un ordenamiento del territorio en función de la mata de banano. Las Divisiones, Distritos y Fincas se convirtieron en las unidades administrativas territoriales a falta de una mayor definición institucional del Estado costarricense.  Se dotó a la región de un entramado de infraestructuras que respondían a la necesidad de comunicar la finca con el muelle y se crearon asentamientos humanos funcionales donde albergar a los trabajadores, sin olvidar la afluencia migratoria motivada por la oferta laboral que alteró los patrones de poblamiento hasta la actualidad. En general, se trató de un patrón planificado de colonización combinado con corrientes colonizadoras espontáneas en los márgenes de la explotación bananera.

La actividad bananera a lo largo del periodo comprendido entre 1938 y 1984 fue desplazándose hacia el Pacífico sur operándose una sustitución del banano por la palma aceitera en las tierras del Pacífico central. A la larga sería la solución preferida en todo el Pacífico según la estrategia de abandonar tierras agotadas y enfermas en lugar de invertir en su saneamiento. Al dedicar un mayor volumen de tierras al cultivo de la palma aceitera, primero en la División de Quepos y luego en la División de Golfito, en detrimento del cultivo del banano, se fue liberando mano de obra. Así se gestó la crisis laboral de los años 1980 que desembocó en invasiones precaristas y migraciones internas.

Como colofón, la contracción económica internacional de los años 1970 se alió a los cambios operados en el mercado bananero costarricense –entrada de nuevos competidores e impuestos a la exportación principalmente- además de los lineamientos de mercado de la United Brands a la que la UFCo. pertenecía y condujo al cese de la explotación bananera en Palmar Sur, el último distrito en operación, en 1984.

El cese de actividades abrió una crisis regional que aún no se ha cerrado. El Estado reaccionó ante las invasiones de fincas mediante el establecimiento de asentamientos campesinos gestionados por el Instituto de Desarrollo Agrario y con programas productivos financiados con fondos externos como los Proyectos Coto Sur y UNESUR (UNidad Ejecutora de la zona SUR) destinados a promover el cultivo de la palma africana en tierras ex bananeras.

Sin embargo estas medidas no lograron revertir los flujos migratorios de expulsión y la pauperización de los cantones comprendidos en el Pacífico sur costarricense[23], donde las escasas fuentes de trabajo coexisten con fuertes volúmenes de Población en Edad Activa (PEA) fruto de las altas tasas de fecundidad y de inmigración acumulada[24] de décadas anteriores.

 

 

 

 

 

 

 

BIBLIOGRAFÍA

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Ilustraciones


[1] Término popular que designa a los naturales del Valle Central de Costa Rica.

[2] Hall, Carolyn “Costa Rica, una interpretación geográfica con perspectiva histórica” San José: Editorial Costa Rica, 1984, p. 169 citando a Jeffrey Cassey (“Limón 1880-1940. Un estudio de la industria bananera en Costa Rica” San José:  Editorial Costa Rica, 1979, pp.43-46) redunda en la idea que “el contrato Cortés-Chittenden (…) permitió a la compañía desarrollar nuevos enclaves de plantaciones en tierras vírgenes en los valles de Parrita, Térraba y Coto Colorado”. Por su parte, Sandner “La colonización agrícola de Costa Rica” San José: Instituto Geográfico Nacional, Tomo I, 1964, p. 82, afirma: “La bajura Sureste de Costa Rica estaba casi despoblada cuando la Compañía Bananera inició sus actividades”.

[3] Memorandum de G.P. Chittenden a la Comisión de Hacienda del Congreso Nacional, Limón, 26 de septiembre de 1934. Colección de Leyes de Costa Rica, año 1934, Imprenta Nacional, San José, 1935, p. 489.

[4] Decreto-Ley N° 30 de 10 de diciembre de 1934. Artículo 1°, cláusula segunda.

[5] León Cortés, presidente de Costa Rica y George Peters Chittenden, apoderado generalísimo de la Compañía Bananera de Costa Rica.

[6] Ley n°133 de 23 de julio de 1938, Gaceta n°165 de 24 de julio de 1938 en Compañía Bananera de Costa Rica, Chiriquí Land Company, United Fruit Company “Leyes, contratos y resoluciones relativas a las industrias de banano, abacá, cacao y palma africana oleaginosa. 1930-1953”, p. 33.

[7] La sigatoka negra es una enfermedad en la hoja del banano que causa disminución en el área de la hoja, maduración prematura del fruto y pérdidas de hasta el 50% de los cultivos. Ploetz, Randy “The most important disease of a most important fruit, Black sigatoka of banana”. http://www.apsnet.org/education/feature/banana/Top.html

[8] Para protegerse de la Ley Antimonopolio estadounidense, la UFCo se ve obligada a crear una subsidiaria en Costa Rica. El 19 de septiembre de 1930 con la formación de la Compañía Bananera de Costa Rica, se inicia el traslado de operaciones hacia el Pacífico costarricense.

[9] “Son terrenos baldíos todos los comprendidos en los límites de la República, que no pertenecen con título legítimo a los particulares. Los terrenos baldíos, ya estén situados en las islas, ya en tierra firme, pertenecen al Estado”. Código Fiscal de 1885, párrafo XIV, art. 508 en Sandner “La colonización …”, Tomo I, p. 152.

[10] Desde 1930 existía debate en la prensa en torno a las maniobras de la UFCo. En 1934 la Liga Progresista de El Pozo protestó ante el Congreso contra la ocupación de las tierras en la milla fluvial en los ríos Grande de Térraba y Sierpe, máxime cuando algunas áreas ya se hallaban ocupadas. Cerdas, op.cit., pp. 130-133.

[11] Vía férrea estatal construida en 1927. Mayor información sobre las actividades y contratos de la Chiriquí Land Company se halla en:  Colectivo “Panamá  y la Frutera. Análisis de una confrontación económico-fiscal” Panamá: Imprenta Universitaria, 1974. Miralles Gonzáles, Miguel «Historia humana y económica de Puerto Armuelles» Panamá: Editorial Mizrachi y Pujol, S.A., 2001,  pp. 34-45.

[12] Contrato n°13 del 19 de julio de 1927. En 1950 el contrato se prorrogó 29 años más, su fecha final de vencimiento quedó para el 15 de marzo de 1986. El impuesto sobre las exportaciones de bananos se fijó en un centavo los primeros siete años y luego en dos centavos, mientras que en Costa Rica fue de dos centavos. Kepner, Charles y Soothill, J.H. “El imperio del banano. Las compañías bananeras contra la soberanía de las naciones del Caribe”, Ediciones del Caribe, México, 1949, p. 95.

[13] 1 acre = 0,40469 hectáreas

[14] Memorando de la Compañía Bananera dirigido a la Secretaría de Hacienda previo a la aprobación del Decreto-Ley N° 323, (Contrato de 1948), 7 agosto 1947. Según este contrato el Estado se compromete en no gravar la industria del cacao ni de la palma africana oleaginosa (Art.n°3).

[15] Decreto-Ley N° 323 de 27 de diciembre de 1948, Imprenta La Nación, San José, 1949, pp.13-14.

[16] La finca Webb, situada en el margen norte del río Grande de Térraba y Puerto Cortés, contaba con 833,3 hectáreas (2.000 acres). Jones, op.cit., p.13.

[17] La extensión cultivada estaba compuesta de 10.878 hectáreas de banano, 4.655 de cacao, 4.666 de palma, 1.296 de teca, 5.545 de potreros y 47 hectáreas en cultivos varios. Por otra parte, la Compañía tenía una extensión de 24.000 manzanas (16.783,2 hectáreas, 1 manzana=0,6993 hectáreas) arrendadas a 1.251 particulares. Rojas, Álvaro “La gran plantación bananera en Costa Rica”, MAG, Departamento de Planeamiento y Coordinación, s.f., p.18-19.

[18] En 1969 la United Fruit Company se fusionó con otras empresas para formar la United Brands. En 1990 United Brands cambió su nombre por el de Chiquita Brands International a donde pertenece Palma Tica.

[19] Compañía Palma Tica y Panamá. Plano General de Operaciones Palma Aceitera. Escala 1: 200.000, junio 1989. Barú Panamá, la filial panameña, cultivaba 2.516 hectáreas en tierras pertenecientes a la Chiriquí Land Company. A partir del mapa no podemos inferir si se trata de un proceso de recampesinización o bien una concentración productiva basada en grandes explotaciones.

[20] En el Registro de la Propiedad aparecen 18 fincas que pertenecieron a la Bananera y que fueron vendidas o donadas al Estado en 1975, su área total suma 2.680,6 hectáreas. La superficie de las 51 fincas y lotes en manos de la Compañía se halla repartida esencialmente entre los cantones de Limón (1.632 has.), Quepos (1.213 has.), Osa (1.071 has.),  Golfito (612 has.) y Parrita (519 has.). Sin embargo, no se pudieron obtener datos sobre el área bajo explotación de las empresas Numar S.A. y Palma Tica S.A. ambas pertenecientes al grupo Chiquita Brands. Estas empresas ocupan tierras que en su día pertenecieron a la Compañía Bananera de Costa Rica.

[21] Para mayor información sobre los cambios operados en el mercado bananero nacional y las verdaderas causas del abandono remitirse a Garnier, Leonardo y otros “Costa Rica: las vicisitudes de una política bananera nacional” pp. 99-129 en “La economía bananera y las organizaciones de los trabajadores en la década de los ochenta en América latina” San José: Ediciones FLACSO / CEDAL / FES, 1988.

[22] Un análisis de la coyuntura económica de principios de los años 1980 se halla en Rovira Mas, Jorge “Costa Rica en los años 80” San José: Editorial Porvenir, 1987, pp. 62-95.

[23] Según el Índice de Desarrollo Social (IDS), los cantones integrantes de la región del Pacífico sur costarricense, Osa, Golfito y Corredores,  ocupan las posiciones 73, 75 y 65 respectivamente sobre el total de 81 cantones del país. Entre 1984 y el 2000, estos cantones han retrocedido 8, 4 y 5 posiciones respectivamente en la escala nacional. Los datos cantonales del IDS, también llamado Índice de Rezago Social, se hallan en González Quesada, Mª Elena “Índice de Rezago Social” San José: documento inédito, INEC, 2002, Anexo 1, p.26. http://www.inec.go.cr

[24] La Población en Edad Activa (PEA) del cantón Osa en el 2000 representa el 66,68% de la población total, fruto de las altas tasas de fecundidad (incrementadas por la inmigración de mujeres de edades comprendidas entre los 12-34 años) y la inmigración acumulada (principalmente masculina según revelan los índices de masculinidad de los grupos etarios mayores) patente a la vista de los saldos migratorios netos de 1950 (50,96%) y 1963 (25,24%). Censos de población 1950, 1963, 2000, DGEC.

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Lea además: La Historia de la Plantación Bananera en Centroamérica —Historia de las Bananeras en Centroamérica: Honduras, Guatemala, Nicaragua y Costa Rica

Bananeras de Puerto Armuelles agosto 24, 2008

Posted by BPP in Agricultura, Agroindustria, Bananeras, Barú, Chiriquí, Historia.
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BANANERAS EN PUERTO ARMUELLES

Para mucha gente que no conoce Puerto Armuelles, siempre la visualizan igual o semejante a Changuinola en Bocas del Toro, que es un poblado inserto en medio de las plantaciones de banano, sin embargo, las bananeras de la Chiriquí Land Company (Chirilanco o CLC) subsidiaria de la United Fruit Company, estuvieron localizados hacia el noreste de la ciudad de Puerto Armuelles a una distancia no menor de 7.5 km.  El banano era cultivado y empacado en las fincas y transportado por vías férreas hacia el muelle fiscal de Puerto Armuelles cada día en horas de la noche, luego de la jornada diurna y vespertina de preparación del producto en las empacadoras de cada finca bananera en producción.

Ver foto satelital de ubicación de algunas de las fincas bananeras al NE de Puerto ArmuellesLas fincas bananeras estuvieron localizadas en el distrito de Barú, corregimiento de Puerto Armuelles. Todas las fincas bananeras de la Chiriqui Land Company tenian nombres de árboles conocidos en la región.

Las fincas bananeras de la División Bananerfa del Pacífico de Panamá estuvieron localizadas en el distrito de Barú, corregimiento de Puerto Armuelles. Todas las fincas bananeras de la Chiriqui Land Company tenían nombres de árboles conocidos en la región. Fuente: http://www.andresz.com/Mapas/046%20PUERTO%20ARMUELLES.jpg

Lo más interesante de las fincas bananeras de Puerto Armuelles, además de su producción de bananos era su nombre.  Cada finca fue denominada con el nombre común de una especie de árbol de la región. Así tenemos los nombres de algunas de las fincas que existieron: Finca Corredor, Finca Caoba, Finca Almendro, Finca Sigua, Finca Quira, Finca Berbá, Finca Jobito, Finca Jocote, Finca Manaca, Finca Corotú, Finca Lima, Finca Jagua, Finca Pino, Finca Majagua.  Estas fincas están unidas físicamente a la producción bananera de la zona sur de Costa Rica inmediata con nombres de fincas tales como: Finca Cocos, Finca Laurel, Finca Caimito, Finca Tamarindo, Finca Palma, Finca Cañazas entre otras.  Todas estas fincas tanto del lado panameño como las del lado costarricense eran explotadas por la misma compañía conocida localmente como «Mamita Yunai» (que significaba la Madre United Fruit Company).

Vista de un plantación de bananos en Finca Blanco, División bananera del Pacifico en Panamá

Vista de un plantación de bananos en Finca Blanco, División Bananera del Pacífico en Panamá. Fuente: http://www.panoramio.com/photo/315170

A continuación un magnífico artículo de periodista chiricana Flor Bocharel publicado en La Prensa el 27 julio de 2003, que nos habla de la historia de las bananeras en Puerto Armuelles:

Adiós a la ‘Banana Republic’

Luego de ocho décadas de presencia estadounidense en la producción de banano, los obreros piden un cambio de actitud

Flor Bocharel N.
Especial para La Prensa
negocios@prensa.com

Fotos cortesía Chiriqui Land Co.
La bananera en sus inicios

PUERTO ARMUELLES, Chiriquí. -El 30 de junio de este año, tras ocho décadas de influencia extranjera en la producción de banano, la actividad pasó a manos de los productores del distrito de Barú.

Durante esas ocho décadas, costumbres y hasta vocablos extranjeros se arraigaron en la idiosincrasia de los baruenses y de los habitantes de la provincia de Chiriquí en general.

La producción del «oro verde», como se le llamó por muchos años al banano, nació en el distrito de Barú cuando aún esa región no tenía esa categoría, pues era una comunidad del distrito de Alanje conocida como «Rabo de Puerco».

En su libro Historia Humana y Económica de Puerto Armuelles, Miguel Miralles González destaca que la empresa Chiriquí Land Company (CLC), subsidiaria de la norteamericana United Fruit Company, se estableció en las llanuras de la costa del Pacífico limítrofe con Costa Rica desde 1927, al adquirir 17 mil acres de terreno del estadounidense C. W. Muller, y concertó contratos con la Nación para el uso del ferrocarril y la construcción de ramales.

Las tierras adquiridas por Muller pertenecieron a una empresa azucarera que se estableció en el área entre 1916 a 1928.

El primer embarque de banano se hizo a través de un muelle de cemento arrendado por el gobierno a la empresa frutera, que consistió en 750 racimos de banano despachados al puerto de San Francisco, en Estados Unidos, a bordo del vapor San José.

Las primeras fincas bananeras fueron Progreso, Las Huacas, La Esperanza Butch, La Colcha, Cedro, Los Olivos, Malagueto, Aguacatón, Aguacate, Guácimo, Berbá, Manaca, Guayacán, La Ceiba, Corredor, Sigua, Cocos, Corozo, Bongo, Bogamaní, Higuerón, Javillo, Zapatero y Burica; el primer gerente fue Henry Sterling Blair.

La actividad económica de Puerto Armuelles giró en torno a la producción bananera, pues la empresa estadounidense hizo grandes inversiones sociales en el área; de ahí viene el mote de «Banana Republic».

Influencias y aportes

La mayoría de las viviendas del distrito de Barú guardan la forma arquitectónica distintiva de la empresa extranjera: edificios de madera de dos altos, mallas contra insectos, techo de dos aguas y amplios balcones.

Perdura un club de golf, deporte considerado para privilegiados, donde muchos porteños aprendieron a jugar. La Escuela de Las Palmas, donde los hijos de los capataces, gerentes y empleados de jerarquía fueron educados.

Miralles en su libro destaca que el 15 de julio de 1927 el presidente de Panamá, Rodolfo Chiari, y Henry Sterling Blair firmaron el contrato número 13 entre la Nación y la CLC, donde se le otorgaba a la empresa el derecho de construir ramales para la explotación agrícola de banano, uniendo así los poblados de Puerto Armuelles, Progreso y David.

Se establece la construcción de acueductos, hospitales, dispensarios, radio, teléfono, telegrafía, canales de riego y muro de contención.

Miralles señala que el primer automóvil en Barú, fue un Ford de 1928, propiedad del gerente de la bananera. Las calles eran de arena. Igualmente, la empresa frutera trajo los primeros aviones en ese año: unas avionetas de dos alas que aterrizaban en la desaparecida pista de Cuervo, ubicada entre dos filas de árboles de teca.

La empresa también aportó el primer carro bomba del área. En 1930, donó un Ford modelo T, equipado con un tanque con capacidad para 60 galones de agua y una manguera de 100 pies de largo.

La empresa frutera construyó el primer hospital de Barú, donde no sólo se atendían pacientes de la compañía, sino de la comunidad en general.

En cuanto a los productos extranjeros, estos se transportaban en los barcos de la compañía para hacer peso y poder navegar hasta Puerto Armuelles a buscar banano. Por ello, los porteños podían adquirir pantalones caqui y sombreros «Stetson» a precios irrisorios.

El whisky White Label costaba 2.50 dólares la botella; la cerveza Milwaukee, 0.15 centésimos cada una, y los zapatos Flor-shein, 13 dólares el par. La caja familiar de «corn flakes» de Kellogs la obtenían a 0.25 centésimos.

Carlos Franceschi Bonilla es hoy administrador de la finca bananera independiente de Divalá Los Angeles; es hijo de Carlos Franceschi Trujillo, perito agrónomo que fungió como asistente del superintendente de finca de la CLC.

Franceschi recuerda que en la década del 50, la fruta se exportaba en tren hacia el muelle, ubicado en la ciudad de Puerto Armuelles. En esa época, los obreros ya se habían organizado en un sindicato, pero la empresa controlaba la situación por su influencia dentro de la sociedad.

Entre los privilegios que tenían los hijos de los mandadores, administrativos, gerentes y superintendentes estaba el pago de la Escuela en Las Palmas, destaca Franceschi. El mismo recibió clases en ese centro educativo de formación bilingüe con profesores traídos desde Estados Unidos. Recuerda que los salones estaban bien equipados con acondicionadores de aire para soportar las altas temperaturas de esa ciudad costeña.

La actividad económica de Puerto Armuelles giró en torno a la producción bananera, pues la empresa estadounidense hizo grandes inversiones sociales en el área.

«La rutina estudiantil comenzaba bien temprano, a las 5:00 a.m., ya que muchos alumnos tenían que trasladarse desde las fincas bananeras y debían abordar dos transportes hasta Puerto Armuelles», recuerda.

Luego de seis años de estudio, muchos de esos niños, continuaban su formación académica en Estados Unidos. Viajaban a ese país a bordo de los barcos que conformaban la flota blanca de la CLC.

Franceschi asegura que en esa época se vivían tiempos de bonanza; la pequeña ciudad de Armuelles se veía pujante, próspera, y era el lugar ideal para vivir una juventud agradable.

En cuanto al trabajo que realizaba su padre, señala que desde las 4:00 a.m., don Carlos iniciaba los preparativos para administrar mil hectáreas de banano en Finca Corredor.

El recorrido diario lo hacía a bordo de un Jeep CJ 5, vehículo que la empresa ponía a orden de los mandadores y capataces. El trabajo debía realizarse sincronizadamente entre el cultivo y la comercialización, a fin de evitar pérdidas porque el producto es perecedero.

Franceschi señala que los tiempos «buenos» fueron mermando por las constantes huelgas. Adicionalmente, la empresa ya no aportaba de buena gana privilegios y beneficios a los empleados.

Una imagen que no podrá borrar de su mente fue la primera huelga, registrada en 1960, en la que miles de trabajadores bananeros marchaban gritando consignas.

Los familiares de los administrativos se mantuvieron encerrados en el hotel de Finca Corredor.

La radio sindicalista

El Sindicato de Trabajadores de la Chiriqui Land Company (SITRACHILCO) nació el 13 de noviembre de 1960, pero antes de esta agrupación obrera, hubo algunos amagos de sindicalismo.

¿Qué es Charco Azul? marzo 2, 2008

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¿Qué es Charco Azul?

La Bahía de Charco Azul es una entrante marina localizada al extremo oeste de Panamá, justo al este de la Península de Burica, forma parte del Golfo de Chiriquí. Está localizado en la base de la Península de Burica en el Distrito de Barú, Corregimiento de Puerto Armuelles.

El nombre «Charco Azul» proviene de la abrupta profundidad de esta entrante, en donde la plataforma continental es estrechísima en este punto. Tan sólo adentrando unos cuantos metros al océano se puede alcanzar una profundidad inferior a los 200 m[1] . Toda la región de Burica es una zona de fosas, asi tenemos además la misma costa de la ciudad de Puerto Armuelles que es profunda a muy corta distancia. También existen las fosas marinas de Charco de Balsa y el Charco Limones ubicados a medio camino hacia la Punta Burica. En Charco Balsa en décadas pasadas arribaban ballenas jorobadas con crías.

Esta peculiaridad ha traído consigo el uso de esta zona de desembarcadero de grandes barcos petroleros, como punto terminal de un oleoducto que recorre el Istmo de Panamá.

Este esta fosa marina a orillas de la costa está el conjunto de muelles petroleros denominados Charco Azul.

Puerto de Charco Azul

El terminal petrolero de Charco Azul esta diseñado para manejar crudo y otros derivados del petróleo, los cuales transporta a través de Panama por tuberías a través de la costa del Pacifico.

Esta ubicado en el distrito de Baru, Puerto Armuelles, Provincia de Chiriqui, a 8°, 12′ y 31 segundos de latitud Norte, y 82°, 52′ y 25 segundos de longitud oeste.

Esta integrado por dos muelles de carga y descarga de crudo, que puede permitir el atraque de tanqueros de 28,000 a 265,000 toneladas de capacidad, los cuales pueden ser descargados a una rata de aproximadamente 100,000 b.p.h., a través de 4 acoplamientos de 16 pulgadas cada uno.

La rata promedio de descarga del crudo es de aproximadamente 40,000 b.p.h., la cual se logra con bombas centrifugas localizadas cerca del area de tanques. Las ratas mayores o menores se pueden lograr si se solicitan. La eslora mayor de los barcos recomendada es de 1,100 pies y el calado de 80 pies.

Los productos son recibidos y almacenados en 3 tanques de 2.5 millones de barriles. Pueden ser transportados a otros barcos o bombeados a través del istmo vías, tuberías similares a los de Chiriqui Grande.

Otros tanques complementarios permiten recibir y almacenar varios productos refinados.

La capacidad total de almacenaje de productos de petróleo es de 400,000 barriles. Los productos pueden ser almacenados en tanques flotantes o fijos sin sistemas de aislamiento o calentamiento.

El muelle No.2 se atienden los barcos de 25,000 a 200,000 toneladas y con un máximo de 70 pies de calado. Tiene tres brazos de descarga con adaptadores de 16, 14 o 12 pulgadas, los cuales se conectan a los barcos. Las barcazas son atendidas en el lado Sur del muelle, donde se emplean mangueras de 10, 8 o 4 pulgadas para descargarla.

El terminal puede recibir [[ fuel oíl]] residual, combustible marino, diesel liviano. La mezcla de estos grados básicos se realizan mediante un sistema de tuberías internas de los tanques para lograr la viscosidad requerida por el equipo de bombeo.

Las ratas de descargue pueden variar entre 7,000 y 25,000 b.h.p. dependiendo de las bombas de los barcos y de las lineas que se emplean, y de 2,000 a 10,000 b.h.p. de carga dependiendo del producto y la línea empleada.

El servicio de pilotaje se ofrece 24 horas al día, de acuerdo con las normas establecidas por la Empresa. Las barcazas pueden alquilarse con 72 horas de anticipación.

También se ofrece servicio portuario completo, tales como boyas, mangueras, lanchas, barcazas, agentes navieros, compañías de inspección, etc.

Ademas se cuenta con equipo adecuado para combatir incendios en los muelles, tanques y otras áreas sensitivas. Los recursos fundamentales son agua e inyección de espuma.

También se cuenta con un buen sistema anticontaminante, el cual incluye dos barcos para limpiar derrames, 7,000 pies de muros de contención y equipo misceláneo. Si se necesita algún equipo adicional este se solicita a la compañía [[US Clean Caribbean Corporation]], una entidad especializada de la cual PTP es miembro activo.

PTP genera su propia energía para operar el terminal y su personal, entrenado en Panama y en otros países, tiene mas de 16 años de experiencia en el negocio del petróleo. Esta empresa continuara dejando su legado en el area y explotando su creciente potencial.

Ubicación

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El oro verde y la United Fruit Company en Panamá marzo 2, 2008

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El oro verde

Después de más de 70 años de operación en Puerto Armuelles, Chiquita Brands deja el negocio de la producción de fruta y vende sus activos a los trabajadores

Ana Teresa Benjamín
abenjami@prensa.com

Finca Las Delicias, 1921

Michael Theodore Snyder se casó en 1890 con Seveline Elizabeth Matthews, y vivían en una casa de madera de dos pisos en la ciudad de Bocas del Toro, cuando Bocas todavía estaba inundada de mar y enfermedades.

La ciudad se había expandido sobre un manglar pantanoso y malsano, donde los edificios se conectaban por pasadizos angostos sobre el agua. El terreno incentivaba la malaria y la fiebre amarilla, entre otras enfermedades.

Tal vez no era el mejor sitio para vivir, pero sí para hacer negocio. Snyder había fundado, junto con sus hermanos Charles Louis y Joseph Alfred, la Snyder Brothers Banana Company, que tuvo sus sembradíos de banano a lo largo de la Laguna de Chiriquí, en Cricamola, Chiriquí Grande, Robalo, Uyama, Caucho y Monkey Cay.

Muy pronto dejarían de estar solos. Los Snyder decidieron unirse a Minor C. Keith, que ya tenía un imperio bananero en Costa Rica, para continuar la producción y venta de la fruta. Bocas creció a la par del negocio bananero y otros grupos económicos comenzaron a interesarse en la actividad. Uno de ellos fue la United Fruit Company (UFC).

La UFC se formó en 1899 de la fusión de la Boston Fruit Company y las compañías de Minor C. Keith. Ese mismo año, la UFC también compró la compañía de los hermanos Snyder. Fue así como empezó la actividad de la transnacional estadounidense en Panamá.

 

Decadencia en Bocas, auge en el Pacífico

Entre 1930 y 1940, la producción de banano en la provincia de Bocas del Toro llega a sus niveles más bajos debido a la aparición de la sigatoka. El personal clave y de alta jerarquía administrativa fue trasladado desde Bocas hacia las nuevas divisiones de la empresa ubicadas en el lado Pacífico panameño. Otra parte se fue a Golfito, en Costa Rica.

Uno de los primeros pobladores de la región baruense fue Eliseo Serna, quien se estableció allí cuando el territorio aún era selvático, por el año 1910. Serna había trabajado con Snyder en Bocas del Toro y viajó hacia el Pacífico cuando se enteró de que la United Fruit Company estaba gestionando con el gobierno panameño su traslado a Chiriquí.

En 1914 se hizo el primer intento de colonización masiva en el lado del Pacífico panameño, cuando la compañía azucarera estadounidense Panama Sugar Company estableció en Progreso sus oficinas principales. Luego, esta empresa se declararía en quiebra y sus propiedades fueron embargadas por el Banco de Chiriquí y Charles Wilson, quienes las vendieron a la UFC.

En 1924, un contrato del gobierno con la compañía norteamericana G.G. Way para la construcción de un ferrocarril entre Rabo de Puerco y Concepción, trajo como consecuencia inmediata el establecimiento de la industria bananera en el Pacífico.

Ya para 1926 una comisión de agrónomos y científicos de la UFC arribaba a la zona baruense para encontrar tierras aptas para el cultivo de banano.

En 1927, cuando la recién formada Chiriqui Land Company (Chirilanco) estaba ya por Chiriquí, Serna tenía grandes plantaciones de banano y se las vendió a la transnacional. En 1927 la empresa firma su primer contrato de concesión con el Estado, con el cual se le da derecho de construir y poner en servicio una o más vías férreas del ferrocarril nacional que une a Puerto Armuelles y Progreso, además de utilizar ilimitadamente los recursos naturales, construcción de represas y acueductos, plantas eléctricas, fábricas, hospitales, escuelas, viviendas… La Chirilanco construyó toda la infraestructura que necesitaba en el Pacífico, tal como lo había hecho en el Atlántico.

En 1935 comenzó la construcción de proyectos de vivienda, con una clara diferencia para los jefes norteamericanos, los supervisores y los trabajadores. Es así que se creó una «zona americana», un «spanish town» y un «servant city».

El primer embarque de fruta se hizo el 22 de enero de 1929 hacia San Francisco y constó de 750 racimos de banano. A medida que crecían las exportaciones y aumentaba la población en Puerto Armuelles, en las áreas de las fincas se levantaban barracas y se nombraba a las fincas con nombres de árboles del lugar, como Níspero, Palo Blanco, Baco, Balsa y Guayacán, entre otros.

La actividad disminuyó durante los años de la II Guerra Mundial, ya que dejó de plantarse banano para cultivar cáñamo de Manila, una planta biológicamente similar al banano, pero que se utilizaba para producir fibras para sogas.

 

Cambio de dueño

Oficina de la United Fruit Company en la isla de Bocas del Toro, a principios del siglo XX, al fondo, al centro.

Más de 70 años después de esos primeros viajes exploratorios a Chiriquí y del establecimiento de la empresa en el Pacífico panameño, la transnacional, hoy Chiquita Brands Company, decide vender sus activos de la subsidiaria Puerto Armuelles Fruit Company (PAFCO). Llevaba 100 millones de dólares en pérdidas acumuladas en los últimos cinco años, y Chiquita no estaba dispuesta a seguir subsidiando la operación.

La operación no fue fácil. Pasaron varios meses antes de que PAFCO y los sindicalistas agrupados en SITRACHILCO lograran ponerse de acuerdo sobre los términos de la venta, no sin el papel decisivo del gobierno, que a mediados de junio dio luz verde al contrato entre el Estado, PAFCO y SITRACHILCO, suscrito preliminarmente en abril de 2003.

En la práctica, el contrato significa que los mismos trabajadores que durante años mantuvieron tensas relaciones con la empresa, son los dueños hoy de las tres mil hectáreas que PAFCO arrendaba al Estado por 700 mil dólares anuales en Puerto Armuelles.

La transacción tuvo un precio de 20 millones de dólares con un contrato de compra exclusivo de la fruta con Chiquita por un período de 10 años. En la operación fueron liquidados 2 mil 800 trabajadores, aunque se prevé que muchos de ellos comenzarán a trabajar en COOPSEMUPAR, la cooperativa de trabajadores de la SITRACHILCO que negoció con PAFCO.

Chiquita, por su parte, aún opera las poco más de cinco mil hectáreas en donde cultiva banano en la provincia de Bocas del Toro.

Publicado originalmente en La Prensa el 27 de julio de 2003.

La Guerra de Coto, Panamá-Costa Rica de 1921 marzo 1, 2008

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La Guerra de Coto, Panamá -Costa Rica de 1921

La Guerra de Coto fue un conflicto bélico surgido entre Panamá y Costa Rica que ocurrió entre el 20 de febrero de 1921 hasta inicios de marzo de ese año; cuando una fuerza expedicionaria dirigida por el coronel Héctor Zúñiga Mora, ocupó en nombre de Costa Rica la localidad de Pueblo Nuevo de Coto, un caserío en las márgenes del río del mismo nombre que pertenecía al distrito de Alanje, en la provincia panameña de Chiriquí; la invasión se justificó por el hecho de que no se tenía una frontera definida entre Costa Rica y Panamá. Esta ha sido por ahora, la única guerra que ha tenido Panamá como nación independiente.

Esta invasión encendió el nacionalismo tanto en Costa Rica como en Panamá. En la capital San José y en el resto de Costa Rica se organizaron voluntarios y fuerzas regulares para defenderse de los panameños. En Panamá, en especial la provincia de Chiriquí, se organizó de la misma manera para defender el acto de invasión.

A pesar que Panamá ganó la guerra en el aspecto bélico, tuvo que ceder ese territorio por presión de los Estados Unidos, bajo el Fallo White a pesar que toda la población que vivía en esa área, cerca de mil habitantes, era en su totalidad panameña.

Guerra de Coto
Fecha 20 de febrero de 1921–
5 de marzo de 1921
Lugar Pueblo Nuevo de Coto y oeste de Bocas del Toro
Resultado armisticio; pérdida de Pueblo Nuevo de Coto y oeste de la cuenca del Sixaola por parte de los panameños
Beligerantes
Costa Rica Panamá
Comandantes
Julio Acosta García Manuel Quintero Villareal
Fuerzas en combate
~70
(en Coto)
Bajas
48 0

Antecedentes

La frontera entre Panamá y Costa Rica no estuvo bien delimitada desde la época colonial. En 1573, Felipe II de España suscribió un contrato con el capitán Diego de Artiesa y Chirinos. En este contrato estableció que el límite con Costa Rica al sur se extendía, «todo lo que corre la tierra al ducado de Veraguas (oeste de Panamá)», sin embargo los límites del ducado de Veraguas nunca fueron definidos con claridad en esa época y con el paso del tiempo dicho territorio cambiaba de extensión. En ocasiones se refería al cabo Gracias a Dios entre Honduras y Nicaragua como límite entre Norteamérica y Sudamérica; en otras el límite se ubicaba sobre la actual provincia de Veraguas.

En 1821 el istmo de Panamá se libera del yugo español y había decidido unirse a la Gran Colombia. En 1836 se produjo la llamada «Usurpación Colombiana», en que este país se adueñó del territorio que actualmente es la provincia de Bocas del Toro, que pertenecía a Costa Rica y que no pudo hacer nada al respecto. En 1856, 1865 y 1873 se realizaron tratados limítrofes, pero no fueron ratificados por ambos gobiernos. En 1880, Colombia se apoderó de Cocales de Burica, por tal motivo, el 25 de diciembre de 1880, los representantes de Costa Rica y de Colombia, decidieron someter el arbitraje de esta demarcación limítrofe al Rey Alfonso XII de España, pero este tratado fue desconocido por Colombia.

En 1896, en Bogotá, se firmó una nueva convención, la cual sería arbitrada por el entonces presidente de Francia, Emile Loubet. El 11 de septiembre de 1900 se emitió el Fallo Loubet, pero no fue aceptado por Costa Rica, ya que perjudicaba a este país y otorgaba a Colombia más territorio disputado, en especial la cuenca del río Sixaola.

En 1905, luego de separarse Panamá del territorio colombiano, se intentó firmar un tratado con el nuevo gobierno panameño, pero no fue ratificado por éstos. En 1914 se hicieron nuevas negociaciones, donde el arbitraje fue realizado por el fiscal general de los Estados Unidos. Se conoció como el Fallo White, dictado el 12 de septiembre de 1914, donde el gobierno panameño se mostró descontento con la resolución, ya que dicho fallo beneficiaba a Costa Rica. Así el statu quo se mantuvo por muchos años hasta el inicio de la guerra.

Los combates [editar]
Descripción de la Guerra de Coto en 1921.

Descripción de la Guerra de Coto en 1921.

La guerra se libró en dos lugares. El primer lugar fue en Pueblo Nuevo de Coto y en los alrededores del río Coto en el sector del Pacífico. En esta área las fuerzas costarricenses sufrieron la derrota. El segundo escenario fue en el Atlántico, al oeste de la provincia de Bocas del Toro, aunque sin enfrentamientos, los costarricenses obtuvieron la victoria.

El 22 de febrero, las fuerzas panameñas bajo el mando del capitán Juan B. Grimaldo, del teniente Francisco Benítez y del subteniente Joaquín Amaya, junto con 50 ó 60 policías provenientes de David, partieron en tren hacia La Concepción, para luego continuar a La Pita, Divalá y Progreso, para viajar después a pie hacia Coto. Los chiricanos organizaron en David la Primera Compañía de Voluntarios de David, que partiría una vez el tren volviera de La Concepción; bajo el mando del coronel Laureano Gazca partió de La Concepción un contingente llamado «Los 13 voluntarios de Bugaba».

Dentro del país había un serio problema con obtener las armas para defenderse, por dos razones: la disolución del ejército panameño que comandaba el general Esteban Huertas en 1904, por temor a un golpe de Estado; y la exigencia de las autoridades estadounidenses de que se entregaran armas de largo alcance. Así se hizo en 1915, pero el presidente Belisario Porras conservó secretamente 50 fusiles en el edificio de la Presidencia con sus respectivas municiones; así con este arsenal y otras armas, el presidente Porras ordenó la movilización general para la guerra no declarada. El presidente nombró al general Manuel Quintero Villareal (veterano de la Guerra de los Mil Días) como jefe de las fuerzas policiales que irían a Chiriquí.

En la madrugada del 23 de febrero, 53 policías y cuatro oficiales partieron del Muelle Inglés en la ciudad de Panamá en el vapor Veraguas bajo el mando de Quintero y en compañía del gobernador de la provincia de Panamá, Rodolfo Estripeaut. Luego de 44 horas de travesía, el general Quintero y sus hombres llegaron a Rabo de Puerco (hoy Puerto Armuelles). Quintero estableció allí su centro de operaciones y ordenó la partida de los 53 policías en un tren de la Panama Sugar Company hacia Progreso para proseguir a pie hasta Coto. Dicha tropa estuvo al mando del subteniente Justiniano Mejías, con la orden de tomar Coto por todos los medios necesarios. Cada uno de los hombres iba armado con una carabina Springfield calibre 30 y dos fornituras de 60 tiros cada uno.

Después de atravesar a pie varios ríos, pantanos y otros obstáculos, los 53 oficiales y voluntarios se encontraron el 26 de febrero en el río Lagarto, con los policías que venían de David y a los 13 voluntarios de Bugaba, quienes estaban armados de machetes y dos escopetas. Todos quedaron bajo el mando de Mejías. Todos llegaron a Coto al amanecer del 27 de febrero.

Mientras los panameños se organizaban para cumplir sus órdenes, dos costarricenses que recorrían el lugar fueron capturados. Para mayor sorpresa uno de ellos resultó ser el coronel Zúniga Mora, jefe la expedición de Costa Rica, y el otro era el coronel Daniel González. Ambos aseguraron que estaban de cacería. Mejías exigió a Zúniga Mora la rendición del desatacamento; los expedicionarios costarricenses no tuvieron más remedio. Los panameños habían recobrado Coto sin combate, tenían a los ticos de prisioneros y se reforzaron con más fusiles y municiones.

Mejías temía la llegada de refuerzos costarricenses por el río Coto, por lo que ordenó que exploraran el lugar, ubicar a los centinelas y tomar posicines entre los bosques y manglares. En la tarde del 27 se acercaba la motonave La Sultana con tropas costarricenses que arengaban ánimos a su país y a su presidente Julio Acosta, confiados de que el destacamento de Zúñiga Mora los iba a recibir. Al toque de corneta los panameños abrieron fuego de fusiles y a los pocos minutos la motonave encalló y sus tripulantes se rindieron con el resultado de cinco muertos, nueve heridos y 54 prisioneros. Se dispuso que los heridos y prisioneros fueran llevados en La Sultana hacia Rabo de Puerco. Un grupo de chiricanos al mando del coronel Gazca, tuvo la misión de tomar la nave y partir en la mañana del 28 de febrero para navegar por el Golfo Dulce hasta llegar al destino.

En la mañana del 1 de marzo arribó el navío costarricense La Estrella ignorando lo ocurrido y tuvo un desenlace similar al de La Sultana. En la lucha hubo 27 muertos, numerosos heridos y gran cantidad de armas cayeron en manos panameñas, distribuyéndose entre la Primera Compañía de Voluntarios de David.

Al atardecer de ese día llegaba otro navío, La Esperanza con 56 soldados y voluntarios, también ignoraban que no los esperaban los hombres de Zúñiga Mora, el desconocimiento fue tal, que cuando llegaron, en la proa del navío se puso un fonógrafo tocando las notas del himno nacional de Costa Rica; esto comenzó un tiroteo matando al que puso el fonógrago. Daniel Herrera, quien comandaba el navío creyó que era una equivocación pero no fue así y siguió el tiroteo dejando como resultado 16 muertos, entre ellos el propio Herrera y numerosos heridos y 46 prisioneros.

El 2 de marzo los prisioneros costarricenses fueron llevados a Rabo de Puerco, algunos a David y otros a la isla de Taboga.

Muchos más panameños, provenientes de todo el país, llegaron a Rabo de Puerco para ir a pelear en Coto, pero ya la contienda había terminado.

En Bocas del Toro, la situación era completamente diferente. Con la ayuda del ferrocarril de la United Fruit Company, unos mil soldados costarricenses bien armados y dirigidos por oficiales veteranos ocuparon sin lucha Guabito, Almirante y Changuinola el 4 de marzo. Los panameños de esa área se quedaron esperando los refuerzos desde la capital con sus armas. Superados en número y en armamento no tuvieron más opción que replegarse.

Desenlace

Desde el 4 de marzo la guerra toma un giro inesperado. En la bahía de Charco Azul, en Chiriquí, apareció el acorazado Pennsylvania con órdenes de proteger a los ciudadanos e intereses estadounidenses en la zona. Igualmente apareció el crucero Sacramento en la costa atlántica el 5 de marzo. Estados Unidos exigió a ambos países el cese de hostlidades y el retiro de las fuerzas de beligerantes. Sin más opciones, los hombres de ambos mandos abandonaron sus posiciones.

En David los expedicionarios panameños fueron recibidos como héroes por la población y un homenaje similar recibieron en la capital el general Quintero y sus hombres del presidente Porras y de la ciudadanía.

Panamá fue obligada por Estados Unidos a aceptar el fallo White y a ceder la región de Coto a Costa Rica, los problemas limítrofes entre ambos países fueron superados definitivamente con la firma del tratado Arias-Calderón Guardia en 1941.
Fuente: Wikipedia (1 de marzo de 2008). La Guerra de Coto

Chiriquí se convierte en segundo destino aéreo internacional del país enero 13, 2008

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Beneficios. Nueva línea aérea realizará viajes hacia Costa Rica

Chiriquí es el segundo destino aéreo del país

El aeropuerto Internacional Enrique Malek se ha convertido en un punto importante para la llegada y partida de turistas.

Miguel Santamaría
Epasa

Progreso. Cuatro proyectos de mejoras se llevaron a cabo en el aeropuerto.

La incursión de una nueva línea aérea que realizará vuelos directos desde la ciudad de San José, capital de Costa Rica, a la ciudad de David y viceversa, posiciona a la cabecera de la provincia de Chiriquí como el segundo destino aéreo del país.

De manera oficial, la aerolínea TACA brindará este servicio a partir de enero de 2008 a los usuarios interesados en viajar a esta capital centroamericana. De hecho es la segunda compañía en ofrecer esta ruta entre ambas ciudades, ya que la empresa Air Panama también vuela hacia este destino.

Vuelos. Durante los últimos años, el aeropuerto Internacional Enrique Malek se ha convertido en un punto importante para la llegada y partida de vuelos que sobrepasan nuestras fronteras. Lo que fomenta actividades relacionadas con el comercio y el turismo en la región.

Inés Esquivel, directora Regional de la Autoridad de Aeronáutica Civil (AAC), informó que en la actualidad en el terminal aéreo despegan vuelos internacionales hacia San José los días lunes, miércoles y viernes. Ahora se anexará el día sábado para extender este servicio.

“Esto va a permitir que haya más oferta para la clientela que hace uso de esta ruta”, indicó.

Manifestó que los vuelos que ofrecen ambas compañías aéreas no van a coincidir.

Mejoras. A la Autoridad de Aeronáutica Civil le corresponde dar la mayor comodidad a los pasajeros, conforme a las condiciones del Enrique Malek.

Cabe señalar que durante el 2007, se realizaron cuatro proyectos esenciales para mejorar la seguridad del aeropuerto.

Esquivel especificó que se concluyó con la instalación de la cerca perimetral, cuyo costo fue de B/. 80 mil.

Por otra parte, se invirtieron B/. 720 mil para establecer el VOR-DME, un instrumento utilizado en el tráfico aéreo.

Además, se rehabilitó la calle de acceso al aeropuerto por B/. 349 mil y se construyeron las instalaciones del Cuerpo de Bomberos Aeronáutico por un valor de B/. 135 mil.

Turismo. Wee Ming Fung, presidente de la Cámara de Turismo de Chiriquí, califica de positivo el interés de que otra línea aérea adicione dentro de sus rutas directas los viajes hacia ambas ciudades.

«Entre más vuelos internacionales podamos conseguir de manera directa o indirecta hacia la ciudad de David, se va hacer una realidad el despegue de la industria turística en Chiriquí”, dijo.

Señaló que existen otras aerolíneas interesadas en prestar el servicio aéreo hacia las ciudades de ambos países.

El gigante parece estar dormido: Volcán Barú enero 11, 2008

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CHIRIQUÍ.

Volcán Barú no es una amenaza

Boris Gómez
Laprensa@prensa.com

Los científicos que por un año hicieron estudios del volcán Barú en Chiriquí confirmaron que los temblores de mayo de 2006 que azotaron Boquete se debieron a una actividad volcánica muy profunda, pero no hay indicios de que se vuelva a presentar.

 

chiriquí. Temblores de 2006 tuvieron origen primario en actividades volcánicas.

Informe geológico deja tranquilos a boqueteños

Ni los temblores, ni la red sismológica indican el advenimiento de una nuevo episodio por el momento.

La inversión en sismógrafos por parte del Estado para este estudio fue de 50 mil dólares.

ESPECIAL PARA LA PRENSA/B. Gómez
ESTUDIO. Ubicado 15 kilómetros al este del área de cerro Pando, es el punto geográfico más alto del país.

Boris Gómez
BOQUETE, Chiriquí

La Secretaría Nacional para la Ciencia y la Tecnología (Senacyt) reveló los detalles del estudio geológico que se inició en enero del pasado 2007 en el área del volcán Barú.

Los científicos determinaron que los temblores registrados en mayo del año 2006, y que alarmaron a la comunidad de Boquete, tuvieron origen primario en actividades volcánicas, pero no son el indicio de que en un futuro cercano se registrará otra erupción o un nuevo episodio volcánico.

Volcán Barú

Foto: Printking-Flickr.com. Vista del Volcán Barú.

Julio Escobar, secretario nacional de Senacyt, explicó que la interpretación de un grupo de científicos es que el origen primario de esos temblores fue una actividad volcánica muy profunda, en la que se liberaron gases que lubricaron las placas tectónicas superficiales de la región y que dieron por resultados los temblores del año 2006 en Boquete.

Cima del Volcán Barú

Foto: A. Rodríguez- Flickr.com. Cima del Volcán Barú

Ni los temblores, ni la red sismológica indican el advenimiento de un nuevo episodio por el momento. Los científicos aseguran que las condiciones del volcán Barú nos permitirían percatarnos como mínimo un mes antes o varios meses de un nuevo episodio», dijo Escobar.

Los secretos del Volcán

Para los ciudadanos de las tierras altas chiricanas, en los alrededores del año 1950 no llegó el holocausto debido a la invasión de las culturas europeas, sino que pudo ser por la erupción que se registró, confirmó el propio Escobar.

La cultura de Barriles, que ha dejado múltiples muestras de su presencia en zonas cercanas a la localidad de Volcán, en el distrito de Bugaba, pudo haber sido una de las más afectadas, aunque serán los arqueólogos los que darán más detalles, dijo Escobar.

Moradores de tierras altas siempre se han preguntado cuál fue la razón por la que esta civilización desapareció solo dejando rastros de orfebrería y utensilios, y la respuesta puede estar en aquella erupción de mediados del siglo XVI, donde fueron castigadas las zonas de Boquete, Volcán y Cerro Punta o Caizán.

En aquellas zonas, a una distancia similar, en caso de una futura situación sísmica se pueden presentar avalanchas de lodo, flujo de cenizas ardientes y nubes de cenizas, y son riesgos que se deben tomar en serio por lo que generación tras generación tenemos que aceptar que convivimos con volcanes activos, tanto el de La Yeguada como el Barú.

La inversión en sismógrafos por parte del Estado fue de 50 mil dólares y varios miles dólares más en cuanto a capacitación de funcionarios, explicó Escobar.

Hablan los boqueteños

La maestra jubilada Adela de Montenegro relató que sus ancestros decían que cuando los cultivos crecían en forma desmedida se podría presentar una erupción.

Mientras tanto Carlos Enrique Landau, empresario hotelero, dijo que el informe de Senacyt es tranquilizador y está seguro que las declaraciones de los científicos van a crear más confianza en la comunidad.

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Ver además: Informe del Servicio Geológico de Estados Unidos sobre la investigación de los sismos de 2006 en Boquete.

Puerto Armuelles, Tierra de las Arenas agosto 22, 2007

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Puerto Armuelles, Tierra de las Arenas

Puerto Armuelles es la capital política y económica del Distrito de Barú, localizado en el extremo suroccidental del Istmo de Panamá. Es la ciudad más alejada de la capital panameña con una distancia aproximada de poco más de 550 km.

Mire a Puerto Armuelles en:

1- Puerto Armuelles en OpenStreetMap (OSM)

2- Puerto Armuelles en MapQuest Open

3- Ubicación Puerto Armuelles en Panamá (Google Maps)

Puerto Armuelles visto desde un satélite

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SI UD. ES DE PUERTO ARMUELLES AGREGUE INFORMACIÓN AQUÍ: http://www.guiarte.com/destinos/centro-america/poblacion_panama_puerto-armuelles.html

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Debido a que el pueblo de Barú creció muy rápidamente, desde la llegada de sus primeros pobladores, el Presidente Juan Demóstenes Arosemena lo constituyó en una Comarca. Los primeros pobladores fueron Eliseo Serna y Pablo Castillo Araúz, quienes se dedicaron a la cría de cerdos (puercos) y otras actividades en el lugar, llamado «Rabo de Puerco» en la desembocadura del Río que también se llama Rabo de Puerco. El 27 de febrero de 1924 se le cambió el nombre por Puerto Armuelles. El primer Alcalde de Barú fue Teodicio Rodríguez y el Capitán del Puerto, Fidel Hernández.

El nombre Puerto Armuelles proviene del apellido del Coronel Tomás Armuelles, veterano de la Guerra de Coto que pereció el día 18 de marzo de 1921 en un accidente ferroviario en el Puerto de Pedregal en David y en su honor se cambió el nombre de Rabo de Puerco por el de Puerto Armuelles.

Puerto Armuelles, Av. del Malecón

Es conocida como tierra de las arenas debido a que la mayor parte del área urbana donde se edificó la ciudad y las barriadas de la United Fruit Company está compuesta de suelo totalmente arenoso. Algunas barriadas como Barriada El Carmen (antiguo Silver City) eran comunidades con suelo evidentemente arenosos de origen marino. De hecho el nombre silver city, no sólo tuvo una connotación social, sino que se debió a la textura del terreno donde fue asentada.

Técnicamente la ciudad (sitio urbano como tal) de Puerto Armuelles (no el corregimiento que es mucho más extenso) se extiende desde el Río San Bartolo al este hasta el Río Corotú en el oeste, al sur el Oceáno Pacífico y al norte limita con el territorio construido de Agua Buena, Monteverde y Altos de San Vicente.

Silve City, Barriada El Carmen calle principal

Antiguamente Silver City. Hoy Barriada El Carmen, calle principal.

Como su nombre lo indica, Puerto Armuelles es una región de puertos. En la actualidad tiene 4 puertos de gran calado para el arribo de barcos. El muelle fiscal, ubicado en el Barrio Nacional en el centro de la ciudad y a orillas del Golfo de Chiriquí fue uno de los principales sitios de exportación de bananos durante varias décadas hastas finales de los noventa (1990). Poco a poco a caido en desuso y el abandono, típico de administraciones corruptas e incapaces, que nos les importa con que patrimonio de esta naturaleza e importancia se pierda.

Puerto Armuelles malecón

Vista de la playa al lado del muelle fiscal de Puerto Armuelles y el malecón.

Puerto Armuelles, Silver City, El Carmen

Barrio Nacional en el Centro de Puerto Armuelles.

La década de 1970, 1980 fueron las épocas de oro de la exportación de bananos desde desde este puerto hacia puertos europeos. En la actualidad sólo barcos de pesca cargan combustible y se aprovisionan en este muelle.

Los otros tres muelles, corresponden a un juego de muelles que conforman las instalaciones de Petroterminales de Panamá (PTP) que están ubicados en la famosa Bahía denominada Bahía de Charco Azul, que consiste en una fosa marina de varios cientos de metros de profundidad, ya que en todo el sector periférico de la Península de Burica casi no existe plataforma marina continental. Estos muelles en la actualidad son funcionales, pero están operando a baja capacidad en comparación la década de 1980 y principios de 1990, cuando, luego del desastroso derrame de petróleo del barco petrolero Exxon Valdés, el negocio de la PTP decayó enormemente. También influyó el hecho que EEUU dejara de utilizar las reservas de petróleo de Alaska hasta un segundo momento de necesidad.

La ciudad cosmopolita en el último rincón del país

Puerto Armuelles es el centro urbano más distante de la ciudad de Panamá, capital de República. Está localizado a 500 km de distancia, sin embargo es hoy por hoy, así como lo fue en el pasado, el lugar de país más cosmopolita y con comportamiento social urbano similar a un residente de la capital. En las áreas rurales por su parte, existe una población campesina con hábitos sociales, similares con el resto de la provincia de Chiriquí.

Ese aspecto cosmopolita se consolidó por la gran afluencia de marineros de todas partes de mundo, por la economía estilo norteamericano, por la cercanía de la frontera con Costa Rica y por la gran distancia de la ciudad capital.

Clases sociales o castas asociados a la actividad bananera

La United Fruit Company, conocida en sus mejores momentos, como «Mamita Yunai» diseño un sistema de escala social en la actividad bananera que explotaba, basado en las responsabilidades e ingresos de sus trabajadores. Así se construyeron barriadas con nombres similares a Estados Unidos como la barriada California, Los Angeles, San José, Spanish Town, entre otras. Por ejemplo, la barriada Los Ángeles y San José fueron diseñadas para empleados administrativos de características urbanas, oficinistas y afines. También para trabajadores calificados de los talleres de electricidad, telefónica, ebanistería y mecánica. También se creó la Barriada Fábrica de Cajas, que era para los obreros que laboraban en la fábrica de cajas que utilizaba la compañía.

La barriada Spanish Town fue construida para jefes de niveles medios en diferentes infraestructuras y actividades de la empresa, tales como jefes de muelles, de locomotoras, talleres y actividades afines.

La mejor barriada de Puerto Armuelles se le llamó La Zona, hoy conocida como Barriada Las Palmas, ya que era un emporio similar en arquitectura y urbanismo a la antigua zona del Canal. Se trataba de la barriada donde vivía la gente «rica» y poderosa de Puerto Armuelles. Se trataba de lo jefes y ejecutivos de más alto rango de la empresa: Gerente General, Subgerente, Superintendentes y cargos afines. Ellos vivían en un mundo de privilegios y comodidades realmente envidiables. Eran casas enormes de dos pisos, garages, espaciosas áreas verdes con jardineros, mozos pagados por la empresa y empleadas de oficio, usualmente pagadas por ellos mismos. Tenían una escuela primaria y secundaria con calendario de clases norteamericano, más club social de lujo, canchas de golf, de golfito, de beisbol.

En la década de 1980 la carencia de casas hizo crisis y comenzaron a proliferar las comunidades de precaristas en antiguos sitios ocupados por la United Fruit Company, tal es el caso de la Barriada El Retorno, que se asentó en un antiguo vertedero de basura; Flor de Lima y Corazón de Jesús en antiguas fincas de propietarios privados.

POR FAVOR. ESTE SÓLO ES UN BOCETO DE HISTORIA DE PUERTO ARMUELLES.

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LA IDEA ES ARMAR UNA HISTORIA COLECTIVA DE PUERTO ARMUELLES

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Charco Azul

Puerto Armuelles se llena de nostalgia junio 26, 2006

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CHARCO AZUL. LOS PORTEÑOS ESPERAN QUE OXY, UNA EMPRESA ESTADOUNIDENSE, ESTABLEZCA UNA REFINERÍA.

Puerto Armuelles se llena de nostalgia

El bajón del negocio bananero en la cabecera del distrito de Barú, en la provincia de Chiriquí, ha provocado una intensa migración hacia otras áreas de la provincia. De los más de 46 mil habitantes que eran en 1990, en 2000 eran unos 22 mil. En los mejores tiempos había hasta 10 mil trabajadores en las bananeras, ganando hasta 2 mil dólares mensuales. Los ‘menos afortunados’ tenían salarios de 300 mensuales. El pueblo era una algarabía de gente, fiesta y dinero.

Ana Teresa Benjamín
Flor Bocharel Q.
Fotos: Demóstenes Angel

panorama@prensa.com

Todo comienza aquí, entre la humedad de los bananales. El trabajo de corte está organizado en cuadrillas de dos jornaleros, que deben cortar un número determinado de racimos para llenar los contenedores.697205 Dicen los que lo conocen bien que Puerto Armuelles ya no es el de antes. La actividad comercial ha bajado drásticamente y no extraña: 60% de los porteños está desempleado.

En los 34 años que lleva viviendo, Edgar Alexander Martínez no ha conocido otra cosa que la savia pegajosa del racimo recién desgajado del guineo verde.

«Toda mi vida he estado aquí», cuenta, casi con pena, mientras en el caserío de Finca Blanco de las bananeras de Puerto Armuelles la lluvia no termina.

Edgar es jornalero y nunca pensó que la bonanza del negocio bananero acabaría algún día. No tenía por qué, después de todo, porque desde que pudo abrir sus ojos no vio otra cosa que bananales inmensos y barcos grandísimos que llegaban al puerto a recoger la fruta que él cortaba.

Puerto Armuelles fue, por décadas, un remolino constante. Los jornaleros cortaban la fruta que se empacaba y viajaba, en tren, hasta el ‘mismísimo’ puerto. Allí entraban en acción los hombres curtidos del muelle, los mejor pagados. Para producir la fruta se había creado una fábrica de cajas y, para mantener en condiciones los equipos, un taller electromecánico.

Este ir y venir propició la apertura de restaurantes, bares y prostíbulos. Hasta un buen cine había y también clubes sociales. Eso sí, uno para la alta administración, otro para el pueblo.

Desde siempre, claro, Edgar supo que la dueña de todas las plantaciones, de todas las máquinas, de casi todo Puerto Armuelles, no era otra que Mamita Yunait.

«Mamita» empleaba a casi todos, pagaba salarios de oro, proveía el transporte escolar, recogía la basura, y hasta les vendía la cerveza a los trabajadores allí mismo, en los comisariatos de las fincas.

Quizás por eso es que Edgar no se sentía ni un poquito incómodo cuando se le quemaba un foco de la casa donde vivía y se sentaba a esperar que algún empleado de la Chiquita Brands llegara a reemplazarlo. «La casa no era mía», decía.

Pero ahora solo llueve. Sin más alegría que la esperanza. Edgar espera al tercer hijo y el piso de madera de la casa donde vive se deshace con las polillas.

«Antes, la cosa estaba mejor», cuenta Yeimy, su esposa. «Antes no pagábamos agua ni luz», agrega. «Cuando llegaba la quincena había plata. Ahora compras el alimento y ya se va».

Por su trabajo, Edgar recibe ahora unos 100 dólares mensuales, después de todos los descuentos comerciales y la deducción para la cuota del Seguro Social. Resulta, sin embargo, que la atención que recibe en el Seguro es a medias. «Te atienden, pero a la hora de buscar las medicinas no te las dan», cuenta.

La Cooperativa de Servicios Múltiples de Puerto Armuelles (Coosemupar), la dueña del negocio bananero desde el 30 de junio de 2003, tiene una deuda de 3 millones de dólares con la institución y lejos está de saldarla.

Aunque gorda, estos millones son la mínima parte de las deudas pendientes de Coosemupar: en total se deben 34 millones de dólares, una cantidad de dinero que está por estrangular a la cooperativa y que amenaza con desaparecer a los últimos 2 mil 800 trabajadores que todavía dependen de lo que antes fue la próspera actividad del «oro verde».

La tristeza de un puerto

Todos dicen lo mismo. Casi no importa que suene a cliché, porque en Puerto Armuelles parecen pensar que todo tiempo pasado fue mejor.

Lo dice Carlos Maestre, por ejemplo, director médico del Centro de Salud de pueblo, que pareciera que está por derrumbarse. «Me tocó ver cómo cayó Puerto Armuelles», relata, mientras saca cuentas mentales para decir, por fin, que en tres años la cantidad de pacientes que atiende ha bajado 40%. «Se han ido a David, a Paso Canoa, a Concepción», explica.

Los números le dan la razón. En los censos de 2000 -cuando la crisis bananera ya había empezado y prometía empeorar- la cantidad de habitantes de Puerto Armuelles (cabecera del distrito de Barú) era de 22 mil 755 personas. Diez años antes eran muchísimos más: 46 mil 93.

Y es que Puerto Armuelles era, sin duda, un imán. Un muellero ganaba fácilmente 2 mil dólares al mes y el peor pagado se hacía 300.

Precisamente este auge atrajo a Eustaquio González, hace quién sabe cuántos años. A los 12 años se sintió lo suficientemente hombre como para buscar empleo. Salió de Gualaca, su pueblo natal, y atravesó el río Chiriquí para alcanzar la ciudad de David. Allí trabajó un tiempo, reunió unos «realitos» y se puso como destino Rabo de Puerco, el antiguo nombre de Puerto.

«Hablé con el foreman de Finca Lechoza, y como era muy joven me asignaron el trabajo de ‘yardero», cuenta hoy, sentado en las escaleras desvencijadas de la otrora gloriosa oficina central de Chiquita en el pueblo.

González consiguió un cuarto en los campamentos de la finca y compraba comida en los comisariatos. «La leche costaba 10 centésimos el litro; y la carne, 50 centésimos la libra». Pero ahora la historia es muy distinta.

Dice Magaly Cubilla -ahora directora del Primer Ciclo de Puerto Armuelles- que el principio del final empezó en 1981, cuando la compañía cerró el Departamento de los Comisariatos, en donde trabajaba su padre, Domingo Cubilla.

Lo que pareció un desastre al principio, al final fue un salvavidas. Como para Domingo fue muy claro que Chiquita no duraría para siempre, ligero mandó a sus hijos a David, para que terminaran sus estudios. «Fui a la universidad manejando taxi en el día», cuenta la profesora.

Por eso que, hoy día, la directora es una de las pocas en Puerto que no depende directamente de la bananera para sobrevivir.

Sin embargo, tampoco ella pierde las esperanzas en la fruta. «Yo creo en la rehabilitación de las bananeras», comenta, sin olvidar ese proyecto que todos comentan y que dicen será, por fin, el remedio contra todos los infortunios: la refinería en la bahía de Charco Azul.

«Le apostamos a la refinería», dice Carlos Carbonó, presidente de la Cámara de Comercio de Puerto Armuelles. Una refinería de la cuarta petrolera más grande de Estados Unidos, la Oxy. Un proyecto de 6 mil millones de dólares que todavía está en veremos.

Una esperanza que, después de todo, sigue siendo gringa.

La otra ‘zona’ en Panamá

En Puerto Armuelles nadie habla de césped ni de grama; todos allí le dicen «yarda». Si se pregunta por un capataz es probable que pocos entiendan, porque en el pueblo todos los conocen por el «foreman».

Puerto Armuelles nació bajo el paraguas de Chiquita Brands que construyó carreteras, viviendas y alcantarillados alrededor de miles de hectáreas de tierras que utilizó, por décadas, para la siembra del banano.

En los mejores tiempos se vendieron 40 millones de cajas; hoy, no salen ni 10 millones.

Como un pequeño reino estadounidense, los barrios de Puerto tenían nombres en inglés. La Buena Vista de hoy, por ejemplo, se llamaba Spanish Town. La Barriada El Carmen era la Silver City, la barriada de los muelleros.

La zona más exclusiva era Las Palmas, en donde hoy funciona Las Palmas School. No todos entraban a «la zona», por supuesto. Había garita para controlar las entradas y salidas.

La compañía también construyó casas en barrios a los que llamó California y Los Ángeles. Los trabajadores que no vivían en las bananeras tuvieron la opción de comprar casas a muy bajos precios en estos lugares.

Puerto Armuelles se llena de nostalgia junio 26, 2006

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CHARCO AZUL. LOS PORTEÑOS ESPERAN QUE OXY, UNA EMPRESA ESTADOUNIDENSE, ESTABLEZCA UNA REFINERÍA.

Puerto Armuelles se llena de nostalgia

El bajón del negocio bananero en la cabecera del distrito de Barú, en la provincia de Chiriquí, ha provocado una intensa migración hacia otras áreas de la provincia. De los más de 46 mil habitantes que eran en 1990, en 2000 eran unos 22 mil. En los mejores tiempos había hasta 10 mil trabajadores en las bananeras, ganando hasta 2 mil dólares mensuales. Los ‘menos afortunados’ tenían salarios de 300 mensuales. El pueblo era una algarabía de gente, fiesta y dinero.

Ana Teresa Benjamín
Flor Bocharel Q.
Fotos: Demóstenes Angel

panorama@prensa.com

Todo comienza aquí, entre la humedad de los bananales. El trabajo de corte está organizado en cuadrillas de dos jornaleros, que deben cortar un número determinado de racimos para llenar los contenedores.697205 Dicen los que lo conocen bien que Puerto Armuelles ya no es el de antes. La actividad comercial ha bajado drásticamente y no extraña: 60% de los porteños está desempleado.

En los 34 años que lleva viviendo, Edgar Alexander Martínez no ha conocido otra cosa que la savia pegajosa del racimo recién desgajado del guineo verde.

«Toda mi vida he estado aquí», cuenta, casi con pena, mientras en el caserío de Finca Blanco de las bananeras de Puerto Armuelles la lluvia no termina.

Edgar es jornalero y nunca pensó que la bonanza del negocio bananero acabaría algún día. No tenía por qué, después de todo, porque desde que pudo abrir sus ojos no vio otra cosa que bananales inmensos y barcos grandísimos que llegaban al puerto a recoger la fruta que él cortaba.

Puerto Armuelles fue, por décadas, un remolino constante. Los jornaleros cortaban la fruta que se empacaba y viajaba, en tren, hasta el ‘mismísimo’ puerto. Allí entraban en acción los hombres curtidos del muelle, los mejor pagados. Para producir la fruta se había creado una fábrica de cajas y, para mantener en condiciones los equipos, un taller electromecánico.

Este ir y venir propició la apertura de restaurantes, bares y prostíbulos. Hasta un buen cine había y también clubes sociales. Eso sí, uno para la alta administración, otro para el pueblo.

Desde siempre, claro, Edgar supo que la dueña de todas las plantaciones, de todas las máquinas, de casi todo Puerto Armuelles, no era otra que Mamita Yunait.

«Mamita» empleaba a casi todos, pagaba salarios de oro, proveía el transporte escolar, recogía la basura, y hasta les vendía la cerveza a los trabajadores allí mismo, en los comisariatos de las fincas.

Quizás por eso es que Edgar no se sentía ni un poquito incómodo cuando se le quemaba un foco de la casa donde vivía y se sentaba a esperar que algún empleado de la Chiquita Brands llegara a reemplazarlo. «La casa no era mía», decía.

Pero ahora solo llueve. Sin más alegría que la esperanza. Edgar espera al tercer hijo y el piso de madera de la casa donde vive se deshace con las polillas.

«Antes, la cosa estaba mejor», cuenta Yeimy, su esposa. «Antes no pagábamos agua ni luz», agrega. «Cuando llegaba la quincena había plata. Ahora compras el alimento y ya se va».

Por su trabajo, Edgar recibe ahora unos 100 dólares mensuales, después de todos los descuentos comerciales y la deducción para la cuota del Seguro Social. Resulta, sin embargo, que la atención que recibe en el Seguro es a medias. «Te atienden, pero a la hora de buscar las medicinas no te las dan», cuenta.

La Cooperativa de Servicios Múltiples de Puerto Armuelles (Coosemupar), la dueña del negocio bananero desde el 30 de junio de 2003, tiene una deuda de 3 millones de dólares con la institución y lejos está de saldarla.

Aunque gorda, estos millones son la mínima parte de las deudas pendientes de Coosemupar: en total se deben 34 millones de dólares, una cantidad de dinero que está por estrangular a la cooperativa y que amenaza con desaparecer a los últimos 2 mil 800 trabajadores que todavía dependen de lo que antes fue la próspera actividad del «oro verde».

La tristeza de un puerto

Todos dicen lo mismo. Casi no importa que suene a cliché, porque en Puerto Armuelles parecen pensar que todo tiempo pasado fue mejor.

Lo dice Carlos Maestre, por ejemplo, director médico del Centro de Salud de pueblo, que pareciera que está por derrumbarse. «Me tocó ver cómo cayó Puerto Armuelles», relata, mientras saca cuentas mentales para decir, por fin, que en tres años la cantidad de pacientes que atiende ha bajado 40%. «Se han ido a David, a Paso Canoa, a Concepción», explica.

Los números le dan la razón. En los censos de 2000 -cuando la crisis bananera ya había empezado y prometía empeorar- la cantidad de habitantes de Puerto Armuelles (cabecera del distrito de Barú) era de 22 mil 755 personas. Diez años antes eran muchísimos más: 46 mil 93.

Y es que Puerto Armuelles era, sin duda, un imán. Un muellero ganaba fácilmente 2 mil dólares al mes y el peor pagado se hacía 300.

Precisamente este auge atrajo a Eustaquio González, hace quién sabe cuántos años. A los 12 años se sintió lo suficientemente hombre como para buscar empleo. Salió de Gualaca, su pueblo natal, y atravesó el río Chiriquí para alcanzar la ciudad de David. Allí trabajó un tiempo, reunió unos «realitos» y se puso como destino Rabo de Puerco, el antiguo nombre de Puerto.

«Hablé con el foreman de Finca Lechoza, y como era muy joven me asignaron el trabajo de ‘yardero», cuenta hoy, sentado en las escaleras desvencijadas de la otrora gloriosa oficina central de Chiquita en el pueblo.

González consiguió un cuarto en los campamentos de la finca y compraba comida en los comisariatos. «La leche costaba 10 centésimos el litro; y la carne, 50 centésimos la libra». Pero ahora la historia es muy distinta.

Dice Magaly Cubilla -ahora directora del Primer Ciclo de Puerto Armuelles- que el principio del final empezó en 1981, cuando la compañía cerró el Departamento de los Comisariatos, en donde trabajaba su padre, Domingo Cubilla.

Lo que pareció un desastre al principio, al final fue un salvavidas. Como para Domingo fue muy claro que Chiquita no duraría para siempre, ligero mandó a sus hijos a David, para que terminaran sus estudios. «Fui a la universidad manejando taxi en el día», cuenta la profesora.

Por eso que, hoy día, la directora es una de las pocas en Puerto que no depende directamente de la bananera para sobrevivir.

Sin embargo, tampoco ella pierde las esperanzas en la fruta. «Yo creo en la rehabilitación de las bananeras», comenta, sin olvidar ese proyecto que todos comentan y que dicen será, por fin, el remedio contra todos los infortunios: la refinería en la bahía de Charco Azul.

«Le apostamos a la refinería», dice Carlos Carbonó, presidente de la Cámara de Comercio de Puerto Armuelles. Una refinería de la cuarta petrolera más grande de Estados Unidos, la Oxy. Un proyecto de 6 mil millones de dólares que todavía está en veremos.

Una esperanza que, después de todo, sigue siendo gringa.

La otra ‘zona’ en Panamá

En Puerto Armuelles nadie habla de césped ni de grama; todos allí le dicen «yarda». Si se pregunta por un capataz es probable que pocos entiendan, porque en el pueblo todos los conocen por el «foreman».

Puerto Armuelles nació bajo el paraguas de Chiquita Brands que construyó carreteras, viviendas y alcantarillados alrededor de miles de hectáreas de tierras que utilizó, por décadas, para la siembra del banano.

En los mejores tiempos se vendieron 40 millones de cajas; hoy, no salen ni 10 millones.

Como un pequeño reino estadounidense, los barrios de Puerto tenían nombres en inglés. La Buena Vista de hoy, por ejemplo, se llamaba Spanish Town. La Barriada El Carmen era la Silver City, la barriada de los muelleros.

La zona más exclusiva era Las Palmas, en donde hoy funciona Las Palmas School. No todos entraban a «la zona», por supuesto. Había garita para controlar las entradas y salidas.

La compañía también construyó casas en barrios a los que llamó California y Los Ángeles. Los trabajadores que no vivían en las bananeras tuvieron la opción de comprar casas a muy bajos precios en estos lugares.