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Los fantasmas de Puerto Armuelles septiembre 17, 2009

Posted by BPP in Bananeras, Barú, Charco Azul, Puerto Armuelles.
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Este muelle por donde salían millones de cajas de banano hacia el mundo, hoy es una ruina al borde del derrumbe.

TRAGEDIA EN LAS BANANERAS

Los fantasmas de Puerto Armuelles

CARLOS ATENCIO/GUIDO BILBAO | UNIDAD DE INVESTIGACIÓN

La Estrella de Panamá (14 de septiembre de 2009)

Lo que nunca se dijo sobre las consecuencias sociales de la fumigación en las bananeras: cáncer, esterilidad, ceguera y malformaciones. Una historia perturbadora que evidencia, sobre todo, la ausencia del Estado
CHIRIQUÍ. Puerto Armuelles es ahora un lugar de sombras. Brilla el sol más caliente de este país tropical, pero así y todo, la sensación es de oscuridad, de fría decadencia. La fiebre del oro verde bajó, es cosa del pasado y, de lo que fue, sólo quedan los recuerdos.

La realidad mezcla el desempleo, la marginalidad y la desesperanza. Las personas salen de las casas únicamente para comprar alimentos y para ir al médico. Los enfermos se cuentan a montones. La sensación, en la calle, es la de una sala de espera de hospital.

Este pueblo, a 530 kilómetros de la ciudad capital, es protagonista de un drama colectivo que duerme el sueño de los justos: miles de obreros y sus familias fueron expuestos a agroquímicos altamente tóxicos durante el boom bananero. Años y años en los que ellos mismos, sin saberlo, regaban la muerte sobre sus campos, sus casas y sobre ellos mismos. Ahora, en pleno siglo XXI, recogen el fruto menos deseado: Las flores de la muerte.

LA PESTE

Los afectados, por lo general obreros de las bananeras y sus familiares, llevan una lucha legal de trece años. Buscan que la empresa responsable, la trasnacional Chiquita Brands, pague por lo que aquí se define como un “crimen en masa” o “bombas por hectáreas” o, como prefieren los médicos, “envenenamiento”. Chiquita tenía 18 fincas que rentaban al Estado panameño por un canon mensual de 700 mil dólares. Los afectados buscan que les paguen los tratamientos médicos y también indemnizaciones, interpusieron una demanda ante el juez Mario Juárez, del Circuito Octavo del Ramo Civil de Chiriquí que supera los 42 millones de dólares. Agustín Obando, uno de los demandantes, dice que a la justicia no le tiene ninguna fe.

Este hombre que tiene 55 años pero aparenta muchos más, trabajó durante algunos meses manipulando y realizando el trabajo de fumigar las plantaciones. Roció DBCP o Nemagón. El Estado panameño permitía el uso de este tóxico que apareció en Estados Unidos hacia fines del siglo XIX. Tan viejo como la sustancia son los estudios toxicológicos de los doctores Ted Torkelson, de la empresa Dow Chemical y Charles Hines, de la Universidad de California, que hablan de los daños irreversibles en la salud. En Estados Unidos, está prohibido desde principios del Siglo XX. El Nemagón es altamente persistente y se filtra en los mantos acuíferos donde permanece hasta por 200 años. Los médicos hicieron pruebas con ratas. Demostraron que luego del contacto con dosis bajas de Nemagón tenían crecimiento retardado, daños en los pulmones y riñones y reducción en los testículos. Dosis altas o prolongadas en el tiempo, los reducían a la mitad provocando al esterilidad. Y que en los humanos las consecuencias eran similares. Según reportes de la Red de Acción en Plagicidas y sus Alternativas para América Latina (RAP-AL) en Centroamérica hay unos 26 mil trabajadores estériles a causa de la exposición a estas sustancias.

Cuando Obando entró a Chiquita Brands no sabía nada de esto. Sentía que estaba dando un paso importante en su vida. Finalmente iba a poder estar tranquilo y mantener a su hijo de meses de nacido. Corría el año 76. Obando acaba de cumplir 23.

Al ingresar a la compañía, le hicieron exámenes físicos. Le dijeron que era fuerte como un toro y lo mandaron a fumigar.

Tenía contacto diario con las sustancias tóxicas sin ningún tipo de cuidado ni entrenamiento para su manejo. A los cinco meses renunció. “No aguanté más, me fui porque me sentía mal, con mareos, dolor de cabeza, vómitos y muchas veces quedaba viendo oscurito, cocuyito, me daban convulsiones. Pero yo cometí una tontería de no ir al hospital ni nada de eso. Lo más sencillo fue salirme del trabajo. Pero ya era tarde. De ahí en adelante vinieron mis problemas”. Fueron cinco meses que cambiaron su vida para siempre y que, treinta tres años después, siguen presentes, enturbiándole la vida. Obando entre otras cosas, se volvió esteril y con el tiempo perdió la visión.

Agustín vive sin ver, preso de la ceguera y rodeado de pobreza: dos sofás despellejados, un fogón de leña en el patio, ropa amontonada sobre el otro sillón. Cuenta que la enfermedad le vino de menos a menos, hasta quedar encarcela’o en un ranchito. “Un tipo con las calamidades que yo tengo.. ¿a qué puede aspirar? Hasta la mujer se me fue porque no podía hacer nada”.

El único hijo que tuvo nació un año antes de ingresar a la bananera. “De ahí para acá hasta de engendrar me privaron”, se lamenta. Esto lo comprendió muchos años después por comentarios similares de otros obreros de las fincas, todos preocupados y sin saber porque la infertilidad cundía.

Agustín, desde el pozo de su ceguera y con dos gatos como únicos aliados en esta batalla, culpa al Estado. Lo peor de todo, dice, “es que no hay quien, no hay gobierno, no hay autoridades, no hay amigos, no hay hermanos, no hay nadie que se presente aquí y diga esta es mi mano salvadora. ¡Naaaadie! A veces solamente la fe ciega en Dios me tiene en pie, así como lo oye. Los ciegos envenenados no tenemos presidente, no tenemos patria, no somos hijos de esta patria”, explica con la virulencia de un hombre que no denuncia sino que describe su verdad.

Pese a las prohibiciones de uso en el país fabricante, el gobierno panameño permitía que se rociaran las 3 mil hectáreas sembradas de bananos con químicos como el Nemagón y el Fumazone, dos sustancias que a finales de los 60 hacían estragos en las plantaciones de República Dominicana, Costa Rica, Perú, Honduras, Nicaragua, Ecuador y Filipinas. En Panamá, según el ex defensor del Pueblo, Ítalo Antinori, esas sustancias se utilizaron hasta entrados los años 90.

LAS TRES CAMISAS

José Vega no está muerto, pero pasa sus horas en el cementerio. Remienda tumbas. Allí, a la sombra de un árbol, repite su historia que en Puerto Armuelles parece la historia de todos. Cuando tenía 15 años ingresó al campo bananero a trabajar los tres meses de vacaciones.

Empezó como barredor que pasó de oficina en oficina hasta aprender todos los trabajos de la empresa. Al final fue encargado de la oficina de Seguridad y Riesgo Laboral.

“Quizás yo tenga algo de químicos en el cuerpo, por la inhalación en 30 años”, dice, pero lo que lo salvó fue un puñado de lecturas.

Mientras que los miles de trabajadores sudaban en las plantaciones, él se interesaba por conocer más de los tóxicos. Supo temprano que todos los químicos que no usaban en Estados Unidos los regaban acá. Levanta la vista, mira el sin fin de cruces, tumbas y gallotes, y luego taconea el piso: “aquí, bajo esta tierra, hay miles de panameños que fueron desbaratados por los tóxicos. Y no importa a nadie. Me tocó ver cientos de casos de enfermos con dolor de cabeza, debilidad, problemas respiratorios, visión borrosa, vómitos, fibrilación de los músculos. La gente decía dale leche, bebe leche, no se tiene que ir al médico”.

Cuarenta años después reconoce que se jugaba con la salud de las personas. La empresa plantaba barreras de árboles ficus y papos a la vera de los caminos, afluentes de agua, y lugares poblados para mitigar el efecto de los vuelos de la muerte. “Cuando uno entraba al bananal le pegaba fuerte en la nariz, pero teníamos que trabajar así lastimosamente”, se lamenta Vega.

Pero no solamente los obreros se bañaban en Nemagón. Vega, que lleva tres camisas para protección hasta cuando sale al parque, recuerda que en Chiquita luego de poner los fertilizantes a los plantones, se regaban para la sigatoka: un insecto que vuela hasta 10 pies de altura. Usaban Ditane, un tóxico que también ponía a temblar a los obreros. También se regó Bravo, pero por ser muy tóxico se cambió, aunque todavía sigue en Honduras, Guatemala y parte de Costa Rica.

A ciencia cierta no se puede decir cuántos son los panameños afectados. Y las muertes que ya nadie investigará seguramente superan las del escándalo de envenenamiento con dietilenglicol. Sí se sabe, que el convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) obliga al Estado a que garantice a los trabajadores que no sean sometidos a condiciones de trabajo peligrosas para su salud, como la exposición a plagicidas u otras sustancias químicas.

LO QUE MÁS DUELE

Félix Antonio Ríos, es otro de los fumigados de Chiquita Brands. Vive en Progreso, en una casa rodeada de árboles frutales. En una esquina tiene un rancho, donde pasa la mayor parte del tiempo. En ese aposento tiene mesa, silla y butacas. Sobre la mesa hay un maletín de profesor. Habla como si se le atragantaran las palabras.

Lo primero que dice es que se siente culpable de la muerte de su hijo Roberto, de 24 años, de un cáncer en los testículos, cuando era estudiante de la Universidad de Panamá. Aunque le dicen que no se lo tome de esa forma, que no tiene razón, siente que así como le dio la vida a su hijo, también le regó los problemas.

Ríos ingresó con 22 años a las bananeras y fue liquidado a los 51. A simple vista es un hombre saludable, fuerte, pero por dentro lleva un historial clínico que “vuelve loco a cualquiera. A mí me preguntó un gobernador: ¿pero tú qué es lo que no tienes? Yo le dije: yo no quisiera que usted tuviera lo que yo tengo. Desde 1972 me trato por los agroquímicos, pondiéndome vacunas toda las semanas. A mí me pueden dar un millón de dólares y no me compensan los sufrimientos”.

Ríos, hay veces que no puede estar acostado. Ni sentado. Ni parado. Ni puede respirar. “La compañía sabía lo que estaba haciendo porque yo trabajé en el departamento de materiales y ahí fue donde me di cuenta de la clase de canallada que habían hecho con los trabajadores. Se regaba el Fumazone y Nemagón, dos tóxicos que inhalarlo es venenoso, el contacto con la piel es venenoso, la ingesta era sumamente venenoso. Ellos no tomaron las precauciones porque nosotros valíamos muy poco para ellos”.

El trabajo cotidiano funcionaba como cualquier otro. Les decían qué tenían que hacer y ellos lo hacían. Aplicaban las sustancias cinco horas consecutivas, todos los días. Era demasiado cinco horas. La gente la pasaba muy mal, pero en la cadena de producción se ahorraban costos. “Aquí el perjudicado no solamente era el que trabajaba: la persona que lavaba mi ropa y mis hijos que me agarraban cuando yo llegaba contaminado también. Y yo sé también que fui de los que aplicó veneno a la gente. Usted no se imagina lo que eso hace sufrir a uno. Yo fumigaba y a mi hijo Roberto le salió un cáncer”.

Félix, como la mayoría en Puerto Armuelles, se siente abandonado por la ley. Recuerda que cuando entró, el primer examen que le hicieron fue el de la próstata y si lo dejaron trabajar era porque estaba sano. Pero cuando le dieron la patadita y lo echaron, se queja de que nadie se fijó cómo él salía y así pasó con todos los trabajadores.

“Fuimos a la Asamblea en el 2003, hablamos con medio mundo, fuimos traicionados por una persona que negoció nuestras dolencias. Yo no quiero lástima, yo quiero que sean justos. Si a mí, pasado mañana, me dicen que no me toca nada, lo aceptaré porque hay personas más dañadas que yo”.

Como el caso de María Cubillas. Ella es una de las pocas mujeres que se permite hablar sobre el tema, pero antes pone algunas condiciones: que no le tomen fotos ni se le pida bajarse del taxi en el que ha llegado hasta Progreso para esta entrevista, que se realiza adentro del auto. Estamos estacionados frente a un billar en penumbra de donde salen mucho ruido.

SIN SALIDA

Es triste pero es así: la mujer recuerda y llora. Habla con un tono de voz bajito y cortado, que no le va su cuerpo. María es una mujer grande, sin residuos de juventud y la piel rayada por la dermatitis. Así, entre susurros, cuenta que una mañana ella apareció en una finca bananera con cuatro hijas en busca de trabajo y techo. Las dos cosas fueron fáciles de conseguir. Guiada por el deseo de tirar para adelante, por las hijas, firmó su contrato de trabajo. Nunca imaginó que esa decisión acabaría con dos de sus hijas antes de cumplir los 12 y que ella terminaría con asma crónico.

“Ellos trajeron a las bananeras el DBCP o Nemagón, un químico que no se usaba en Estados Unidos y que usaron acá y ese químico le provocó esterilidad a los trabajadores, eso fue lo que dio al traste con los obreros”.

Las tragedias de María son tres. Cuando murió la primera niña, de doce años, de un cáncer, hasta los médicos se extrañaron. María pensaba que la gente que moría de esa enfermedad eran viejos, no niños. Años más tarde murió su segunda hija. De asma. Como la niña estaba en primer año, ella pensaba que era la madrugada lo que le hacía mal, levantarse tan temprano, la brisa fresca del amanecer. El día que le dio la crisis no llegó a tiempo al hospital. Después de la muerte de las niñas María quedó como atontada, fuera del mundo, en medio de una penitencia inhumana. Siguió empacando parte de los 40 millones de cajas de banano que exportaba la empresa cada año. ¿Qué iba a hacer? Cuando su salud se quebró del todo, vino la pelea para que la pensionaran por un cuadro clínico de asma ocupacional. “La empresa quería doblarle el brazo a todo el mundo para no pagar. Al final los médicos se pusieron duros y me pensionaron”.

Antes de emprender el camino de regreso —sin nunca bajarse del carro—, María explica las razones de sus cuidados al hablar. Dice que esto podría dañar el proceso legal, que parece empezar a desperezarse. En agosto pasado la justicia culminó pruebas clínicas a más de 550 afectados.

Parece extraño: el país con mayor crecimiento económico de la región, que se abre a la ampliación del Canal y a la construcción del metro guarda en lo más profundo de su interior heridas que no cicatrizan. Muchos aquí se sienten fantasmas. Invisibles. Olvidados. Sin nadie a quien reclamar y con el cuerpo partido. Hombres, mujeres y niños panameños, quienes han cargado la cruz de la enfermedad a sus espaldas y de por vida. Son los fumigados. Sí, aquí, en el puente del mundo y corazón del Universo.

CHIQUITA Y VENENOSA

La United Fruit Company comenzó sus operaciones en la provincia de Bocas del Toro en el año 1899, nueve años más tarde que la Snyder Banana Co. iniciase la historia del banano en la provincia. Tras abandonar las plantaciones en Bocas, compró tierras aptas para la producción de banano en la región de Chiriquí (1923 y 1926). La compañía quería utilizar el trazado del Ferrocarril Nacional de Chiriquí —finalizado en 1927— desde Puerto Armuelles (PA) y conformar una unidad de explotación bananera sobre la región fronteriza, que enfrentaba a Costa Rica con Panamá en el plano político y económico, buscaban por el contrato bananero con la UFCo. En 1927 la empresa firmó una concesión por treinta años con Panamá para cultivar banano en el área de Chiriquí, formandose la División de Puerto Armuelles (PA), que ha variado de nombre.

CARLOS ATENCIO

El exilio inevitable

Entre 1990 y el 2000, Puerto Armuelles redujo su población a la mitad; mientras en 1990 vivían 46,093 personas, en el 2000, disminuyó a 22,075. La tragedia se consumaría para el 2020, en esa fecha, quizá, desaparezca la población.

Nuevas fotos de Puerto Armuelles 2009 septiembre 12, 2009

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Nuevas fotos de Puerto Armuelles

Nuestros amigos de Skyscrypercity han colgado en su página fotos de aficionado de Puerto Armuelles. Esperemos que las disfruten también.

Sería buena idea que el Municipio de Barú o laempresa privada a través de un patronato, financie un levantamiento completo de la historia y la vida actual del distrito de Barú. Esto incluye el rescate de fotos antiguas y actuales de Puerto Armuelles y otras comunidades que forman parte de este distrito.  Creemos que los miles de porteños que tanto aman a su tierra puede aportar para el inicio de esta obra. Quizás un Centro Cultural que incluya museo, teatro y bibliotecas sería una mejor opción.

Todo lo que se tiene en la red es aficionado, pero se requiere algo más formal y actualizado.  Eso sí no debe ser parte de la página de la gestión municipal, sino independiente.

Por supuesto que Barú también necesita tener prontamente un museo para rescatar parte de la historia que también se pierde muy rápidamente.

Bahía de Charco Azul con el Puerto de Petroterminales de Panamá.  Nótese que el barco pareciera estar varada en la playa! En realidad se trata de una fosa marina que inicia muy cercano a la costa en este sector de la Península de Burica.  Las aguas que rodean a la Península de Burica son aguas profundas por efecto de la subducción de la Placa de Cocos en la Placa tectónica del Caribe.

Bahía de Charco Azul con el Puerto de Petroterminales de Panamá. Nótese que el barco pareciera estar varada en la playa! En realidad se trata de una fosa marina que inicia muy cercano a la costa en este sector de la Península de Burica. Las aguas que rodean a la Península de Burica son aguas profundas por efecto de la subducción de la Placa de Cocos en la Placa tectónica del Caribe. Foto: Wikipedia

Puerto Armuelles en enero de 2009 enero 5, 2009

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Puerto Armuelles necesita ser rescatado

A continuación verán una serie de fotos del centro de Puerto Armuelles para el registro histórico de las condiciones de este poblado urbano de la Provincia de Chiriquí a inicios del año 2009. Urge rescatar a Puerto Armuelles con un plan integral de desarrollo para recuperar su patrimonio social, urbanístico, cultural, histórico y natural.  Puerto Armuelles necesita de un modelo de desarrollo que sea ejemplo para el país.

Conocer lo que ha pasado es importante, para comprender una serie encadenada de hechos que llevaron la economía de Puerto Armuelles al suelo.  La primera fue la pérdida del Ferrocarril Nacional de Chiriquí, décadas previo a la caída de la industria del banano.  Por supuesto que la presencia de monocultivos es la principal razón de la debacle, al ser una economía dependiente a rubros como el banano.  Una economía diversificada es la única opción que le queda al distrito del Barú. Sus principales recursos son el mar, el suelo, su gente y por supuesto su belleza natural de bosques antiquísimos en las montanas, bosques urbanos al norte de la ciudad, fauna terrestre de especies únicas en el país, además de costas y playas.

Por qué se perdió la línea férrea y la servidumbre del mismo.  Para que puede servir un ferrocarril hoy?  Hoy sería la mejor manera de llevar un nuevo turismo a Puerto Armuelles . La rehabilitación del Ferrocarril de Chiriquí desde Boquete hasta Puerto Armuelles para que sea, lo que fue una obra magnífica del Dr. Porras, y que nadie supo valorar  en Chiriquí.  Hoy para quien no sea visionario suena como si fuese un plan ambicioso. Lo que sin duda podemos decir es que parece mentira que los baruenses y chiricanos en general hayan dejado perder  una obra maestra de la ingeniería ferroviaria: el Ferrocarril de Chiriquí.

Hoy Puerto Armuelles es el fantasma que es, en parte a la falta de diversificación de su economía y eso se dió cuando nunca se priorizó el turismo, ni ningún otro conjunto de actividades económicas dentro de un modelo de desarrollo integral de una región.

Puerto Armuelles requiere que sus hijos se conviertan en héroes que lo saquen entre todos los porteños adelante con un PLAN MARSHALL de desarrollo.

Mejorar Puerto es mejorar a Chiriquí y el país.  De eso no habría la menor duda.

Fotos:  Cortesía de A. Rodríguez Vargas

Cuando se acaben las bananeras en Barú enero 4, 2009

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Cuando el banano se agote en Barú

La economía del distrito de Barú no es ni la sombra de lo que era hace décadas. Se están desarrollando otras actividades económicas, pero la región aún no despega.

MELISSA NOVOA Y FLOR BOCHAREL
mf@prensa.com

En el distrito de Barú se le llamaba el “oro verde”. Durante las últimas nueve décadas el banano fue para los pobladores de esa región sinónimo de bonanza.

La actividad llegó a generar 10 mil puestos de trabajo y hubo un fuerte movimiento migratorio al área para poder gozar de esa prosperidad. Pero hoy ese libro se está cerrando.

Nidia Medina, la gerente interventora de la Cooperativa de Servicios Múltiples de la Puerto Armuelles Fruit Company (Coosemupar), admite que para lograr la sostenibilidad financiera de la empresa es necesario aplicar líneas de acción para continuar con la operatividad.

En este caso reducir los gastos administrativos, eliminar personal que está empleado en calidad de “servicios profesionales” y cesar a los trabajadores con un alto porcentaje de ausentismo.

Según Medina -que asumió el cargo el 11 de julio de 2008- es necesario disminuir los costos operativos y mejorar las plantaciones.

A un millón 900 mil dólares mensuales ascienden los costos operativos de la empresa bananera (Ver cuadro: Gastos operativos) y a 830 mil dólares el pago de la planilla a los trabajadores por mes.

Ni las ganancias que genera la venta del banano -que son de un millón 500 mil dólares al mes- son suficientes para cubrir la operación.

Además por falta de liquidez se dejó de aplicar fertilizantes e insecticidas a las tres mil hectáreas de producción de banano, y si bien se comercializó la mitad de la producción a la empresa italiana Centro de Distribución Toscana, hubo reclamos por la fruta vendida.

Medina cuenta que cuando ocupó esta posición encontró “altísimas” cuentas por pagar, así como cuentas por cobrar de dimensiones similares. “Las cuentas reflejaban un sobregiro de un millón de dólares”, dice.

La gerente interventora de Coosemupar espera que con las medidas que está adoptando las finanzas mejoren en el primer semestre de 2009. Una tarea que reconoce titánica, pero que no resulta imposible.

En la actualidad trabajadores y administrativos de Coosemupar junto al Gobierno están barajando cuatro alternativas para solucionar su situación financiera: buscar inversionistas para asociarlos a la actividad, crear una empresa mixta, que el Gobierno continúe respaldando a la empresa si esta se reestructura o en última instancia, liquidar al personal y cerrar la empresa.

“Esta sería la última opción a tomar”, piensa Medina.

Alternativas al desempleo

“La situación está muy dura”. Así describe el alcalde Franklin Valdés lo que está pasando en el distrito de Barú.

La falta de fuentes de empleo en el lugar ha revertido la bonanza que vivía el área desde hace décadas. Ahora las personas no migran al distrito sino al contrario, están desplazándose hacia otros lugares para mejorar su calidad de vida.

A juicio de Valdés las otras actividades económicas que se están desarrollando, como la de la producción de palma aceitera y la de la zona franca de Barú aportarían puestos de empleo en la región, pero no en grandes cantidades como lo ha hecho la producción de banano.

Y aunque el Gobierno asegura que la tasa de desempleo en el distrito es de 30%, el funcionario opina que esta cifra es mucho más alta. “Hay un 60% de desempleo”, afirma.

Para intentar reactivar la economía del lugar, en octubre el Consejo de Gabinete aprobó la resolución número 185, en la cual se autoriza bajo la modalidad de financiamiento no reembolsable un fideicomiso para el Programa de la Competitividad Agropecuaria, dirigido a los residentes del distrito de Barú.

El Ministerio de Desarrollo Agropecuario (Mida) es el que se encargará de celebrar convenios con las cooperativas para que utilicen estos recursos en capacitación y en el financiamiento de actividades productivas.

Pero para implementar el fideicomiso se establecerá un consejo de desarrollo territorial público-privado en el distrito de Barú que presentará al Mida un plan de proyectos productivos que reactiven la economía de la región.

¿La esperanza del Barú?

A la zona franca y la producción de palma aceitera -actividades económicas que generan empleo en Barú- se le une la posibilidad de que allí se desarrolle una refinería que podría emplear a 6 mil personas.

Ha pasado un año desde que la empresa Qatar Petroleum y Occidental Petroleum contrataran a la empresa Foster Wheeler para realizar un estudio que determinara la configuración modular de la planta, información sobre los requerimientos de infraestructura del área y de mano de obra, así como el costo preciso de la construcción de la refinería, cuya capacidad de refinamiento sería de alrededor de 350 mil barriles de crudo diario.

Si bien se preveía que el estudio fuera entregado en agosto de este año, una nota emitida por el Ministerio de Comercio e Industrias (Mici) destaca que es posible que esta segunda fase del estudio se extienda más allá del término previsto en el memorando de entendimiento firmado entre el Gobierno y las empresas debido a que los cambios que se han dado en el mercado internacional, inciden y deben considerarse en este tipo de análisis.

Mientras se define si en Panamá se desarrollará esta refinería, otras actividades económicas tratan de cubrir el vacío que están dejando las bananeras.

La Zona Franca de Barú es una de ellas. Si bien por ella ya han pasado tres gerentes, y ha tomado más de cinco años que esta comience a tomar forma, su actual y cuarto gerente, Karim Gozaine, comenta que la situación pinta mejor.

Hasta ahora hay 10 empresas bajo el régimen de zona franca que podrían generar este año 30 millones de dólares en ventas.

Su estrategia ha sido enfocarse en atraer tiendas libre de impuesto (duty free) y aunque quisiera duplicar el número de estas, Gozaine dice que el mayor obstáculo para que se cumpla este objetivo es la falta de una infraestructura portuaria adecuada que facilite el movimiento de contenedores y barcos en el área.

Con la administración de la zona franca se ha contactado a empresas mexicanas, argentinas y brasileñas que desean invertir en el lugar, la falta de una infraestructura portuaria echa por tierra el interés de estas.

El resurgimiento de la economía baruense depende en gran medida de que esta infraestructura se desarrolle.  De no solucionarse esto en el mediano plazo, las cifras de desempleo se podrían incrementar.

Este es un tema que preocupa a las autoridades locales y a la comunidad.

¿Qué es Charco Azul? marzo 2, 2008

Posted by BPP in Charco Azul, Geología, Golfo de Chiriquí, Puerto Armuelles.
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¿Qué es Charco Azul?

La Bahía de Charco Azul es una entrante marina localizada al extremo oeste de Panamá, justo al este de la Península de Burica, forma parte del Golfo de Chiriquí. Está localizado en la base de la Península de Burica en el Distrito de Barú, Corregimiento de Puerto Armuelles.

El nombre «Charco Azul» proviene de la abrupta profundidad de esta entrante, en donde la plataforma continental es estrechísima en este punto. Tan sólo adentrando unos cuantos metros al océano se puede alcanzar una profundidad inferior a los 200 m[1] . Toda la región de Burica es una zona de fosas, asi tenemos además la misma costa de la ciudad de Puerto Armuelles que es profunda a muy corta distancia. También existen las fosas marinas de Charco de Balsa y el Charco Limones ubicados a medio camino hacia la Punta Burica. En Charco Balsa en décadas pasadas arribaban ballenas jorobadas con crías.

Esta peculiaridad ha traído consigo el uso de esta zona de desembarcadero de grandes barcos petroleros, como punto terminal de un oleoducto que recorre el Istmo de Panamá.

Este esta fosa marina a orillas de la costa está el conjunto de muelles petroleros denominados Charco Azul.

Puerto de Charco Azul

El terminal petrolero de Charco Azul esta diseñado para manejar crudo y otros derivados del petróleo, los cuales transporta a través de Panama por tuberías a través de la costa del Pacifico.

Esta ubicado en el distrito de Baru, Puerto Armuelles, Provincia de Chiriqui, a 8°, 12′ y 31 segundos de latitud Norte, y 82°, 52′ y 25 segundos de longitud oeste.

Esta integrado por dos muelles de carga y descarga de crudo, que puede permitir el atraque de tanqueros de 28,000 a 265,000 toneladas de capacidad, los cuales pueden ser descargados a una rata de aproximadamente 100,000 b.p.h., a través de 4 acoplamientos de 16 pulgadas cada uno.

La rata promedio de descarga del crudo es de aproximadamente 40,000 b.p.h., la cual se logra con bombas centrifugas localizadas cerca del area de tanques. Las ratas mayores o menores se pueden lograr si se solicitan. La eslora mayor de los barcos recomendada es de 1,100 pies y el calado de 80 pies.

Los productos son recibidos y almacenados en 3 tanques de 2.5 millones de barriles. Pueden ser transportados a otros barcos o bombeados a través del istmo vías, tuberías similares a los de Chiriqui Grande.

Otros tanques complementarios permiten recibir y almacenar varios productos refinados.

La capacidad total de almacenaje de productos de petróleo es de 400,000 barriles. Los productos pueden ser almacenados en tanques flotantes o fijos sin sistemas de aislamiento o calentamiento.

El muelle No.2 se atienden los barcos de 25,000 a 200,000 toneladas y con un máximo de 70 pies de calado. Tiene tres brazos de descarga con adaptadores de 16, 14 o 12 pulgadas, los cuales se conectan a los barcos. Las barcazas son atendidas en el lado Sur del muelle, donde se emplean mangueras de 10, 8 o 4 pulgadas para descargarla.

El terminal puede recibir [[ fuel oíl]] residual, combustible marino, diesel liviano. La mezcla de estos grados básicos se realizan mediante un sistema de tuberías internas de los tanques para lograr la viscosidad requerida por el equipo de bombeo.

Las ratas de descargue pueden variar entre 7,000 y 25,000 b.h.p. dependiendo de las bombas de los barcos y de las lineas que se emplean, y de 2,000 a 10,000 b.h.p. de carga dependiendo del producto y la línea empleada.

El servicio de pilotaje se ofrece 24 horas al día, de acuerdo con las normas establecidas por la Empresa. Las barcazas pueden alquilarse con 72 horas de anticipación.

También se ofrece servicio portuario completo, tales como boyas, mangueras, lanchas, barcazas, agentes navieros, compañías de inspección, etc.

Ademas se cuenta con equipo adecuado para combatir incendios en los muelles, tanques y otras áreas sensitivas. Los recursos fundamentales son agua e inyección de espuma.

También se cuenta con un buen sistema anticontaminante, el cual incluye dos barcos para limpiar derrames, 7,000 pies de muros de contención y equipo misceláneo. Si se necesita algún equipo adicional este se solicita a la compañía [[US Clean Caribbean Corporation]], una entidad especializada de la cual PTP es miembro activo.

PTP genera su propia energía para operar el terminal y su personal, entrenado en Panama y en otros países, tiene mas de 16 años de experiencia en el negocio del petróleo. Esta empresa continuara dejando su legado en el area y explotando su creciente potencial.

Ubicación

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Científicos estudian fractura de Panamá en Barú enero 14, 2008

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Científicos de Pensilvania realizan estudios en el distrito de Barú
REDACCION

PA-DIGITAL
Analizan comportamiento de la Zona de Fractura.

Científicos de la Universidad de Pensilvania y personal del Instituto de Geociencias de Panamá realizan en Barú mediciones para comprender el comportamiento de la Zona de Fractura del país.

Eduardo Camacho, director del Instituto de Geociencias, alegó que estos científicos realizarán las mediciones en Puerto Armuelles y Punta Burica por 10 días.

Dijo que esta es la zona más sísmica de toda Centroamérica, pero la intensidad de los sismos en Barú ha ido disminuyendo en los últimos meses. Se presenta uno cada semana.

Puerto Armuelles necesita hospital nuevo octubre 27, 2007

Posted by BPP in Puerto Armuelles, Salud.
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Crítica situación de salud

Puerto Armuelles necesita hospital y más médicos


Hernán Martínez A.
hernamart@hotmail.com

CHIRIQUÍ. El distrito de Barú, en la provincia de Chiriquí, en otra hora una pujante región con una sólida economía, hoy se ve sumido en una crítica situación motivada por la falta de empleo y por la inestabilidad económica en la principal fuente de empleo, la Cooperativa de Servicios Múltiples de Puerto Armuelles (COOSEMUPAR).

A esta realidad hay que sumarle la situación en materia de salud, donde las autoridades hacen lo posible con personal adecuado, sin embargo, las estructuras del actual hospital general Dionisio Arrocha no son las más adecuadas.

Este nosocomio fue construido hace 38 años durante la época próspera de la actividad bananera, no obstante, fue estructurado para una vida útil de 10 años.

El director médico del hospital, Onésino Alamis, manifiesta que esta unidad se mantiene trabajando gracias a la gestión del recurso humano y administrativo local y provincial con la directora administrativa de la CSS en la provincia, Evelia Aparicio de Esquivel, sin embargo, es hora de ir pensando en una nueva estructura, particularmente por las proyecciones que existen en la zona de construir una refinería de petróleo.

Señala que basado en esta proyección se plantea la necesidad de reestructurar la prestación del servicio ya sea construyendo un nuevo centro hospitalario o uno por módulos, debido a que la necesidad de prestaciones médicas se incrementaría en el área ocasionado porque el funcionamiento de la refinería contará inicialmente con una mano de obra de 7 mil trabajadores transitorios y 2 mil permanentes.

Alamis mencionó que la población del distrito que recibe atención médica en las diferentes unidades ejecutoras está por el orden de 68 mil 400 habitantes, aunque esta cifra ha disminuido en casi 7 mil debido a la emigración de personas a otros lugares por la situación económica de la zona.