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Proyecto Documental sobre la Historia de Chiriquí May 14, 2012

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HISTORIA. UN PROYECTO QUE ASUMIRÁN TRES UNIVERSIDADES.

Chiriquí rescatará su pasado

El presidente del Estado Soberano de Panamá, Vicente Olarte Galindo, viajó a David para imponer la medalla al valor a los Guaraperos sobrevivientes.

EDUARDO E. ESPINOSA

EPISODIO. Cuartel de David, el cual fue tomado por el movimiento los ´Guaraperos´, al mando de Arístides de Obaldía. Cortesía

En el pueblo de Dolega aún lo cuentan los viejos, tal como lo oyeron de sus ancestros que vivieron el drama acaecido a comienzos de 1866. En esa época gobernaba el Estado Soberano de Panamá, el general Vicente Olarte Galindo, siendo parte de los Estados Unidos de Colombia, federación que presidía el general Tomás Cipriano de Mosquera.

Había mucha efervescencia política, ya que existían sectores de la sociedad colombiana que no aceptaban la Constitución de Río Negro promovida por el presidente Mosquera y buscaban su derrocamiento. En Panamá, algunos sectores se habían hecho eco de estas disensiones.

Una revuelta se dio el 16 de febrero de 1866 en Chiriquí. La intención era deponer al general Olarte Galindo de la Presidencia del Estado Soberano de Panamá, con un movimiento que se esparciera hasta la capital.

Los Guaraperos

Según las crónicas históricas, la insurrección se hizo fuerte en el cuartel militar de David. Conocedores del hecho sedicioso, 90 hombres, entre voluntarios y reclutas, en su mayoría de Dolega, se alistaron para defender el orden y la Constitución.

Su líder fue el militar Aristides de Obaldía, por admiración llamado “El León Chiricano”, quien con arrojo y audacia logró sofocar, a sangre y fuego, la rebelión que se gestaba contra el orden constituido.

Así lograron los “Guaraperos”, apodo con que se les conoció cariñosamente, salvar el Gobierno del Estado panameño. El episodio, que fue una acción decisiva y fulminante, fue reconocido por el presidente Olarte Galindo, quien viajó desde la capital hasta Chiriquí para imponer una medalla de reconocimiento a los valientes “Guaraperos” sobrevivientes. La distinción entregada decía: “Al valor modesto y al mérito humilde. La patria agradecida”. David, 13 de agosto de 1866.

Toma de David

Otro episodio que reflejó el valor y la capacidad militar del panameño de la época fue la toma de la ciudad de David, en medio de la dolorosa Guerra de los Mil Días. Luego del desembarco del contingente liberal en Puerto Armuelles (antes Rabo de Puerco), correspondió al coronel chiricano Manuel Quintero Villarreal enfrentar a las fuerzas conservadoras en San Pablo. Esto aconteció la mañana del domingo 2 de marzo de 1902 y se prolongó hasta altas horas de la noche. Fue el combate más importante para el avance liberal, el cual tuvo como escenario las llanuras de San Pablo, entre los ríos Chirigagua y Platanal, y en donde el genio militar de Quintero Villarreal brilló.

Guerra de Coto

Otro pasaje histórico es el conflicto por la entonces región fronteriza de Coto. Comienza el 22 de febrero de 1921, cuando tropas costarricenses ocupan el sector de Coto y culmina el 4 de marzo de ese año con la victoria de las tropas panameñas en el sector Pacífico. En el lado Atlántico dominaron las fuerzas ticas.

En este pasaje brilla otra vez la estrategia militar del general Quintero Villarreal y de otros patriotas como el coronel Tomás Armuelles, quienes restablecen la soberanía nacional en Coto.

Un proyecto fílmico e histórico

La Universidad Autónoma de Chiriquí, Especializada de las Américas y la Universidad del Istmo desarrollarán un proyecto fílmico que dramatizará tres episodios históricos de la provincia de Chiriquí.

Milagros Sánchez, del Movimiento por el Patrimonio Histórico de Chiriquí, explicó que el proyecto consiste en documentar, promover y reforzar las activi- dades que se desarrollarán en la “Sala Museística Guerra de Coto”, creada en el cuartel de Los Linces, edificio erigido a mediados del siglo XIX, en el barrio Bolívar.

Las dramatizaciones serán enfocadas en el Movimiento de los Guaraperos, de 1866; la toma de la ciudad de David por las fuerzas liberales al mando del gene- ral Manuel Quintero Villarreal, ocurrida el 3 de marzo de 1902, y finalmente los incidentes de la Guerra de Coto, entre febrero y marzo de 1921.
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La Prensa, 14 de mayo de 2012

Bananeras de Puerto Armuelles agosto 24, 2008

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BANANERAS EN PUERTO ARMUELLES

Para mucha gente que no conoce Puerto Armuelles, siempre la visualizan igual o semejante a Changuinola en Bocas del Toro, que es un poblado inserto en medio de las plantaciones de banano, sin embargo, las bananeras de la Chiriquí Land Company (Chirilanco o CLC) subsidiaria de la United Fruit Company, estuvieron localizados hacia el noreste de la ciudad de Puerto Armuelles a una distancia no menor de 7.5 km.  El banano era cultivado y empacado en las fincas y transportado por vías férreas hacia el muelle fiscal de Puerto Armuelles cada día en horas de la noche, luego de la jornada diurna y vespertina de preparación del producto en las empacadoras de cada finca bananera en producción.

Ver foto satelital de ubicación de algunas de las fincas bananeras al NE de Puerto ArmuellesLas fincas bananeras estuvieron localizadas en el distrito de Barú, corregimiento de Puerto Armuelles. Todas las fincas bananeras de la Chiriqui Land Company tenian nombres de árboles conocidos en la región.

Las fincas bananeras de la División Bananerfa del Pacífico de Panamá estuvieron localizadas en el distrito de Barú, corregimiento de Puerto Armuelles. Todas las fincas bananeras de la Chiriqui Land Company tenían nombres de árboles conocidos en la región. Fuente: http://www.andresz.com/Mapas/046%20PUERTO%20ARMUELLES.jpg

Lo más interesante de las fincas bananeras de Puerto Armuelles, además de su producción de bananos era su nombre.  Cada finca fue denominada con el nombre común de una especie de árbol de la región. Así tenemos los nombres de algunas de las fincas que existieron: Finca Corredor, Finca Caoba, Finca Almendro, Finca Sigua, Finca Quira, Finca Berbá, Finca Jobito, Finca Jocote, Finca Manaca, Finca Corotú, Finca Lima, Finca Jagua, Finca Pino, Finca Majagua.  Estas fincas están unidas físicamente a la producción bananera de la zona sur de Costa Rica inmediata con nombres de fincas tales como: Finca Cocos, Finca Laurel, Finca Caimito, Finca Tamarindo, Finca Palma, Finca Cañazas entre otras.  Todas estas fincas tanto del lado panameño como las del lado costarricense eran explotadas por la misma compañía conocida localmente como «Mamita Yunai» (que significaba la Madre United Fruit Company).

Vista de un plantación de bananos en Finca Blanco, División bananera del Pacifico en Panamá

Vista de un plantación de bananos en Finca Blanco, División Bananera del Pacífico en Panamá. Fuente: http://www.panoramio.com/photo/315170

A continuación un magnífico artículo de periodista chiricana Flor Bocharel publicado en La Prensa el 27 julio de 2003, que nos habla de la historia de las bananeras en Puerto Armuelles:

Adiós a la ‘Banana Republic’

Luego de ocho décadas de presencia estadounidense en la producción de banano, los obreros piden un cambio de actitud

Flor Bocharel N.
Especial para La Prensa
negocios@prensa.com

Fotos cortesía Chiriqui Land Co.
La bananera en sus inicios

PUERTO ARMUELLES, Chiriquí. -El 30 de junio de este año, tras ocho décadas de influencia extranjera en la producción de banano, la actividad pasó a manos de los productores del distrito de Barú.

Durante esas ocho décadas, costumbres y hasta vocablos extranjeros se arraigaron en la idiosincrasia de los baruenses y de los habitantes de la provincia de Chiriquí en general.

La producción del «oro verde», como se le llamó por muchos años al banano, nació en el distrito de Barú cuando aún esa región no tenía esa categoría, pues era una comunidad del distrito de Alanje conocida como «Rabo de Puerco».

En su libro Historia Humana y Económica de Puerto Armuelles, Miguel Miralles González destaca que la empresa Chiriquí Land Company (CLC), subsidiaria de la norteamericana United Fruit Company, se estableció en las llanuras de la costa del Pacífico limítrofe con Costa Rica desde 1927, al adquirir 17 mil acres de terreno del estadounidense C. W. Muller, y concertó contratos con la Nación para el uso del ferrocarril y la construcción de ramales.

Las tierras adquiridas por Muller pertenecieron a una empresa azucarera que se estableció en el área entre 1916 a 1928.

El primer embarque de banano se hizo a través de un muelle de cemento arrendado por el gobierno a la empresa frutera, que consistió en 750 racimos de banano despachados al puerto de San Francisco, en Estados Unidos, a bordo del vapor San José.

Las primeras fincas bananeras fueron Progreso, Las Huacas, La Esperanza Butch, La Colcha, Cedro, Los Olivos, Malagueto, Aguacatón, Aguacate, Guácimo, Berbá, Manaca, Guayacán, La Ceiba, Corredor, Sigua, Cocos, Corozo, Bongo, Bogamaní, Higuerón, Javillo, Zapatero y Burica; el primer gerente fue Henry Sterling Blair.

La actividad económica de Puerto Armuelles giró en torno a la producción bananera, pues la empresa estadounidense hizo grandes inversiones sociales en el área; de ahí viene el mote de «Banana Republic».

Influencias y aportes

La mayoría de las viviendas del distrito de Barú guardan la forma arquitectónica distintiva de la empresa extranjera: edificios de madera de dos altos, mallas contra insectos, techo de dos aguas y amplios balcones.

Perdura un club de golf, deporte considerado para privilegiados, donde muchos porteños aprendieron a jugar. La Escuela de Las Palmas, donde los hijos de los capataces, gerentes y empleados de jerarquía fueron educados.

Miralles en su libro destaca que el 15 de julio de 1927 el presidente de Panamá, Rodolfo Chiari, y Henry Sterling Blair firmaron el contrato número 13 entre la Nación y la CLC, donde se le otorgaba a la empresa el derecho de construir ramales para la explotación agrícola de banano, uniendo así los poblados de Puerto Armuelles, Progreso y David.

Se establece la construcción de acueductos, hospitales, dispensarios, radio, teléfono, telegrafía, canales de riego y muro de contención.

Miralles señala que el primer automóvil en Barú, fue un Ford de 1928, propiedad del gerente de la bananera. Las calles eran de arena. Igualmente, la empresa frutera trajo los primeros aviones en ese año: unas avionetas de dos alas que aterrizaban en la desaparecida pista de Cuervo, ubicada entre dos filas de árboles de teca.

La empresa también aportó el primer carro bomba del área. En 1930, donó un Ford modelo T, equipado con un tanque con capacidad para 60 galones de agua y una manguera de 100 pies de largo.

La empresa frutera construyó el primer hospital de Barú, donde no sólo se atendían pacientes de la compañía, sino de la comunidad en general.

En cuanto a los productos extranjeros, estos se transportaban en los barcos de la compañía para hacer peso y poder navegar hasta Puerto Armuelles a buscar banano. Por ello, los porteños podían adquirir pantalones caqui y sombreros «Stetson» a precios irrisorios.

El whisky White Label costaba 2.50 dólares la botella; la cerveza Milwaukee, 0.15 centésimos cada una, y los zapatos Flor-shein, 13 dólares el par. La caja familiar de «corn flakes» de Kellogs la obtenían a 0.25 centésimos.

Carlos Franceschi Bonilla es hoy administrador de la finca bananera independiente de Divalá Los Angeles; es hijo de Carlos Franceschi Trujillo, perito agrónomo que fungió como asistente del superintendente de finca de la CLC.

Franceschi recuerda que en la década del 50, la fruta se exportaba en tren hacia el muelle, ubicado en la ciudad de Puerto Armuelles. En esa época, los obreros ya se habían organizado en un sindicato, pero la empresa controlaba la situación por su influencia dentro de la sociedad.

Entre los privilegios que tenían los hijos de los mandadores, administrativos, gerentes y superintendentes estaba el pago de la Escuela en Las Palmas, destaca Franceschi. El mismo recibió clases en ese centro educativo de formación bilingüe con profesores traídos desde Estados Unidos. Recuerda que los salones estaban bien equipados con acondicionadores de aire para soportar las altas temperaturas de esa ciudad costeña.

La actividad económica de Puerto Armuelles giró en torno a la producción bananera, pues la empresa estadounidense hizo grandes inversiones sociales en el área.

«La rutina estudiantil comenzaba bien temprano, a las 5:00 a.m., ya que muchos alumnos tenían que trasladarse desde las fincas bananeras y debían abordar dos transportes hasta Puerto Armuelles», recuerda.

Luego de seis años de estudio, muchos de esos niños, continuaban su formación académica en Estados Unidos. Viajaban a ese país a bordo de los barcos que conformaban la flota blanca de la CLC.

Franceschi asegura que en esa época se vivían tiempos de bonanza; la pequeña ciudad de Armuelles se veía pujante, próspera, y era el lugar ideal para vivir una juventud agradable.

En cuanto al trabajo que realizaba su padre, señala que desde las 4:00 a.m., don Carlos iniciaba los preparativos para administrar mil hectáreas de banano en Finca Corredor.

El recorrido diario lo hacía a bordo de un Jeep CJ 5, vehículo que la empresa ponía a orden de los mandadores y capataces. El trabajo debía realizarse sincronizadamente entre el cultivo y la comercialización, a fin de evitar pérdidas porque el producto es perecedero.

Franceschi señala que los tiempos «buenos» fueron mermando por las constantes huelgas. Adicionalmente, la empresa ya no aportaba de buena gana privilegios y beneficios a los empleados.

Una imagen que no podrá borrar de su mente fue la primera huelga, registrada en 1960, en la que miles de trabajadores bananeros marchaban gritando consignas.

Los familiares de los administrativos se mantuvieron encerrados en el hotel de Finca Corredor.

La radio sindicalista

El Sindicato de Trabajadores de la Chiriqui Land Company (SITRACHILCO) nació el 13 de noviembre de 1960, pero antes de esta agrupación obrera, hubo algunos amagos de sindicalismo.

El ferrocarril que Chiriquí perdió julio 18, 2008

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BREVE HISTORIA DEL FERROCARRIL NACIONAL DE CHIRIQUI

Por Ley número 29 de 19 de febrero de 1913, reformada por la Ley 1. – del 4 de septiembre de 1914, se autorizó al Poder Ejecutivo para llevar a cabo los estudios necesarios para determinar la cantidad de millas de ferrocarril que debían de construirse en la República y la localización de las mismas.

En el mes de diciembre de 1913, la firma R. W. Hebard & Co. Inc., a quienes se le había encomendado los estudios de un ferrocarril en la provincia de Chiriquí, rindió un informe sobre los estudios efectuados el cual fue sometido a la consideración del siguiente cuerpo de Ingenieros nombrados por el General Geo W. Goethals, Presidente de la Comisión ístmica del Canal; Capitán R. E. Wood, del Ejercito de los Estados Unidos y a A. S. Zinn, de la Sociedad Americana de Ingenieros Civiles.

En el mes de febrero de 1914 se firmó el Contrato entre don Ramón Acevedo, Secretario de Fomento del Gobierno de Panamá y R. W. Heabord 7 Co. Inc., para la construcción y equipo del Ferrocarril.

En abril del mismo año se dio comienzo a los trabajos de construcción, de los siguientes ramales:

David – Pedregal 4 millas;
David – La Concepción 18 millas
David – Boquete 28 millas
David – Potrerillos 7-1/2 millas

El ramal David —La Concepción fue terminado en el mes de febrero de 1916, y los de David— Boquete y Potrerillos el día 15 de abril de 1916. El día 22 de abril de 1916, el Excelentísimo señor Presidente de la República, Doctor Belisario Porras (q.e. p.d.), inauguró oficialmente el Ferrocarril Nacional.

En la fachada del edificio del Ferrocarril Nacional de Chiriquí está esa placa que conmemora el recuerdo permanente del Dr. Belisario Porras, bajo cuya administración presidencial fue construido el Ferrocarril.

En virtud de la autorización que contiene la Ley 27 de 7 de noviembre de 1924, y en representación del Gobierno Nacional, el señor Enrique Linares, en su carácter de Secretario de Estado en el Despacho de Agricultura y obras Públicas, contrató con el Ingeniero Florencio Harmodio Arosemena, los trabajos de construcción del Ferrocarril, de Concepción a Puerto Armuelles, y un muelle en Armuelles, mediante los siguientes contratos: Contrato número 58 de 13 de agosto de 1926 y contrato número 73 de 22 de octubre de 1926.

Estas obras fueron inauguradas por el Excelentísimo señor Presidente de la República, don Rodolfo Chiari, en las postrimerías de su administración en el año de 1928.

No nos ha sido posible conseguir las fuentes de información que nos permitan establecer el costo original del Ferrocarril, y únicamente hemos podido averiguar que en el mes de noviembre de 1914 se puso a la venta la primera emisión de bonos del 5% de la República de Panamá, con el fin de agenciar fondos, para las obras del Ferrocarril y los cuales fueron adquiridos en su totalidad por el National City Bank de New York.

El Ferrocarril Nacional de Chiriquí se constituyó en una entidad semi-autónoma del Estado, con personería jurídica propia, mediante decreto número 14 de 10 de febrero de 1945.

Es una institución de fomento y se dedica al transporte de pasajeros, y carga.

Sus Superintendentes fueron los siguientes:

Sr. Dregby de 1916 a 1918
Sr. Augusto Clement de 1918 a 1921
Sr. Foster de 1921 — duró 6 meses.
Sr. O. Brayan de 1921 a 1922
Mr. Garen de 1922 a 1923
Mr. I. P. Lorio de 1924 –
Sr. Fernando De Puy de 1925 a 1926
Sr. Alberto Vallarino de 1926 a 1931
(En esta administración se construyó el Edificio de la Estación y Oficinas en David).
Sr. Fabio de Obaldía de 1932 a 1936
Ing. Manuel Balbino Beluche de l936 a 1939
Ing. Manuel Virgilio Patino de 1940 a 1941
Ing. Juan B. McKay de 1940 a 1941
Ing. Antonio Enríquez de 1941 a 1946
Ledo. Félix Abadía A. de 1946 a 1949
(En esta administración se extendió el ramal a San Andrés)
Sr. David Trujillo sólo ejerció un mes
Ing. Luis Estenoz de 1949 a 1951
Sr. Isaac D. Osorio ejerció 6 meses
Sr. Rafael Alegre J. de 1952 a 1960
Sr. Rafael A. Galán R. de 1960 a 1968
Sr. Aram Osigian O. de 1968 a 1969
Sr. Ramón Alvarez A. ejerció 6 meses
Sr. José Andrés Segovia F. de 1969 –

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EL FERROCARRIL NACIONAL DE CHIRIQUI NACIÓ PARALELAMENTE CON EL PROGRESO DE LA PROVINCIA (testimonio escrito en 1974)
Por: MEDORO LAGOS

El 23 de abril de 1914, el doctor Belisario Porras, dejó conocer en la ciudad de David su irrevocable propósito de conservar y engrandecer la todavía recién nacida República de Panamá. Nada lo hacía sentirse más optimista y feliz que la iniciación de los trabajos de construcción de lo que habría de ser el Ferrocarril Nacional de Chiriquí.

Porras, uno de los estadistas de mayor visión que hayan existido en América Latina era el más decidido partidario de los ferrocarriles. Durante años, había mantenido una tenaz polémica con sus adversarios señalando que no importaba que el país estuviese despoblado, pues los ferrocarriles se construirían precisamente para poblarlo.

El doctor Porras había tenido siempre la intención de construir un camino de hierro de Panamá a David, pero con un presupuesto nacional que no llegaba a los cinco millones de balboas, y con las condiciones onerosas y denigrantes que exigían los Estados Unidos para la concesión de empréstitos, se vio obligado a realizar sólo una parte de sus sueños. Fue así como en 1916, procedió a la inauguración del Ferrocarril Nacional de Chiriquí, la obra de la cual tal vez se sintió más orgulloso en su larga y extraordinaria carrera como estadista.

Porras, no se equivocaba en su pasión por los ferrocarriles. Las estaciones construidas a lo largo de la vía férrea fueron el núcleo básico de la creación de nuevas poblaciones que hacen hoy del occidente chiricano la región más próspera y habitada de esta provincia. El ferrocarril no sólo pobló, sino que también por su capacidad de transporte de carga a más bajos fletes que cualquier otro medio, incluyendo las carreteras, tuvo efectos económicos multiplicadores para las regiones que atravesó.

Hará cosa de unos veinte años, inmediatamente después de la segunda guerra mundial, el auge de los automóviles llevó a no pocos observadores en todo el mundo a la creencia en la inevitable desaparición de los ferrocarriles. Rápidas y amargas experiencias demostraron no obstante que los caminos de hierro no sólo eran compatibles con las más avanzadas técnicas de comunicación, sino que en muchos aspectos mantenían ventajas sobre ellas.

Oficinas y Superintendencia del Ferrocarril de Chiriqu� en la Ciudad de David a inicios de la década de 1970

Oficinas y Superintendencia del Ferrocarril de Chiriquí en la Ciudad de David a inicios de la década de 1970

Hoy día (1974), el futuro de los ferrocarriles está asegurado precisamente en los países más desarrollados del globo. Las velocidades fabulosas de los aviones jets, las posibilidades que para el individualismo proporcionan las redes de autopistas y carreteras, no han podido desplazar a un sistema que no sólo tiene capacidades ilimitadas de carga, sino que las transporta a costos más bajo», aumentando la riqueza de las naciones y de sus usuarios. En CS!M era de viajes interplanetarios se construyen más y mejores ferroc.i rriles que en cualquier otra época de la historia.

El Ferrocarril Nacional de Chiriquí no fue planeado por Belisario Porras como una empresa comercial, sino más bien, y según sus propias palabras, “como un camino de penetración”. Sin embargo, agregamos nosotros, tampoco fue creado para constituir una carga al erario nacional y en eso estuvo a punto de convertirse a medida que el desenfreno político se fue acentuando en el país, y el ferrocarril fue considerado como un feudo para la explotación particular de los favoritos del régimen de turno.

Las inevitables deficiencias que acusó el ferrocarril, concebido no ya en función de servicio público, sino de objeto de saquen para beneficio de unos cuantos, fue atribuido al propio sistema y a lo que se llamó su “anacronismo”, como medio de transporte. El auge ya mencionado que los caminos de hierro tienen en todo el mundo, y la notable recuperación económica y técnica del ferrocarril de Chiriquí, a partir de la instauración del gobierno revolucionario, han demostrado cuan equivocados estaban sus enemigos y detractores.

Cuando el primero de agosto de 1969, bajo el gobierno revolucionario, asumió la superintendencia del Ferrocarril don José Andrés Segovia, la empresa disponía en los bancos de una cuenta corriente de 2.560 balboas, suma ridicula y al mismo tiempo escalofriante, pues hablaba por sí sola de que se estaba al paso del colapso. Al mismo tiempo habían descendido dramáticamente los niveles de carga y pasajeros, los trenes descarrilaban casi a diario y el servicio se interrumpía constantemente por deterioro de los puentes y vías de la ruta, y de las propias máquinas.

Unos meses después de iniciada la administración Segovia, la cuenta corriente en los bancos había aumentado en más de un centenar de miles de balboas. No se trataba, como se pudiera pensar, de una política de “ahorros”, en el sentido de reducir aún más las facilidades al público, sino de una política pura y simple de honestidad administrativa, puesto que al mismo tiempo que se recuperaba el crédito comercial de la institución, se había aumentado el sueldo a todos los empleados, después de haberse establecido su necesidad y eficiencia; se habían renovado los destartalados y viejos equipos de oficina y contabilidad, y se disponía la reparación de do una administración rigurosa, procediera a la adquisición del equipo más moderno en la materia.

La provincia de Chiriquí ha vuelto a poner sus ojos en el ferrocarril, como lo hizo en 1914, cuando el espíritu emprendedor y visionario de los chiricano, coadyuvó la realización de los sueños de Belisario Porras. La nueva administración, bajo un gobierno revolucionario, empeñado en servir con honradez a la patria, ha de mostrado que también aquí en Panamá los ferrocarriles tienen futuro.

Hacemos una exhortación a todos los economistas y estadistas nacionales a que mediten seriamente sobre este asunto.

Fuente: Osorio, Alberto; Gonzalo Salazar y Arnold Díaz Wong. 1974. HISTORIA DE LA CIUDAD DE DAVID. Edición Municipal. David. Chiriquí, República de Panamá. 431 pp.

En Puerto Armuelles había una gran red de ferrocarriles asociados a la actividad bananera, ferrocarril médico y ferrocarril de trabajadores y estudiantes. El Ferrocarril llegaba hasta Puerto Armuelles y era el único medio de transporte hasta que se construyó en la décad de 1970 la carretera de la Frontera hasta Puerto Armuelles

Ferrocarril de Chiriqui y Puerto de Pedregal
Ferrocarril de Chiriqui y Puerto de Pedregal. Andén del Ferrocarril de Chiriquí, el cual fundado bajo el gobierno del Dr. Belisario Porras. Podemos apreciar los diferentes carros utilizados por el caballo de hierro de los chiricanos.

Chiriquí fue el primer sitio con hidroeléctrica en Panamá marzo 16, 2008

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CHIRIQUÍ LE DEBE SU ELECTRICIDAD A CARLOS GONZÁLEZ REVILLA.

David, la primera ciudad con hidroeléctrica en Panamá

Los hermanos Halphen instalaron en David la primera planta eléctrica a base de diésel.

Cortesía/Optica Centeno
POSTE DE LUZ. El Hospital de las Hermanas de la Caridad fue uno de los primeros con tendido eléctrico.

Boris Gómez
DAVID,Chiriquí

A pesar de estar a 440 kilómetros de la capital, David empezó a tener energía eléctrica a principios de siglo y fue la primera ciudad del país en tener una hidroeléctrica, dijo la historiadora Milagros Sánchez.

La primera iluminación artificial llegó a David en 1915, por iniciativa de la familia Halphen. Era una planta de energía a base de diésel que se instaló en los alrededores de lo que hoy es la calle quinta. La energía solo llegaba a las cuadras cercanas y al Hospital de Las Hermanas de la Caridad.

Carlos González Revilla, nacido en 1897, estudió medicina en Nueva York y regresó a David con el sueño de que su ciudad tuviera energía eléctrica. Y entonces, por un monto no conocido, le compró la planta a los Halphen en 1924.

González Revilla invirtió sus ahorros en la primera hidroeléctrica de Panamá, con las aguas del río Risacua, pero tuvo mala suerte: al año siguiente una crecida le llevó la maquinaria.

«Un depósito de garantía le permitió retomar el proyecto de la hidroeléctrica», explica Sánchez. González Revilla consiguió, en 1925, la concesión para suministrar el alumbrado público y particular en calles y plazas de David.

En 1927 se amplió la hidroeléctrica, y el Estado le concedió la telefonía en 1931.

Después de que sus inversiones empezaron a funcionar, se abrió el primer cinematógrafo (Cine Yara), y se extendieron los tendidos al Barrio Bolívar, al Parque de Cervantes y a Doleguita. Eso abrió paso a la construcción del hospital José Domingo de Obaldía, en 1935. La educación y las actividades nocturnas prosperaron.

Pero González Revilla murió a los 45 años y no disfrutó del crecimiento de la provincia. Las empresas eléctricas y la telefónica fueron expropiadas por el gobierno militar.

El conflicto bélico de 1921 entre Costa Rica y Panamá marzo 1, 2008

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EL CONFLICTO BELICO DE 1921 ENTRE COSTA RICA Y PANAMA

Luis Fernando Sibaja Ch.*
Universidad de Costa Rica

I. ANTECEDENTES

1. El problema fronterizo

En el año de 1921 las Repúblicas de Costa Rica y Panamá se vieron envueltas en una lucha fatricida de hondas y dolorosas repercusiones. Este conflicto tuvo como causa fundamental una añeja controversia sobre la fijación del límite definitivo entre los dos países.

Antes de entrar de lleno en el problema, conviene referirse en forma breve a los principales aspectos que, a través del tiempo, había presentado la disputa limítrofe citada.

Ya desde el año de 1824 el dominio español en la mayor parte de Hispanoamérica se había derrumbado y había dado lugar a la aparición de numerosas Repúblicas en la plenitud de su soberanía. Como es natural, desde un principio cada uno de los nuevos Estados trató de definir con claridad sus límites territoriales; sin embargo, esto originó numerosos problemas que dos Estados vecinos reclamaban para sí. Recordemos que aún hoy día muchas de esas controversias tienen plena vigencia.

En el caso particular que nos ocupa, desde un principio fue evidente el desacuerdo entre Costa Rica y Colombia. Basándose en especial en una Real Cédula del 1 de diciembre de 1573, los costarricenses reclamaban como límite una línea que partía del Escudo de Veragua, en el Atlántico, y terminaba en el río Chiriquí Viejo, en la costa del Pacífico.

Colombia por su parte se basaba en una Real Orden del 20 de noviembre de 1803 para reclamar como perteneciente a su territorio toda la Costa Atlántica de Costa Rica, hasta la desembocadura del río Sarapiquí. Por el lado del Pacífico, los colombianos fijaban el límite en el río Golfito.

Durante el siglo XIX hubo varios intentos de arreglo directo entre los dos países, pero ningún acuerdo llegó a fructificar. Por esta razón, decidieron ambos someter el asunto al arbitraje del presidente de Francia.

El 11 de setiembre de 1900 el árbitro Mrs. Emile Loubet dictó su fallo de la siguiente forma:

“La frontera entre las Repúblicas de Colombia y de Costa Rica será formada por el contrafuerte de la cordillera que arranca de la Punta Mona en el Océano Atlántico y cierra al norte el Valle del río Tarire o río Sixaola, y luego por la cadena de división de las aguas entre el Atlántico y el Pacífico, hasta el 9° de latitud próximamente; Seguirá después de la línea de división de las Aguas entre el Chiriquí Viejo y los afluentes del Golfo Dulce para ir a terminar a la Punta de Burica en el océano Pacífico”. (1)

Inmediatamente el gobierno de Costa Rica dio una interpretación del fallo, haciendo ver que si esa interpretación no era acogida entonces el fallo no tenía validez, pues adolecía del vicio de ultra- petita ya que el árbitro se había excedido en sus funciones al conceder a Colombia una región en la zona del Pacífico, nuestro gobierno estuvo en todo momento conforme.

Como el problema se mantuvo sin solución, en el año de 1910 los gobiernos de Costa Rica y Panamá (independiente de Colombia desde 1903) firmaron la convención Anderson Porras, en cuya primera cláusula se estableció lo siguiente:

“La República de Costa Rica y la República de Panamá, si bien consideran que la frontera entre sus respectivos territorios designada por la sentencia arbitral de S. E. el Presidente de la República Francesa, el 11 De setiembre de 1900, es clara e indubitable En la región del Pacífico, desde la Punta Burica hasta un punto en la cordillera Central más arriba del Cerro Rando, cerca del grado noveno (9º) de la latitud Norte, no han podido ponerse de acuerdo respecto de la inteligencia que debe darse al Laudo Arbitral en cuanto al resto de la línea fronteriza; y para dirimir sus diferencias convienen en someterlas a la decisión del Honorable Chief Justice de los Estados Unidos, quien en calidad De Arbitro determinará: Cuál es el límite entre Costa Rica y Panamá más conforme con la correcta interpretación y verdadera intención del Laudo del Presidente de la República Francesa Del 11 de setiembre de 1900? Para decir el punto, El Arbitro ha de tomar en cuenta todos los hechos circunstancias y consideraciones que puedan influir en el caso, así como la limitación del Laudo Loubet expresada en la nota de S. E .M. Delcassé Ministro de Relaciones Exteriores de Francia, a S. E. el señor Peralta, Ministro de Costa Rica en París, de que la Frontera debe ser trazada dentro de los límites del Territorio en disputa … (2)

En esta oportunidad se escogió como árbitro al Chief Justice de los Estados Unidos de América.

El fallo fue dado a conocer por Mr. Edward Douglas White, el 12 de setiembre de 1914. En primer lugar, el árbitro declaró como no existente la línea fronteriza que se propuso fijar el Laudo Loubet en la zona del Atlántico; luego estableció que la línea divisoria de los dos países, más conforme con la correcta interpretación y verdadera intención de dicho laudo, era la formada por los ríos Sixaola y Yorquín. (3)

De inmediato, el Gobierno de Panamá impugnó la decisión en forma categórica, argumentando para ello que Mr. White se había extralimitado en los poderes que le habían sido concedidos.

Sin entrar a estudiar si los panameños tenían razón o no para adoptar esa actitud, nos interesa destacar el hecho de que en el año de 1914, después de numerosos intentos de arreglo directo y de dos arbitrajes internacionales, la situación limítrofe entre Costa Rica y Panamá seguía sin soluciones. Esta misma solución se mantendrá en los años siguientes y llevará al conflicto de 1921.

Después del rechazo por parte de Panamá del fallo White, cada país fijo por su propia cuenta y de acuerdo, desde luego, con sus propios puntos de vista e intereses, una línea limítrofe provisional o línea de statu quo.

En enero de 1915 el Gobierno de Panamá fijó el límite provisional por el lado del Pacífico en el río Golfito, argumentando para ello que el territorio comprendido hasta ese río había estado en manos de los colombianos antes de que se dictaran los fallos Loubet y White; sostenía el Gobierno de Panamá, que como esas decisiones arbítrales no habían sido aceptadas entonces la situación era la misma anterior a los convenios que habían originado tales decisiones. En otras palabras, los panameños van a utilizar como argumento fundamental la necesidad de volver al statu quo anterior a los convenios de arbitraje y, a la vez, van a interpretar que ese statu quo debía estar determinado por el río Golfito.

En marzo de 1915 el Gobierno de Costa Rica refutó las afirmaciones de Panamá y fijó su propio límite provisional.

Señalaba en primer lugar que Colombia, de la que Panamá había heredado la disputa limítrofe, nunca tuvo autoridades al norte de Punta Burica y que Costa Rica rechazó siempre todas las pretensiones de ese país para fijar el statu quo en el río Golfito.

Indicaba luego que de todas formas la discusión sobre el statu quo era bizantina, pues el Convenio de 1910 tenía dos caracteres: uno, como tratado definitivo y perfecto de límites; el otro, como convención de arbitraje. Esta dualidad se debía a que las partes comenzaban declarando, del modo más solemne y explícito, su aceptación de la línea fronteriza fijada por el presidente Loubet en la parte del Pacífico, y terminaban diciendo que por cuanto no habían podido llegar a un acuerdo con respecto al resto de la línea, convenían en someterse al arbitraje del Chief Justice.

En otras palabras, Costa Rica iba a considerar como definitivamente solucionado el problema limítrofe en el lado del Pacífico, el cual había sido establecido en Punta Burica mediante el Laudo Loubet y la Convención Anderson – Porras, negando así a Panamá cualquier derecho a abogar por el statu quo anterior a esos convenios.

De lo expuesto se desprende que a partir del año de 1915 el peligro de un grave choque fronterizo fue constante. El conflicto estallará cuando ambos Gobiernos quieran ejercer una autoridad efectiva en el territorio situado entre Punta Burica y el río Golfito.

Conviene conocer también cuál era la opinión del Gobierno de los Estados Unidos en este asunto, debido al importante papel que desempeñó en el problema que nos ocupa.

El 8 de mayo el Secretario de Estado, Mr. William Jennings Bryan, comunicó que su gobierno apreciaba como un deber ejercer tanta influencia como fuera posible a fin de que se llevara a cabo el fallo White.

En realidad, Mr. Bryan consideraba como un hecho que ese fallo se ejecutaría y eso se desprende del siguiente párrafo:

“Al mismo tiempo este Gobierno abriga la esperanza de que los Gobiernos de Costa Rica y Panamá considerarán con espíritu de vecindad y amistad cualesquiera asuntos incidentales que pudieran sobrevenir al llevara efecto el fallo”. (4)

La situación del Gobierno de Panamá se tornó difícil al serle adversa la opinión del poderoso Departamento de Estado; por ello trató entonces de llegar a un arreglo directo con el Gobierno de Costa Rica.

Con ese objetivo llegó a San José a fines de junio de 1915 el General Santiago de la Guardia. El 3 de julio se entrevistó con el Presidente Alfredo González Flores y los señores Manuel Castro Quesada y Julio Acosta García. Sin embargo, su gestión no tuvo ningún resultado, pues los funcionarios costarricenses manifestaron que la única solución posible del problema consistía en que Panamá aceptara el fallo White. (5)

Como era de todos conocida la firme e importante opinión del Departamento de Estado, con respecto a la validez del fallo White, se propuso entonces el Gobierno de Costa Rica hacer todo lo posible porque la decisión del Chief Justice se cumpliera.

En efecto, el 2 de junio de 1916 don Julio Acosta García, Secretario de Relaciones Exteriores, envió una nota al Ministro de Costa Rica en Washington manifestando las siguientes intenciones:

“Desea el Gobierno tener en su apoyo toda la fuerza legal para proceder a la ocupación material del territorio que le corresponde, de acuerdo con el Laudo del Chief Justice en la cuestión de límites con Panamá. Con este propósito, ha dispuesto el Gobierno que, si V. cree que ha llegado la hora, y en la forma que estime conveniente, se dirija a aquel Alto Magistrado solicitando el nombramiento de los dos ingenieros que le corresponde según lo estipulado en el inciso segundo del Artículo VII, en relación con el Artículo II de la Convención Anderson- Porras.” (6)

Véase cómo, hábilmente, el Gobierno de Costa Rica trató de inmiscuir directamente a los Estados Unidos en la controversia. Siendo un hecho que el Departamento de Estado estaba firmemente convencido de la validez del fallo White, entonces, al nombrar el Chief Justice los ingenieros encargados amojonar la frontera y hacer Costa Rica lo mismo, Panamá se vería en una posición muy incómoda y tendría que aceptar el fallo White o, por lo menos, desocupar la región al norte de Punta Burica. No olvidemos que las opiniones del Departamento de Estado han tenido un valor decisivo en los asuntos de los gobiernos latinoamericanos.

A pesar del evidente interés del Gobierno costarricense, no se llegó a nada en concreto. Probablemente se estaban realizando las gestiones del caso cuando se produjo el golpe de estado del 27 de enero de 1917 que dio origen al gobierno de Tinoco.

Durante ese período, y los gobiernos de don Juan Bautista Quirós y don Francisco Aguilar Barquero, no hubo actividades relacionadas con el asunto limítrofe.

El 8 de mayo de 1920 asumió la Presidencia don Julio Acosta García.

A los pocos meses de haberse inaugurado el nuevo gobierno, en octubre de 120, el Jefe Político del Cantón de Osa envió un informe sobre avances de autoridades panameñas en territorio costarricense. (7)

Esa información le fue comunicada a don Ricardo Fernández Guardia, quien se encontraba en Panamá en Misión Especial para saludar al infante de España, Fernando de Baviera, de paso por ese país.

El 9 de noviembre se entrevistó el señor Fernández Guardia con el Dr. Ricardo J. Alfaro, Secretario de Relaciones Exteriores interino y le expuso la preocupación del Gobierno de Costa Rica por los informes llegados a la zona fronteriza. A esto replicó el señor Alfaro que los informes debían ser inexactos o cuando menos exagerados porque las autoridades panameñas tenían orden de no avanzar i una pulgada más allá de donde estaban. (8)

En todo caso, los informes recibidos movieron al Gobierno del señor Acosta a tomar posesión del territorio que ocupaba Panamá a este lado de Punta Burica. Esas intenciones fueron comunicadas el 24 de noviembre de 1920 al Lic. Don Octavio Beeche, Ministro en Washington, por el Lic. Alejandro Alvarado Quirós, Secretario de Relaciones Exteriores. Expresaba don Alejandro que los panameños habían penetrado ya en el distrito de Cañas Gordas, donde los colombianos nunca pusieron los pies,

“Con este motivo el señor Presidente Acosta manifestó de palabra al señor Martín, encargado de Negocios de los Estados Unidos, que esos avances panameños, que parecen obedecer a un plan metódico, eran ya intolerantes y que tenía el propósito de enviar al territorio de Gofo Dulce una fuerza militar con instrucciones de desposeer a las autoridades panameñas intrusas y tomar posesión de lo que nos dan el Laudo Loubet y el tratado Anderson – Porras. Para conocimiento de V. debo manifestarle que el Gobierno tiene realmente la intención de hacer lo anterior si a ellos se viera obligado para resguardar los legítimos derechos de la República “. (9)

Deseando probablemente tener más información antes de llevar a la práctica sus planes, el Gobierno encargó en diciembre de 1920 al señor A. Renaul de la Croix para que hiciera un recorrido por la zona comprendida entre el río Golfito y la Punta Burica.

El 11 de enero de 1921 el señor de la Croix presentó el informe de su misión. Manifestó que en el Pueblo Nuevo de Coto el Gobierno panameño había nombrado al señor Manuel Pinzón como Corregidor y que, según informo un particular, pocos días antes había sido nombrado con igual cargo en Cañas Gordas el señor Ambrosio del Cid. Presentó también el señor de la Croix una declaración de don Tobías Pérez Uribe, quien afirmaba que en 1920 obtuvo en un remate una concesión del Gobierno de Panamá para explotar los cocales situados desde Punta Burica hasta Punta Coto (desembocadura del río Coto) y por eses derecho pagaba doscientos dólares anuales. (10)

Pocas semanas después de conocido este informe, el gobierno de Costa Rica envió un destacamento, para que tomara posesión de la zona fronteriza.

2) Situación económica y social del territorio en disputa

Consideremos que el problema limítrofe fue la causa fundamental del conflicto que a continuación estudiaremos. No creemos que aspectos de tipo económico o social influyeron de manera decisiva en el asunto, ya que en el año de 1921 la zona comprendida entre el río Golfito y Punta Burica no tenía ninguna importancia económica y estaba prácticamente deshabitada. El mejor testimonio de esta situación lo encontramos en el informe ya citado del señor A. Renauld de la Croix. De acuerdo con el censo que levantó, en toda la región había solo 67 habitantes distribuidos de la siguiente forma: once en la población de Golfito (constituida por seis ranchos), treinta y dos en las márgenes del río Coto y su afluente el Colorado (incluyendo los habitantes de seis ranchos que formaban el caserío de Pueblo Nuevo de Coto), doce en las márgenes del río Conte y la Punta Burica. Conviene destacar el hecho de que todos estos habitantes eran de origen chiricano.

Dice luego e señor de la Croix:

“Las propiedades son de ínfima importancia y el número de cabezas de ganado insignificante; los ranchos de construcción rudimentaria son sumamente pequeños; no hay una sola casa en toda la región”. (11)

La situación o había cambiado mucho desde el año de 1907. en esa época recorrió la zona un viajero, quien manifestó que la mayoría de los habitantes se dedicaba a la agricultura, pero en escala tan pequeña que casi no producían lo que comían. (12)

Parece que en el año 1921 la actividad más importante era la explotación de los cocales de la costa entre Coto y Burica. Sin embargo, el negocio no debía ser muy lucrativo, puesto que al rematarse la concesión de esos cocales la cantidad máxima que se llegó a ofrecer fue de doscientos dólares anuales, según lo manifestó don Tobías Pérez. El concesionario vendía la copra (médula del coco a la empresa Coco Copra Company, que tenía su sede en la población fronteriza de Divalá. (13)

No se había desarrollado en esta época el cultivo del banano, actividad ésta en la que siempre hay poderosos intereses en juego. No fue si no hasta en 1930 que la empresa Gulf of Dulce Land Company, subsidiaria de la United Fruit Company, obtuvo la adjudicación de ciertas tierras en la desembocadura del río Grande de Térraba, cerca de la zona en disputa. (14) Varios años después, en 1938, se le adjudicaron a la Compañía Bananera de Costa Rica importantes tierras en la zona del Pacífico Sur, entre ellas el valle del río Coto. A partir del año 1938 sí empezó realmente esta zona a tener un papel importante en la economía de Costa Rica.

En el territorio que actualmente pertenece a Panamá había mayor actividad. Probablemente lo más importante era el cultivo de la caña de azúcar, pues una empresa dominada “Panamá Sugar Company” había construido, antes de 1921, un ferrocarril entre Rabo de Puerco (hoy Puerto Armuelles) y la pequeña población de Progreso, que era una especie de campamento de esa empresa. (15)

Había también en la zona panameña mejores vías de comunicación, pues entre los años 1914 y 1916 una empresa extranjera, contratada por el Gobierno de Panamá, había construido el llamado Ferrocarril Nacional de Chiriquí; éste tenía 57 millas de longitud y se extendía desde el puerto de Pedregal hasta el pueblo de Concepción. (16)

Tampoco del lado panameño se habían desarrollado las actividades bananeras. No fue sino hasta en 1926 que la United Fruit Company compró un extenso núcleo de tierras entre Progreso y Puerto Armuelles para dedicarlas a la producción bananera. (17)

3) El statu quo en la zona del Pacífico.

Hemos visto que la posición panameña, luego de impugnar el fallo White, consistió en volver al statu quo existente antes del Laudo Loubet.

Desde el punto de vista de Costa Rica ese statu quo no tenía absolutamente ninguna importancia, puesto que había sido superado por el Laudo LOUBET Y LA Convención Anderson – Porras. Para Panamá era el fundamento de su posición.

Dada su importancia para una de las partes, expondremos a continuación en forma muy resumida diferentes declaraciones de los dos gobiernos, en torno al statu quo.

A) Costa Rica

En julio de 1876 manifestó que le statu quo provisional lo formaba la Puta Burica. (18)

En 1879 desconoció el derecho de propiedad de Colombia a los Cocales de Burica y reemplazó a la autoridad de ese país ahí establecida por una costarricense. (19)

En setiembre de 1880, ante una amenaza de guerra de la poderosa Colombia, se vio obligada Costa Rica a retirar la autoridad de Punta Burica; manifestó en esa oportunidad nuestro gobierno que lo hacía para conservar el statu quo jurisdiccional. (20)

En mayo de 1901, el Presidente Rafael Iglesias manifestó en su mensaje al Congreso que le Laudo Loubet satisfacía en mucho las aspiraciones de Costa Rica en lo referente a la parte sur adjudicaba una buena porción del territorio que el statu quo provisional de fronteras le negaba. (21)

El 3 de mayo de 1906 manifestó don José Astúa Aguilas, Secretario de Relaciones Exteriores, al Ministro de los Estados Unidos en Costa Rica que en virtud del statu quo vigente la línea divisoria la formaba el río Golfito.(22)

El 26 de mayo de 1906 el nuevo Secretario de Relaciones Exteriores, Lic. Luis Anderson, manifestó que si sólo se tomara en cuenta el punto de vista colombiano y no el costarricense, habría que señalar el statu quo en el río Golfito. O indicó cuál era su punto de vista. (23)

El 1 de mayo de 1915 el Lic. Manuel Castro Quesada, Secretario de Relaciones Exteriores, manifestó que Costa Rica no había reconocido nunca como statu quo jurisdiccional el río Golfito. (24)

b) Colombia y Panamá

El 13 de julio de 1880 el Senado de Colombia declaró que el statu quo lo formaba el río Golfito. (25)

El 16 de julio de 1880 l Secretario de Relaciones Exteriores de Colombia instruyó al Dr. Carlos Holguín nombrado Ministro Plenipotenciario en Costa Rica. L dijo que debía exigir como condición previa a cualquier discusión, que Costa Rica retirara la autoridad nombrada en Punta Burica. También, le manifestó que no hiciera igual exigencia con respecto a la autoridad ejercida por Costa Rica en la población de Isla, fundada seis años antes al sureste del río Golfito, pues romper un hecho tolerado durante esos años no estaría bien justificado. (26)

El 6 de setiembre de 1880 el Presidente de Colombia declaró que la línea del statu quo la formaba el río Golfito. Mediante una seria amenaza de guerra obligó a los costarricenses a que quitaran la autoridad establecida en Punta Burica. (27)

El 16 de marzo de 1901 la cancillería de Bogotá propuso como frontera provisional el río Golfito. (28)

El 2 de agosto de 1904, en la Resolución número 28 de la Secretaría de Gobierno y Relaciones exteriores, se expresó que mientras no se ejecutara el Laudo Loubet, Costa Rica estaría en posesión de parte del territorio otorgado a Panamá en el Atlántico, así como Panamá lo estaría en la parte del territorio costarricense en el Pacífico. (28)

En marzo de 1910 se manifestó el Dr. Belisario Porras que Panamá últimamente había retenido un nominal tenencia o administración la zona hasta el río Golfito. (29)

De las declaraciones expuestas se deduce que Colombia y Panamá reclamaron siempre como del statu quo el río Golfito. Sin embargo, es evidente que en la región de Punta Burica fueron especialmente celosos de sus autoridad y no así en el resto de la zona.

Por parte de Costa Rica, la situación se presenta más compleja. En 1880 fue obligada por la fuerza a renunciar a toda pretensión de poseer provisionalmente la zona de Punta Burica. Evidentemente una buena porción del territorio situado al oeste del límite fijado por Loubet estaba en manos de Colombia. Así lo reconoció en 1901 don Rafael Iglesias en forma categórica.

II. Los sucesos en la región del Pacífico Sur:

1) La causa inmediata del conflicto:

El 20 de febrero de 1921 se reunió el Presidente Acosta con su gabinete. Después de considerar que era una obligación indeclinable desalojar a las autoridades panameñas de los pueblos invadidos, se decretó lo siguiente:

“Artículo 1. Declárese atentatoria contra la soberanía de Costa Rica la ocupación por Panamá de la región al Oeste y al Norte de la línea fronteriza entre ambas Repúblicas, según fue estatuída por el Laudo Loubet de 11 de setiembre de 1900 y confirmada por el tratado Anderson – Porras del 17 de marzo de 1910 y el Laudo White del 12 de setiembre de 1914. Artículo 2. En lo sucesivo dicho territorio queda bajo el mando de las autoridades civiles y militares de la República. Artículo 3. Encárgase al señor Secretario de Estado en el Despacho de Gobernación y Guerra Marina, de la ejecución de este decreto”. (30)

El día anterior, el coronel don Héctor Zúñiga Mora había sido nombrado comandante militar de la zona del Golfo Dulce, con órdenes de trasladarse inmediatamente a su jurisdicción. El mismo 19 de febrero partió don Héctor hacia Puntarenas, con 29 soldados del cuartel de Alajuela. (31)

El 21 de febrero a las 2 de la tarde llegó el destacamento a Pueblo Nuevo de Coto. Después de tomar posesión en forma solemne de la zona, notificó al Comandante Zúñiga al Corregidor de Panamá que su autoridad cesaba desde ese momento y anuló la concesión de los cocales de Burica que la Municipalidad de Alajuela había otorgado a don Tobías Pérez Uribe.

Envió luego una nota al Gobernador de la provincia de Chiriquí informándole que por órdenes del Gobierno de Costa Rica y en acatamiento del fallo White, tomaba posesión de Coto. (32 El Gobernador apenas recibió esa nota la transcribió al Presidente de Panamá don Belisario Porras, agregando al final:

“El pueblo chiricano protesta enérgicamente por este atentado contra la soberanía nacional y en masa espera órdenes para repeler por la fuerza tamaño ultraje”. (33)

El 22 de febrero recibió don Belisario la comunicación citada y convocó inmediatamente a Consejo de Gabinete.

El acto de Costa Rica se interpretó como una invasión al territorio panameño y se decidió entonces guardar completo silencio sobre el asunto, para tratar de sorprender a los costarricenses. Lo que más preocupo en ese momento al Gabinete panameño fue la carencia de ejército, suprimido en 1904,y la escasez de armas de largo alcance. (34) Esto último se debía a que en 1916, a consecuencia de choques entre civiles de la capital y soldados de la Zona del Canal, los panameños se habían visto obligados a entregar muchas de estas armas a las autoridades norteamericanas. (35)

Por decisión del Gabinete, el día 22 por la noche salió para Chiriquí, a bordo del vapor “Veraguas”, una fuerza compuesta por 100 policías, quienes llevaban un armamento de 50 rifles y 50 carabinas. El destacamento iba al mando del capitán Manuel Quintero Villareal, nombrado Jefe Supremo de la Campaña.

Donde primero se hizo público el problema fue en Panamá. El 24 de febrero a las 10 de la mañana circuló una edición extraordinaria del “Diario Nacional”, dando cuenta de la ocupación de Coto por los costarricenses.

La noticia inquietó a los panameños y por la noche se reunió un numeroso grupo en la Plaza de Santa Ana, situada en la ciudad de Panamá. Desfilaron por la Avenida Central y llegaron luego a la Presidencia, donde emplazaron al Dr. Porras para que diera explicaciones sobre el asunto. Don Belisario informó entonces de la expedición que se había enviado ya a Coto.

El 25 de febrero fueron conocidos en Costa Rica los sucesos que acabamos de relatar; a las 7:30 de la mañana se recibió una comunicación de Tomás H. Jácome, cónsul en la ciudad de Panamá, relatando esos hechos. El señor Jácome, de nacionalidad panameña, renunció a su puesto de inmediato. (37)

En la noche se organizó una manifestación que recorrió varias calles de San José y llegó hasta el Consulado de Panamá. Ahí tomaron la palabra varias personas y luego algunos manifestantes arrancaron el Escudo de Panamá. La multitud se dirigió después a la Casa Presidencial, donde el Presidente Acosta García les dirigió algunas palabras, exaltando el espíritu de patriotismo. (38)

2) El destacamento del Coronel Zúñiga cae prisionero.

El Gral. Quintero estableció su centro de operaciones en Progreso. Don Belisario Porras se comunicaba constantemente con él mediante el telégrafo, y el 24 de febrero le recomendó que procurara aislar el destacamento costarricense, evitando que recibiera refuerzos y víveres.

El 25 de febrero el Gral. Quintero decidió enviar al Capitán Armuelles con Antonio Alvarado y ocho policías escogidos para que hicieran un reconocimiento de la Zona. Salió el grupo de Progreso a las cuatro de la tarde, y a las tres de la mañana del día 26 llegaron a Lagarto, punto situado cerca de la desembocadura del río Coto. A la una de la tarde estaban a una milla de Pueblo Nuevo de Coto, y desde ahí hizo llamar Armuelles al corregidor Manuel Pinzón, con quien tuvo una entrevista. (39)

Emprendió el Capitán Armuelles el regreso, y al llegar al Lagarto se encontró con 18 policías panameños al mando del Capitán Solís. En el transcurso de la noche y en las primeras horas del domingo 27 de febrero llegaron más fuerzas panameñas a Lagarto hasta alcanzar un total de 126 hombres. (40)

Entonces, conociendo el Capitán Armuelles las fuerzas con que contaban los costarricenses (30 soldados) y siendo las suyas superiores, decidió realizar al ataque. Ordenó al Capitán Laureano Gasca y su gente, doce voluntarios de la población de Bugaba, que se pusiera a la vanguardia de las tropas.

Este grupo llegó muy cerca del pueblo y sorprendió a dos hombres armados que venían de la orilla del río Coto; resultaron ser los jefes de la expedición costarricense, Coroneles Héctor Zúñiga y Daniel González.

El mayor Ricardo Franceschi, voluntario panameño, describe a su manera lo que sucedió en el momento del encuentro con los dos costarricenses:

“Al verso frente a ellos Gasca, casi maquinalmente colocó la punta de su espada, tantas veces victoriosa en Colombia y Panamá, sobre el cuello del que resultó ser el Coronel Zúñiga Mora. En ese trance, el militar costarricense y su compañero, coronel Daniel González, pidieron que no los mataran”. (41)

Don Héctor Zúñiga relata de manera bastante diferente los acontecimientos, pues afirma:

“A las siete horas salí de mi campamento en compañía del Coronel González en vía de exploración con el convencimiento pleno de que estaba muy cerca de la fuerza panameña. Tomé el camino que conduce a Lagarto y en el primer estero, un riachuelo de escaso caudal cenagoso y hondo, nos detuvimos a tirara unas palomas y a conversar sobre asuntos ajenos a nuestro cometido, a fin de inspirar a la fuerza enemiga absoluta confianza. Así fue e instantes después empezaron a salir del bosque soldados panameños los que en el primer momento nos hicieron cierta impresión desagradable por la cara de ferocidad que demostraban y por sus uniformes caracteres de raza negra … nos intimaron rendición a lo cual yo contesté que en ninguna forma podía ser sometido a prisión, toda vez que yo representaba una entidad y permanecía en territorio costarricense”. (42)

Manifestó el Coronel Zúñiga que después de estar discutiendo un rato sobre la situación, propuso un armisticio que fue aceptado por los panameños. Los dos grupos se instalaron en el cuadrante del pueblo y la gente del Capitán Armuelles escogió los lugares más dominantes.

Dos horas después el jefe de la tropa panameña recibió una nota del general Quintero, y de inmediato ordenó desarmar a los costarricenses.

Es seguro que existió el arreglo o compromiso entre las dos fuerzas al que hace referencia don Héctor Zúñiga, pues el propio Capitán Armuelles dice lo siguiente:

“me dirigí al jefe Zúñiga y le dije “Coronel hágame el favor de rendirse y ordenar se nos entreguen todas sus armas”. Este me contestó: “Ese no es nuestro trato”. Le repliqué: “Ese compromiso fue hace un momento, tengo órdenes de tomar posesión de Coto y ríndase”. (43)

Ante la evidente superioridad numérica de la tropa panameña, la guarnición costarricense no opuso resistencia y entregó las armas.

3) El ataque a “La Sultana”.

Ya hemos visto que el día 25 de febrero en la mañana se supo en nuestro país de la manifestación efectuada la noche anterior en Panamá. Ese mismo día a las cuatro de la tarde se recibió en San José un mensaje de don Ricardo Villafranca, Cónsul de Costa Rica en Colón, comunicado que en Panamá se reclutaba gente y que había salido un vapor con tropas y armamentos. (44)

Probablemente esas noticias alarmaron a nuestras autoridades, quienes optaron por reforzar la guarnición de Coto. Con ese fin, el mismo día 25 a las diez y treinta de la noche un destacamento tomó el tren hacia Puntarenas. Lo formaban el Capitán Miguel Ángel Obregón Castro y 25 soldados del cuartel Bella Vista. Como parte del equipo militar llevaban una ametralladora.

Al día siguiente, ya en Puntarenas, se embarcaron en la lancha de gasolina “La Sultana” rumbo a Coto. De camino descubrieron que una persona en estado de ebriedad se había embarcado con ellos. (45)

El domingo 27 de febrero llegaron a Puerto Jiménez, población situada casi al frente de la Boca del río Coto. Ahí se entrevistaron con don Daniel Herrera Yrigoyen, joven escritor mexicano radicado en Costa Rica y quien desempeñaba el puesto de Jefe Político del Cantón de Osa.

Daniel Herrera aseguró a los costarricenses que el Coronel Zúñiga se hallaba en absoluto dominio de la región de Coto, pues dos días antes había estado con él en Pueblo Nuevo. Se embarcó con la tropa de Obregón y su confianza era tanta que ni siquiera quiso llevar sus armas. (46)

Como veremos, ese exceso de confianza perdió a los costarricenses. A las tres de la tarde salió la Sultana hacia la región de Coto. A esa misma hora, el Capitán Armuelles, con la guarnición costarricense en su poder, ordenó al Capitán Solís y sus 18 policías que se establecieran al otro lado de la boca del río Conte, afluente del Coto.

Manifiesta el Capitán Armuelles que poco después decidió realizar él mismo una inspección por el río Coto y dejó al oficial Laureano Gasca a cargo de la guarnición de Pueblo Nuevo. Se hizo acompañar por otro oficial y dos policías y bajaron por el río. Encontrándose cerca de la boca del río Conte oyeron el motor de una gasolina; era “La Sultana”. Rápidamente se dirigieron a la orilla del río y antes de que pudieran desembarcar pasó, como a 3º metros, la lancha, desde la que les lanzaron un ¡Viva Costa Rica! Y siguieron adelante. (47) En ninguno de los documentos costarricenses consultados se hace referencia a este hecho.

El Capitán Obregón expresa en su informe oficial que llegaron a la vista de Pueblo Nuevo de Coto a las cinco de la tarde. Vieron a algunos soldados haciendo movimientos de preparación y defensa, y creyendo que eran sus compatriotas les lanzaron varios gritos de ¡Viva Costa Rica! Esto fue contestado con nutridos disparos.

Durante varios minutos los ocupantes de la lancha estuvieron absolutamente de que la gente del Coronel Zúñiga les confundía con soldados panameños. Dice luego el Capitán Obregón:

“Al daros cuenta de la trampa en que habíamos caído y después de una hora; más o menos, de combate, desde cuyo principio empezaron a caer muertos y heridos, entre ellos Padilla y Herrera, ordené al capitán de la gasolina, el Estoico y valeroso Magdalena Bustillos, darle Vuelta a la embarcación con ánimo de salvar a la oca gente que me quedaba y regresar con los muertos y heridos. Al pretender hacerlo, el río ya estaba vaciando y la embarcación se varó contra el lado de la vega y la saña enemiga arreció con más furia”. (48)

Los costarricenses dejaron de hacer fuego y poco después la lancha fue abordada por los soldados panameños.

De acuerdo con los datos del Capitán Armuelles, murieron cinco costarricenses y treinta y un quedaron prisioneros, ocho de ellos heridos. Entre los prisioneros estaban los siete tripulantes de la embarcación. (49) Don Héctor Zúñiga da el mismo dato de su informe oficial.

Al día siguiente, 28 de febrero, fueron reparadas algunas averías leves que había sufrido “La Sultana”. A las diez de la mañana zarpó la nave hacia Rabo de Puerco, conduciendo los prisioneros costarricenses. Les custodiaban el oficial Laureano Gasca y 15 hombres. (50)

4) La emboscada a “La Estrella y “La Esperanza”.

El domingo 27 de febrero ya el Gobierno de Costa Rica daba como un hecho que habría un conflicto de grandes proporciones con Panamá y por ello se aprestaba a enviar numerosos combatientes a la zona del Pacífico. Sin embargo, también se consideraba que la guarnición de don Héctor Zúñiga en Pueblo Nuevo no corría peligro, pues estaba reforzada con el destacamento del Capitán Obregón.

Lo anterior se desprende de las instrucciones que recibió ese día el Coronel Amadeo Vargas, jefe de la Primera Sección de Policías. Dice don Amadeo que a las diez de la mañana se presentó a la Secretaria de Guerra,

“donde el oficial mayor me entregó una nota para el Coronel Héctor Zúñiga, a quien debía encontrar en Pueblo Nuevo de Coto. Se me ordenó allí mismo que después de entrevistarme con Zúñiga, retrocediera a la boca del río, donde debía permanecer conservando la embarcación que nos condujera; a fin de que una vez que las tropas, conducidas por el Izabal o Roxana llegaran, fueran conducidas hasta Pueblo Nuevo; pues el calado de estas últimas no les permitía remontar el río”. (51)

Estas instrucciones obedecían a un plan coordinado, pues al día siguiente un batallón de 250 hombres al mando del Coronel Juan A. Gómez salió de San José y se embarcó en el vapor Izabal. (52)

A las once de la mañana del domingo 27 de febrero salió don Amadeo Vargas por ferrocarril hacia Puntarenas, acompañado de 30 policías.

Originalmente pensaban embarcarse en la lancha de gasolina “La Esperanza”; pero, esta resultó muy pequeña para dar cabida a todo el destacamento.

Decidieron entonces embarcarse en la lancha “La Estrella”. Que acababa de legar procedente del río Tempisque.

Manifiesta don Amadeo Vargas que el 28 de febrero de en la noche, poco antes de zarpar hacia Coto, tuvo noticias de que tropas panameñas se dirigían hacia la frontera; teniendo entonces la casi completa seguridad de que chocarían con el enemigo, solicitó más gente para reforzarse destacamento; la gestión fue atendida y 30 policías de Puntarenas se unieron a la expedición.

A las seis de la mañana del 1 de marzo, legaron a Puerto Jiménez. Ahí un policía les informó que o tenía ninguna noticia de que algo hubiese sucedido en Pueblo Nuevo. Incorporaron ese individuo a la tropa y siguieron su viaje.

Cuando remontaban el río Coto, y al llegar a la boca de su afluente el Conte, se encontraron con el grupo de 18 policías que el Capitán Armuelles había establecido desde el 27 de febrero en ese lugar. Informa don Amadeo que desde el primer momento sus hombres comprendieron que tenían a la vista soldados enemigos; como trataran de dispararles él se opuso, pues de acuerdo con las órdenes recibidas no podían ser los costarricenses los primeros en atacar. (53)

A pesar del significativo hecho de la presencia de soldados panameños cerca de Pueblo Nuevo, don Amadeo Vargas decidió seguir adelante. Pensó que en ese momento los soldados costarricenses estarían siendo atacados, y que sí él retrocedía:

“habría sido con la honda preocupación de no saber si mi retirada contribuiría a la derrota de los compañeros, y como además tenía la orden terminante de llegar a mi destino a sabiendas de que el enemigo estuviese allí, no tuve la mayor vacilación de lanzarme a tan peligrosa aventura, y el entusiasmo de mi tropa alentó más a mi resolución, pues todos deseaban entrar en combate”. (54)

Agrega luego que no tenía absolutamente ningún conocimiento de la configuración del terreno ni de los lugares estratégicos y que tampoco poseía una carta geográfica, ni siquiera un ligero esquema, de aquella región. Esto lo obligó a atenerse únicamente al rumbo que el piloto diera a la embarcación.

Así, en forma valiente y heroica, pero imprudente a más no poder, don Amadeo Vargas y sus hombres se lanzaron a la boca del lobo.

Para despejar la cubierta y no presentar mucho blanco, ordenó el Coronel Vargas a los soldados de Puntarenas, con poca experiencia en el manejo de las armas, que bajaran a las bodegas.

Como a las diez y treinta de la mañana llegaron a unos 150 metros del pueblo y detuvieron la marcha de la embarcación. Pudieron entonces observar que numerosos soldados corrían hacía un pequeño edificio y luego aparecían armados de rifles; pocos segundos después la cubierta de la nave se convirtió en un dantesco escenario de muerte y dolor.

Durante los primeros 15 minutos los costarricenses resistieron heroicamente el ataque; pero se impuso al fin la privilegiada situación de los panameños, quienes, ocultos entre la maleza, tenían un blanco fijo sobre el que podían disparar con toda calma.

MAPA

El Coronel Vargas pensó que lo más conveniente era desembarcar en un sitio desde el que pudieran organizar mejor la defensa; con ese propósito ordenó que la nave retrocediera. Desafortunadamente, los motores no funcionaron.

Una hora después, la embarcación estaba cubierta de cadáveres y heridos. Los sobrevivientes pidieron a don Amadeo Vargas que izara l bandera blanca; a esa petición él mismo informa que contestó:

“que estábamos en el caso de salvarse el que pudiera, que yo no arriaba la bandera y que el que quisiera se lanzara al río a ver sí podía ganar la orilla y salvarse”. (55)

Algunos siguieron su consejo y abandonaron la nave; sin embargo, el resto de los sobrevivientes no resistió más aquella terrible situación que hizo que el clarín tocara la orden de suspender el fuego.

Don Amadeo Vargas se lanzó al río, y, aunque estaba seriamente herido, logró escapar con ayuda de un soldado.

De acuerdo con los informes oficiales, el saldo de este desigual encuentro fue el siguiente: murieron 25 costarricenses y 68 quedaron prisioneros, muchos de ellos heridos. Del lado panameño solamente hubo tres heridos: dos policías y un voluntario. (56)

A las dos de la tarde de ese día les llegó a los panameños un importante refuerzo de 50 voluntarios provenientes de Chiriquí. (57)

Para abastecer a los diferentes destacamentos enviados a Coto, el Gobierno de Costa Rica mandó la lancha “La Esperanza” cargada de provisiones. A las siete de la noche del mismo 1 de marzo llegó la embarcación a Pueblo Nuevo de Coto y sufrió igual destino que las naves procedentes. Después de un breve combate, los soldados resultaron heridos, y con cinco compañeros más fueron hechos prisioneros. (58)

5) Se evita una batalla de grandes proporciones.

Como hemos visto, el 28 de febrero salió de San José un batallón de 250 hombres al mando del Coronel Juan A. Gómez. Le acompañaba el señor Fernando Cabezas Zaldívar, persona de vastos conocimientos militares. El batallón se dirigió hacia Pueblo Nuevo de Coto, ignorando que ese punto había caído desde el día anterior en manos de los panameños.

En la madrugada del primero de marzo se embarcaron en el vapor “Izabal” rumbo al Pacífico Sur. (59)

El 2 de marzo llegaron a Puerto Jiménez y ahí, según informó don Fernando Cabezas, encontraron a un policía de la tropa de Héctor Zúñiga, quién había escapado de manos de los panameños. (De tal escapatoria no tenemos más referencia que la del señor Cabezas)

El prófugo dio la noticia de la suerte corrida por las expediciones de Costa Rica, e informó:

“que las tropas panameñas en número de 400 y formadas por tropas de línea de Panamá estaban atrincherándose fuertemente en Coto y esperaban por tierra un refuerzo de 300 hombres; que a bordo de las embarcaciones de guerra panameñas estaban otros 700 hombres”. (60)

Ante esas noticias, evidentemente exageradas, los costarricenses decidieron retirarse a Punta Uvita, con el objeto de esperar refuerzos. (61)

En realidad, lo que había sucedido del lado panameño hasta el 2 de marzo era lo siguiente:

El 25 de febrero a las cuatro de la tarde salió del llamado muelle inglés, en ciudad de Panamá, el vapor “David”, conduciendo un segundo grupo que se dirigía a la región de Coto. Se componía este destacamento de 200 policías y 200 voluntarios al mando del Coronel Alberto Lamb, Inspector General de la Policía. Iba también un cuerpo médico y otro de enfermeras. (62)

Arribaron al Puerto de Aguadulce, donde recogieron algún equipo y varios caballos de la policía rural.

El 27 en la mañana llegó la nave a Rabo de Puerco; de aquí siguió el Coronel Lamb hacia Progreso, donde se entrevistó con el General Quintero.

Luego, los dos altos oficiales volvieron a Rabo de Puerco y se embarcaron en el David, rumbo a Coto.

A las ocho de la noche del primero de marzo estaba la nave frente a la desembocadura del río Coto. (63) Si hubiese llegado doce horas antes, se habría encontrado con la lancha que conducía las tropas del Coronel Amadeo Vargas al trágico destino que ya relatamos en páginas anteriores.

Para remontar el río, se embarcaron al día siguiente el General Quintero y su Estado Mayor en la lancha “La Sultana”, que había sido capturada a los costarricenses. Llegaron al campo de batalla en horas de la mañana, y el espectáculo observado lo relata el Inspector Lamb de la siguiente forma:

“Allí presenciamos el cuadro sombrío y triste sucede a las batallas: cadáveres insepultos, heridos cuyos lamentos hendían el espacio, y en fin, la guerra en todas sus manifestaciones”. (64)

El General Quintero estuvo en Pueblo Nuevo hasta el 4 de marzo. Durante ese lapso el vapor “David” permaneció anclado en la boca del río Coto y es probablemente la nave a la que hizo referencia el individuo que brindó la información ya citada a don Fernando Cabezas.

Nuevos contingentes envió luego el gobierno panameño hacia la región del Pacífico. El 4 de marzo salió hacia Progreso el batallón Panamá a bordo del vapor Coclé; lo comandaban el Coronel Domitilo Cabezas y el Mayor Diógenes Quintero, hijo del General Manuel Quintero. Llegaron el 7 de marzo al puerto de Pedregal y dos días después estaban en Progreso. (65)

Mientras tanto, los costarricenses hacían otros importantes preparativos. El 4 de marzo salió de San José el batallón Costa Rica, compuesto por unos 500 hombres que comandaban los coroneles Víctor Guardia y Rafael Zelaya. Iba con ellos don Rafael Villegas, nombrado General el Jefe del ejército del Pacífico.

Se embarcaron en el vapor “Roxana” y el 6 de marzo pudieron reunirse en Punta Uvita con las fuerzas del Coronel Juan Gómez.

El Estado Mayor del Presidente Acosta decidió adoptar un plan de operaciones ideado por el General Jorge Volio, el cual consistía en atacar por tierra a las fuerzas panameñas atrincheradas en Pueblo Nuevo; se dispuso entonces que en cuanto llegaran a Punta Uvita varios importantes destacamentos que estaba preparando el General Volio, se iniciarían las acciones. (66)

Sin embargo, esos proyectos nunca llegaron a cristalizar, pues el 6 de marzo a las 6 de la tarde recibió don Rafael Iglesias, delegado de la Secretaría de Guerra en Puntarenas, el siguiente telegrama:

“El Gobierno americano garantiza el fiel cumplimiento del fallo Loubet- White que significa la satisfacción integra de nuestros reclamos: henos triunfado en toda la línea. En consecuencia Ud. se servirá enviar inmediatamente una gasolina a manifestar esto al General Villegas a quien le comunicará la orden de regresar con todas sus tropas…” (67)

De esta forma, se evitó un inminente choque de grandes proporciones entre costarricenses y panameños.

Como el Gobierno de Panamá consideró que en cualquier momento podía reanudarse el conflicto, se dedicó a reforzar sus posiciones; así, a mediados de marzo tenía 500 hombres en Coto y 1 000 en Cañas Gordas; de estos últimos, solo 300 contaban con rifles. (68)

III. La campaña de Bocas del Toro.

Hemos visto que el 25 de febrero en la tarde el cónsul Ricardo Villafranca dio aviso sobre ciertos movimientos de tropas en Panamá. Probablemente esas noticias movieron al Gobierno de Costa Rica a reforzar los puestos fronterizos en el lado del Atlántico.

Con tal propósito, el 26 de febrero en la noche salieron 75 soldados del Cuartel Principal rumbo a Limón; les dirigía el Coronel José Joaquín Zavaleta. (69) Esa misma noche se embarcó un grupo de soldados de Limón con destino al Sixaola. (70)

Ya el 28 de febrero era evidente que habría un choque de proporciones incalculables entre los dos países. (Recordemos que ese día salió el Coronel Juan Gómez con 250 hombres rumbo a Puntarenas).

Decidió entonces el Gobierno de Costa Rica movilizar también fuertes destacamentos hacia la zona del Atlántico.

El mismo 28 de febrero salieron dos contingentes cartagineses, alajuelenses y heredianos, los que sumaban un total de 450 hombres. (71)

El primero de marzo a las 7 de la noche salió el Teniente Coronel José María Pinaud con 300 soldados y 25 oficiales. La despedida fue realmente emocionante, pues se congregaron más de 5 000 personas y hubo sentidos discursos de los señores Luis Anderson y José Albertazzi A. iba también con ese contingente un cuerpo de la Cruz Roja. (72)

Pocas horas después, salieron 200 policías de las secciones Primera y Segunda al mando del General Ricardo Monge Chavaría, Director de Policía. Iba con ese grupo el Coronel Gerardo Zúñiga Ontúfar, jefe del ejército expedicionario. (73)

Por último, en la noche del 2 de marzo salió hacia el Atlántico el célebre “Batallón de la Muerte”, formado por elementos pertenecientes en su mayoría al régimen anterior del General Tinoco. Los comandaba don Francisco Amerling. (74)

Todas las tropas se embarcaron en Limón y llegaron por mar a la zona fronteriza. Sin embargo, el destacamento de don Ricardo Monge hizo el viaje por tren desde Limón a la población de la Estrella, a orillas del río de igual nombre. Luego, tuvieron que recorrer a pie el trayecto entre la Estrella y Suretka, a este último punto llegaron los soldados completamente agotados, pues como no había camino, fue necesario abrirse paso por entre selvas y pantanos. (75)

En las primeras horas del cuatro de marzo, las tropas acampadas en Suretka abordaron el tren para recorrer las treinta millas que les separaba de la población de Sixaola. A las seis de la mañana llegaron a su destino y se encontraron con el grueso del ejército costarricense-.

De acuerdo con lo que se había planeado cuidadosamente, se prepararon para atravesar el puente del Sixaola y tomar la población panameña de Guabito. Reinaba gran excitación, pues, según informes recibidos, al otro lado del río había trescientos panameños armados de rifles Remington y carabinas.

A las seis y treinta de la mañana el tren empezó a pasar el puente. En la locomotora iban cuatro oficiales, quienes, revólver en mano, obligaron al maquinista a conducir el vehículo propiedad de la United Fruit Company. En el último de los cuatro carros iban algunos conocidos personajes, entre ellos, los señores Otilio Ulate y Joaquín Vargas Coto. Detrás, seguían las tropas de infantería. (76)

Después de un breve recorrido el tren se halló en el centro de la población y los soldados se apresuraron a tomar posiciones.

El General Monge informa que en el carro en que él viajaba resultaron heridos dos soldados. (77); esto significa que los panameños presentaron alguna resistencia. Sin embargo, el Capitán Herminio J. Pinzón oficial panameño a cargo de la guarnición de Guabito, informa que el 3 de marzo a las seis y treinta de la tarde abandonó con sus fuerzas el lugar.

Esto lo hizo al observar que gran cantidad de soldados costarricenses se preparaban para el azoto desde el otro lado del río, y él sólo contaba con 57 combatientes, la mayoría voluntarios. (78)

Hay un hecho interesante en este asunto, y es que dos soldados costarricenses que hacían guardia en el puente, murieron durante el ataque. Sobre esto, el periodista Fernando Borges, quien presenció los hechos, da una opinión importante, máxime después de conocer el informe que dio el Capitán Pinzón. Dice el periodista del Diario de Costa Rica, refiriéndose a la muerte de los jóvenes Manuel Zúñiga y José Parini:

“por razón de determinadas circunstancias, paso a suponer que proyectiles mal dirigidos de nuestros soldados fueron los que hirieron a aquellos dos centinelas”. (79)

En el mismo artículo manifiesta el señor Borges que accidentalmente los costarricenses dieron muerte durante el ataque a un civil y a una niña panameña, de color los dos.

Entre los soldados de Panamá no hubo muertos ni heridos, lo que bien puede deberse a que la población estaba desguarnecida, como lo indica el Capitán Pinzón, o que presentaron leve resistencia y luego huyeron en forma apresurada, como manifiesta el General Monge. (80)

En el mismo tren, las tropas del Coronel José María Pinaud siguieron hacia Almirante, población que tomaron ese día 4 de marzo a la una de la tarde. Ese lugar estaba completamente desguarnecido, pues poco antes el Dr. Belisario Porras había dado orden de que los defensores se retiraran, ya que las fuerzas costarricenses eran muy superiores en número y armamento. (81)

MAPA

A las doce de la noche del mismo día, el Alto Mando costarricense, que estaba instalado en Guabito, recibió desde San José la noticia de que fuertes contingentes de artillería e infantería panameña habían salido de la ciudad de Colón hacia el campo de batalla. Ante el peligro de que las tropas del Coronel Pinaud quedaran incomunicadas en Almirante, el General Zúñiga Montúfar ordenó que inmediatamente abandonaran ese lugar.

Tal media enfureció a los oficiales, en especial a don Ricardo Monge, y hubo fuertes discusiones. Prevaleció siempre el criterio de don Gerardo Zúñiga y en la mañana del cinco de marzo las tropas de Pinaud estaban de nuevo en Guabito. (82)

Poco después, estando ya más seguros de su situación, los costarricenses volvieron a ocupar la ciudad de Almirante.

Del lado panameño, la actividad fue intensa; el 2 de marzo salió de la ciudad de Colón una fuerza al mando del Coronel Alejandro Mosquera, sin embargo, ese contingente era muy reducido, pues no pasaba de 200 hombres. Se embarcaron en el vapor “Arabia” y el 4 de marzo llegaron a la ciudad de Bocas del Toro, situada en la isla de San Cristóbal y frente a la ciudad de Almirante, ocupada esta última por los costarricenses. Inmediatamente se dedicaron a preparar la defensa, pues se temía un ataque desde Almirante que podía iniciarse en cualquier momento. (83)

El 5 de marzo en la madrugada llegó a la región de Bocas del Toro el barco de guerra norteamericano “Sacramento”. Su comandante se entrevistó con los oficiales de los bandos contendientes y les informó que tenía órdenes de proteger a los ciudadanos norteamericanos y de mantener absoluta neutralidad. (84)

En la tarde, se reunieron los oficiales costarricenses y durante largo rato estuvieron planeando el ataque a la ciudad de Bocas del Toro. Se decidió solicitar lanchas gasolineras a Limón y esperar la artillería que pronto iba a llegar.

El 6 de marzo en la noche, cuando los costarricenses hacían los últimos preparativos para lanzar el ataque que se habían propuesto, llegó desde San José la noticia de que la lucha había terminado. Esto no fue bien recibido entre los soldados y oficiales, pues estaban enardecidos por conocer ya los sucesos de Coto. (85)

El 7 de marzo en la noche, las tropas costarricenses concentradas en la ciudad de Almirante se embarcaron en el vapor “Turrialba”, propiedad de la United Fruit Company, y en él hicieron el viaje hasta Limón. La misma nave transportó luego las tropas panameñas de Bocas del Toro a Colón. (86)

IV. La batalla diplomática.

1) Gestión durante el conflicto.

No fue sino hasta el 27 de febrero, el mismo día en que cayó la guarnición de Pueblo Nuevo y fue emboscada “La Sultana”, que Panamá protestó oficialmente por la actitud del Gobierno de Costa Rica.

La nota fue contestada el 28 de febrero por el Lic. Alejandro Alvarado Quirós, quien reiteró que la región de Coto estaba situada en territorio costarricense. (87)

El mismo día 28, Sir Eric Drummond, Secretario de la Liga de las Naciones, instruyó a los consejeros políticos de ese organismo, al cual pertenecían Costa Rica y Panamá, para que investigaran los incidentes ocurridos entre los dos países. (88)

En igual fecha, el Secretario de Estado, Mr. Bainbridge Colby, se dirigió a los dos gobiernos manifestándoles que debían de desistir de demostraciones hostiles o actividades armadas para dar oportunidad a una discusión y a un arreglo sobre la manera en que debían aplicarse los términos del fallo White. (89)

El 2 de marzo en la tarde se entrevistaron el Lic. Alvarado Quirós y Mr. Walter C. Thurston. Encargado de Negocios de los Estados Unidos en Costa Rica. Insinuó Mr. Thurston el retiro de las fuerzas armadas costarricenses y manifestó que la misma excitativa se había hecho a Panamá. Esa insinuación la confirmó al día siguiente por medio de una comunicación escrita. (90)

El 4 de marzo tomó posesión Mr. Warren G. Harding, nuevo Presidente de los Estados Unidos, sucesor de Mr. Woodrow Wilson. Al día siguiente Mr. Charles E. Hughes, Secretario de Estado del recién inaugurado Gobierno, se dirigió a los países en conflicto, instándoles para que cesaran inmediatamente las hostilidades. Al final de su nota, expresó lo siguiente:

“El Gobierno de los Estados Unidos reconoce el hecho de que la controversia relativa a la frontera entre las Repúblicas de Costa Rica y Panamá fue finalmente resuelta por el Laudo del Chief Justice en calidad de árbitro y desea instar al Gobierno de Costa Rica acerca de la importancia de la cesación inmediata de las hostilidades, a fin de llegar prontamente a un arreglo adecuado y de manera ordenada, de acuerdo con el fallo del Chief Justice White, toda vez que no considera justificado el empleo de medidas de fuerza por ninguna de las partes”. (91)

Esta nota fue conocida en Costa Rica el 6 de marzo. El gobierno la interpretó como una clara garantía de que si se suspendían las hostilidades, el fallo White se haría cumplir fielmente. De ahí que, el mismo día en horas de la tarde se enviaron telegramas a los distintos frentes ordenando el cese de las actividades bélicas y el retiro inmediato de las tropas.

Por su parte, el Dr. Belisario Porras anunció el 6 de marzo que Panamá estaba dispuesta a aceptar la mediación norteamericana si Costa Rica se retiraba a la margen izquierda del Sixaola y no atacaba Pueblo Nuevo de Coto. A la vez, rechazó nuevamente el fallo White y propuso que el asunto se sometiera a una comisión compuesta por la Argentina, el Brasil y Chile, a un tribunal de la Liga de las Naciones o a una Asamblea de catedráticos de Derecho Internacional de la Argentina, Chile y los Estados Unidos. (92)

El Gobierno de Costa Rica estuvo de acuerdo en retirar sus tropas y de esta forma, la mediación de los Estados Unidos permitió que los dos países se pusieran de acuerdo por lo menos en cuanto al punto de cese de hostilidades.

2.- Actividades diplomáticas posteriores al conflicto:

El 15 de marzo de 1921 el Lic. Octavio Beeche, Ministro de Costa Rica en Washington, dirigió una larga nota al Secretario de Estado, solicitando la valiosa influencia de los Estados Unidos para que Costa Rica pudiera entrar en posesión del territorio que le pertenecía, de acuerdo con la Convención Anderson – Porras. (93)

Precisamente, ese mismo día el Secretario de Estado envió una nota al gobierno panameño, en la que expresaba los mismos puntos de vista de Costa Rica. Manifestó que por la Convención de 1910 fue aceptado por ambas repúblicas el límite en el lado del Pacífico, y que por ello el gobierno de los Estados Unidos estimaba como un deber ineludible solicitar a Panamá que abandonara su jurisdicción en el territorio de Coto y lo transfiera a Costa Rica en forma ordenada. Terminaba la carta de la siguiente forma:

“El Gobierno de Estados Unidos miraría con apresión la continuación de esta disputa… si tal continuación fuese causada por la negativa de parte de Panamá de cumplir con obligaciones que se han comprometido solemnemente a ejecutar. Por lo tanto este gobierno considera de su deber pedir al Gobierno de Panamá que indique de manera terminante su intención de conformarse con las representaciones que le hace el Gobierno de los Estados Unidos”. (94)

Esta nota fue calificada por el New Tork Times como un verdadero ultimátum. Don Belisario Porras apeló directamente ante el Presidente Harding, manifestándole que la exigencia del Departamento de Estado era dolorosa y humillante. Poco después contestó Mr. Harding que ese Departamento había actuado con su aprobación y que el Chief Justice con su fallo había rendido homenaje a la Justice. (95)

El 18 de marzo el Gobierno de Panamá envió una nueva carta insistiendo en sus puntos de vista sobre el statu quo y sobre los defectos del fallo White. Esto fue contestado el 30 de abril por el Secretario De Estado, quién rebatió los argumentos panameños y expresó la esperanza de que ese Gobierno tomara pronto las medidas para el traspaso a Costa Rica de la Jurisdicción de la zona disputada. Terminaba esa contestación con las siguientes palabras:

“Salvo que se tomen tales medidas dentro de un plazo razonable, el Gobierno de los Estados Unidos se verá obligado a proceder como sea necesario, a fin de tener la seguridad de que se hará el debido traspaso del ejercicio de la jurisdicción…” (96)

Ante tan categórica declaración del Departamento de Estado, trató entonces el Gobierno panameño de llegar a un acuerdo directo con Costa Rica. Con esa misión llegó a San José el 18 de mayo el Dr. Gregorio Miró.

El 21 de mayo se entrevistaron el Presidente Acosta y el Dr. Miró. Conversaron amigablemente durante largo rato, pero al final no se llegó a ningún arreglo. Informa el Dr. Miró que don Julio Acosta mantuvo que el fallo White debía cumplirse sin modificaciones, máxime que Costa Rica contaba con el firme respaldo del Gobierno de los Estados Unidos. (97)

Intentó luego el Gobierno de Panamá demostrar al Departamento de Estado que sus puntos de vista estaban equivocados. Con ese objeto fue enviado a Washington en Misión Especial el Secretario de Relaciones Exteriores, Dr. Narciso Garay.

El 24 de junio presentó don Narciso Garay un extenso memorándum al Secretario de Estado. Reiteró las razones por las que Panamá rechazaba el fallo White y propuso varias posibilidades para solucionar el asunto mediante arbitrajes o arreglos directos a base de concesiones.

Este nuevo esfuerzo panameño fracasó, pues el 30 de junio manifestó Mr. Hughes que el memorándum no había logrado hacerle cambiar de opinión. (98)

Procuró entonces Panamá obtener la mediación amistosa de los gobiernos sudamericanos, con el objetivo de buscar una solución al problema distinto de la que preconizaban Costa Rica y los Estados Unidos. Con ese objeto, envió en el mes de julio a los señores Antonio Burgos, Eduardo Chiari, Harmodio Arias y Octavio Méndez Pereira como Ministros en Misión Especial al Brasil, Perú, Argentina y Chile, respectivamente.

Las gestiones de estos diplomáticos no tuvieron éxito, pues en general los gobiernos sudamericanos se limitaron a hacer votos por la pronta resolución del conflicto entre los países limítrofes. (99)

Por su parte, el Gobierno de Costa Rica decidió apresurar las gestiones para que se ejecutara el fallo White. Con ese propósito, el primero de agosto envió una nota a Mr. William Howard Taft, nuevo Chief Justice, pidiéndole que nombrara los dos ingenieros, que de acuerdo con el Convenio Anderson = Porras, formarían parte de la comisión encargada de amojonar la frontera. (100)

Esa gestión originó una nueva protesta del Gobierno panameño, el cual manifestó el 8 de agosto que desconocería los actos de la comisión demarcadora y que proclamaba su derecho a seguir ocupando la región de Coto. (101)

Finalmente, el 18 de agosto manifestó el Secretario de Estado que en vista de que Panamá no quería hacer la demarcación de límites, no había ningún motivo para que Costa Rica demorara más la toma de jurisdicción sobre el territorio que le pertenecía.

Ante declaración tan categórica, y habiendo nombrado ya el Chief Justice a los ingenieros de la Comisión, el 24 de agosto comunicó el Gobierno de Costa Rica que se había fijado el día 5 de setiembre para asumir la jurisdicción en la zona del Pacífico. (103)

En esos días salió el buque de guerra “Pennsylvania” hacia la zona de Chiriquí y fue puesto a la disposición del Departamento de Estado. Su evidente objetivo era evitar violencias al tomar posesión Costa Rica de la zona disputada. (104)

En Panamá hubo una fuerte reacción ante la actitud tomada por el Gobierno de los Estados Unidos.

El 24 de agosto don Narciso Garay presentó una enérgica nota ante el Departamento de Estado y el profundo resentimiento que le embargaba se observaba en este expresivo párrafo:

“Panamá se ve obligada a someter a su duro destino; pero en su misma debilidad encuentra energía suficiente para clamar al cielo contra la injusticia y la violencia a que se le sujeta, y para declarar que mientras palpiten corazones panameños en el mundo, conservarán viva la herida profunda inferida a su dignidad y a su altivez, y mirará con ansiedad hacia el porvenir en espera de esa justicia redentora que hoy se le deniega, pero que llegará para ella algún día por inexorable designio de Dios”. (105)

El 5 de setiembre un destacamento costarricense llegó a Pueblo Nuevo de Coto y tomó posesión de la zona disputada. No hubo incidentes pues desde algunos días antes el Presidente Porras había ordenado el retiro de todas las autoridades de su país. (106)

En Panamá, ese día fue declarado de duelo nacional y la mayoría de las oficinas y centros comerciales cerraron sus puertas.

V. Algunos comentarios.

En setiembre de 1938, diecisiete años después de los sucesos que acabamos relatar, el señor Alejandro Alvarado Quirós, Secretario de Relaciones Exteriores durante el conflicto hizo interesantes declaraciones a la prensa.

Expresó que en enero de 1921 se hicieron gestiones ante el gobierno de Mr. Wilson para lograr el cumplimiento del fallo White. A esto contestó su Secretario de Estado, Mr. Colby, que era muy arduo para el Departamento de Estado obligar a Panamá a devolver el territorio usurpado porque se trataba de una república soberana. Agregó luego el Lic. Alvarado Quirós:

“Esta pesimista declaración fue conocida por nosotros en febrero de 1921 pero ya sabíamos que el sucesor de Mr. Colby sería Mr. Hughes, un ex Magistrado de la Corte de los Estados Unidos y estadista justiciero que no podría empeñar su nombre ilustre volviendo la espalda al Fallo del más alto juez de la Unión Americana, que había sido su compañero y su jefe en el Tribunal Federal”. (107)

“Lo que se deseaba por el Gobierno de Costa Rica era dar una alerta para que finalizaran los Sistemáticos avances sobre nuestro territorio Despoblado, y como corolario, provocar una discusión ante Washington de los méritos de nuestra fallada controversia… La guerra sólo podía considerarse como una Posibilidad remota…” (108)

Creemos que estas declaraciones resumen los puntos fundamentales en torno al conflicto, los que desglosamos de la siguiente forma:

a) De 1914 a 1917 el Gobierno de Costa Rica hizo varias gestiones ante el Departamento de Estado para lograr el cumplimiento del fallo, y aunque logró que se le diera la razón no consiguió algo más efectivo.

b) Al acercarse el cambio de gobierno en la Nación del Norte, los gobernantes costarricenses, con una astucia y cálculo políticos que hubiese admirado Maquiavelo, decidieron aprovechar a favor de su causa dos factores importantes: en primer lugar, el ascenso a la Secretaría de Estado de una persona muy allegada al Chef Justice White; como muy bien lo dirá muchos años después el Lic. Alvarado Quirós, Mr. Hughes había sido Magistrado de la Corte Suprema de los Estados Unidos y había trabajado como compañero y subalterno de Mr. White. Esta circunstancia era favorable para procurar una participación más efectiva del Departamento de Estado a favor del cumplimiento del fallo White.

El segundo factor aprovechado por nuestro Gobierno fue el constante intervencionismo del Departamento de Estado en los asuntos latinoamericanos y el vigor que desplegaban a favor de determinar causa, cuando eran convencidos de la bondad de la misma. Eran los tiempos dorados del “big stick”. En relación con este segundo factor, los costarricenses tenían muy fresca en su memoria un vergonzoso acontecimiento: desde el 12 de agosto de 1919 gobernaba en nuestro país don Juan Bautista Quirós, a raíz de la renuncia presentada por Federico Tinoco.

El Departamento de Estado no estuvo de acuerdo con tal designación y el 30 de agosto envió a su cónsul en nuestro país una nota que significaba grave lesión a la soberanía nacional. El comunicado en cuestión decía así:

“El Departamento se dirige por este medio a usted a fin de que haga conocer públicamente, sin demora, que el Gobierno de los Estados Unidos no puede de ningún modo considerar el señor J. B. Quirós como autorizado de manera alguna para actuar como Presidente de Costa Rica…

“El señor Francisco Aguilar Barquero, elegido designado bajo la legal Constitución de Costa Rica cuando la elección de Alfredo González Flores, es el llamado hoy en San José para tomar (o ejercer) el Poder Ejecutivo. El señor Barquero (Aguilar) deberá lo más pronto posible convocar a elecciones…” (109)

Es evidente que incumbía única y exclusivamente a los costarricenses decidir si Quirós continuaba en el poder, o si debía de ser sustituido por Aguilar Barquero u otro ciudadano; tomar una decisión de ese tipo s uno de los atributos fundamentales de cualquier República que se precie de ser libre e independiente. Sin embargo, el Departamento de Estado ni siquiera sugirió, para guardar un poco las apariencias, la destitución de Quirós si no que le ordenó y la dio como un hecho pues en la misma nota mandó que el sucesor de don Juan Bautista convocara a elecciones lo más pronto posible. Resulta innecesario indicar que las órdenes transcritas fueron cumplidas al pie de la letra.

Nuestro Gobierno aprendió muy bien la lección que acabamos de referir y en la controversia con Panamá sobre el asunto limítrofe, decidió encauzar el efectivo intervencionismo norteamericano a favor de sus puntos de vista. Como dirá diecisiete años después del conflicto el Lic. Alvarado Quirós, se deseaba provocar una discusión ante Washington. Agreguemos que Costa Rica sabía cuál era el criterio de Washington y, por consiguiente, cuál punto de vista se iba a imponer.

c) No se propuso nuestro gobierno provocar una guerra. Es evidente que de haberlo planeado así se habría enviado un ejército de vanguardia de sólo 30 hombres. El objetivo era evitar que los panameños siguieran penetrando en territorio costarricense y, a la vez, provocar una discusión ante Washington. La guerra sólo podía considerarse como una posibilidad muy remota. Además, la situación económica del país, después del Gobierno de Tinoco era muy difícil. Precisamente por razones de economía, pocos días ates del conflicto, el 24 de febrero de 1921, la Tercera Sección de Policía se había refundido con la Primera y la Segunda. (110)

d) En el espacio militar, Costa Rica sufrió serios reveses en las acciones del río Coto. No significa esto que las victorias de Panamá puedan clasificarse de “gloriosas”. No hay gloria cuando la lucha es desigual, cuando un grupo de soldados bien protegidos disparan a su gusto y sabor sobre una pequeña lancha inmóvil y desguarnecida. Las estadísticas son reveladoras: murieron treinta costarricenses y del lado panameño hubo solamente tres heridos.

En el Atlántico el panorama fue distinto y toda la región de Bocas del Toro quedó en manos de las tropas costarricenses.

La posterior batalla diplomática se desarrolló tal y como la había previsto nuestro Gobierno. El Secretario de Estado, convencido de l validez del fallo dictado por Mr. White, dejó de ser un simple mediador en el conflicto y se convirtió en el defensor más ardiente de la causa costarricense. De nada valieron las proposiciones de arbitraje por parte de Panamá, pues nuestro Gobierno, en forma hábil, se acogió al respaldo del Departamento de Estado. Esto permitió que en setiembre de 1921 los costarricenses tomaran posesión de Coto, ante la presencia fiscalizadora de los cañones del “Pennsylvania”

e) Creemos que había argumentos suficientes para demostrar que la región en disputa pertenecía a Costa Rica y que la línea de “statu quo” debía de fijarse en Punta Burica. Lamentamos empero que no se tomaran en cuenta las razones jurídicas aducidas por Panamá para continuar en posesión de la zona en conflicto, aunque tales razones no tuviesen solidez.

Panamá tuvo que someterse sin que se escucharan sus razones, al igual que lo habían hecho los costarricenses en 1836 y 1880, cuando Colombia ocupó por la fuerza las regiones de Bocas del Toro y Punta Burica, a pesar de que en esas zonas Costa Rica ejercía una jurisdicción efectiva con base en importantes documentos emanados de la corona española. (111)

f) El conflicto militar no resolvió la disputa limítrofe. Si bien Costa Rica pasó a ejercer autoridad en Coto y Punta Burica, esta situación no fue reconocida como válida o legal por Panamá. El problema se mantuvo latente y en años posteriores fueron frecuentes los incidentes en la región fronteriza del Pacífico.

No fue sino hasta el 1941 que se llegó a la solución definitiva del problema, mediante la aceptación tácita por parte de Panamá del fallo White, el cual fue modificado con un simbólico cambio de tierras de igual extensión.

¡Cuantos incidentes diplomáticos, roces fronterizos, discordias, malestares entre dos pueblos hermanos y hasta derramamientos de sangre se pudieron haber evitado si Panamá hubiese reconocido desde 1914 lo que al final reconoció en 1941!

VI. NOTAS

1) PANAMÁ, Relaciones Exteriores, 1914, p. 10

2) Op, cit, p. 193

3) WHITE, Edward D, 1914, pp. 35- 36

4) COSTA RICA, Relaciones Exteriores, 1921, pp. 20- 23

5) PANAMÁ, Relaciones Exteriores, 1921,pp. 20 – 23

6) COSTA RICA, Relaciones Exteriores, 1921, pp. 234- 235

7)Op, cit, p. 237

8) Op, cit, pp. 125 – 126

9) Pc, cit, pp. 123 – 124

10) Op, cit, pp. 127- 131 y 240- 241

11) Op, cit, pp. 129 – 131

12) EL NOTICIERO, 23 de junio de 1907, p. 1

13) MORGAN DE ABRAHAMS, Mercy, 1968, p.1

14) KEPNER, Charles, 1937, p. 167

15) PANAMÁ, Relaciones Exteriores, 1921, p. 74 y TURNER, Domingo, p. 131

16) KEPNER, Charles. 1937, p. 167

17) Ibidem

18) PERALTA, Manuel María de, 1890, pp. 511 – 512

19) Op, cit, p. 512 – 513

20) Op, cit, p. 538

21) COSTA RICA, Relaciones Exteriores, 1901, p. IV

22) COSTA RICA, Relaciones Exteriores, 1901, p. 37

23) Op, cit, p. 48

24) COSTA RICA, Relaciones exteriores, 1921, p. 115

25) PERALTA, Manuel María de, 1890, pp. 532- 533

26) COSTA RICA, Relaciones Exteriores., 1921, p. 107

27) PERALTA, Manuel María de, 1890, pp. 534- 537

28) COSTA RICA, Relaciones Exteriores, 1909, p. 38

29) PANAMÁ, Relaciones Exteriores, 1914, p. 66

30) DIARIO DE COSTA RICA, 1de marzo de 1921, p. 1

31) COSTA RICA, Guerra y Marina, 1922, p. 17 y 93

32) Op, cit, p. 171

33) PANAMÁ, Relaciones Exteriores, 1921,, p. 27

34) Op, cit, p. 28

35) CASTILLERO P. Ernesto, 1964, p. 92

36) PANAMÁ, Relaciones Exteriores, 1921, pp. 34- 35

37) DIARIO DE COSTA RICA, 27 de febrero de 1921, p. 1

38) DIARIO DE COSTA RICA, 27 de febrero de 1921, p. 1

39) PANAMÁ, Relaciones Exteriores, 1921, p. 73

40) Op, cit, p. 74

41) TURNER, Domingo, 1962, p. 132

42) COSTA RICA, Guerra y Marina, 1922, p. 174

43) PANAMÁ, Relaciones Exteriores, 19211, p. 75

44) DIARIO DE COSTA RICA, 27 de febrero de 1921, p. 1

45) PADILLA CASTRO, Guillermo, p. 5

46) COSTA RICA, Guerra y Marina, 1922, p. 185

47) PANAMÁ, Relaciones Exteriores, 1921, p. 76

48) COSTA RICA, Guerra y Marina, 1922, p. 186

49) PANAMÁ, Relaciones Exteriores, 1921, p. 80 y 82

50) Op, cit, p. 77

51) COSTA RICA, Guerra y Marina, 1922, p. 179

52) Op, cit, p. 192

53) Op, cit, p. 180

54) Op, cit, p. 181

55) Op, cit, p. 182

56) PANAMÁ, Relaciones Exteriores, 1921, p. 82

57) Op, cit, p. 64

58) Ibidem

59) DIARIO DE COSTA RICA, 1 de marzo 1921, p. 39

60) ACOSTA, AQUILES, 1922, P. 192

61) Op, cit, p. 194

62) PANAMÁ, Relaciones Exteriores, 1921, p. 39

63) Op, cit, p. 97

64) Op, cit, p. 98

65) TURNER, Domingo 1962, p. 138

66) COSTA RICA, Guerra y Marina, 1922, p. 190

67) Op, cit, p. 195

68) PANAMÁ, Relaciones Exteriores, 1921, p. 70

69) DIARIO DE COSTA RICA, 27 de febrero de 1921, p. 1

70) DIARIO DE COSTA RICA, 2 de marzo de 1921, p. 3

71) DIARIO DE COSTA RICA, 1 de marzo de 1921, p. 2

72) DIARIO DE COSTA RICA, 2 de marzo de 1921, p. 2

73) Ibidem

74) DIARIO DE COSTA RICA, 3 de marzo de 1921, p. 3

75) Ibidem

76) COSTA RICA, Guerra y Marina, 1922,p. 187

77) Op, cit, p. 188

78) PANAMÁ, Relaciones Exteriores, 1921, p. 139 – 142

79) DIARIO DE COSTA RICA, 11 de marzo de 1921, p. 2

80) COSTA RICA, Guerra y Marina, 1922,p. 188

81) PANAMÁ, Relaciones Exteriores, 1921, p. 132

82) DIARIO DE COSTA RICA, 11 de marzo de 1921, p. 2

83) PANAMÁ, Relaciones Exteriores, 1921, p. 131 – 134

84) DIARIO DE COSTA RICA, 17 de marzo de 1921, p. 2

85) Ibidem

86) PANAMÁ, Relaciones Exteriores, 1921, p. 320

87) COSTA RICA, Relaciones Exteriores, 1921, pp. 133- 134

88) CASTILLERO P. Ernesto 1964 p. 147

89) COSTA RICA, Relaciones Exteriores, 1921, pp. 135- 136

90) Op, cit, p. 136

91) Op, cit, p. 146

92) CASTILLERO P. Ernesto 1964 p. 154

93) COSTA RICA, Relaciones Exteriores, 1921, pp. 148- 155

94) Op, cit, p. 183

95) Op, cit, p. 243- 244

96) Op, cit, p. 192

97) PANAMÁ, Relaciones Exteriores, 1921, p. 371- 376

98) Op, cit, p. 380 – 431

99) Op, cit, p. 370,380, 429, 430 y 436

100) COSTA RICA, Relaciones Exteriores, 1921, pp. 198

101) PANAMÁ, Relaciones Exteriores, 1921, p. 455 – 456

102) Op, cit, p. 463- 464

103) COSTA RICA, Relaciones Exteriores, 1921, pp. 103

104) Op, cit, p. 205- 206

105) PANAMÁ, Relaciones Exteriores, 1921, p. 480

106) COSTA RICA, Relaciones Exteriores, 1921, pp. 220- 221

107) DIARIO DE COSTA RICA, 21 de setiembre de 1938, p. 4

108) DIARIO DE COSTA RICA, 22 de setiembre de 1938, p. 4

109) MONGE ALFARO, Carlos, 1962, pp. 280 – 281

110) DIARIO DE COSTA RICA, 25 de febrero de 1921, p. 1

111) PERALTA, Manuel María de, 1980, p. 394 y pp. 536- 538

* Referencia digital en linea:
http://historia.fcs.ucr.ac.cr/hcostarica/materiales/guerraconpanama1921.htm

La Guerra de Coto, Panamá-Costa Rica de 1921 marzo 1, 2008

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La Guerra de Coto, Panamá -Costa Rica de 1921

La Guerra de Coto fue un conflicto bélico surgido entre Panamá y Costa Rica que ocurrió entre el 20 de febrero de 1921 hasta inicios de marzo de ese año; cuando una fuerza expedicionaria dirigida por el coronel Héctor Zúñiga Mora, ocupó en nombre de Costa Rica la localidad de Pueblo Nuevo de Coto, un caserío en las márgenes del río del mismo nombre que pertenecía al distrito de Alanje, en la provincia panameña de Chiriquí; la invasión se justificó por el hecho de que no se tenía una frontera definida entre Costa Rica y Panamá. Esta ha sido por ahora, la única guerra que ha tenido Panamá como nación independiente.

Esta invasión encendió el nacionalismo tanto en Costa Rica como en Panamá. En la capital San José y en el resto de Costa Rica se organizaron voluntarios y fuerzas regulares para defenderse de los panameños. En Panamá, en especial la provincia de Chiriquí, se organizó de la misma manera para defender el acto de invasión.

A pesar que Panamá ganó la guerra en el aspecto bélico, tuvo que ceder ese territorio por presión de los Estados Unidos, bajo el Fallo White a pesar que toda la población que vivía en esa área, cerca de mil habitantes, era en su totalidad panameña.

Guerra de Coto
Fecha 20 de febrero de 1921–
5 de marzo de 1921
Lugar Pueblo Nuevo de Coto y oeste de Bocas del Toro
Resultado armisticio; pérdida de Pueblo Nuevo de Coto y oeste de la cuenca del Sixaola por parte de los panameños
Beligerantes
Costa Rica Panamá
Comandantes
Julio Acosta García Manuel Quintero Villareal
Fuerzas en combate
~70
(en Coto)
Bajas
48 0

Antecedentes

La frontera entre Panamá y Costa Rica no estuvo bien delimitada desde la época colonial. En 1573, Felipe II de España suscribió un contrato con el capitán Diego de Artiesa y Chirinos. En este contrato estableció que el límite con Costa Rica al sur se extendía, «todo lo que corre la tierra al ducado de Veraguas (oeste de Panamá)», sin embargo los límites del ducado de Veraguas nunca fueron definidos con claridad en esa época y con el paso del tiempo dicho territorio cambiaba de extensión. En ocasiones se refería al cabo Gracias a Dios entre Honduras y Nicaragua como límite entre Norteamérica y Sudamérica; en otras el límite se ubicaba sobre la actual provincia de Veraguas.

En 1821 el istmo de Panamá se libera del yugo español y había decidido unirse a la Gran Colombia. En 1836 se produjo la llamada «Usurpación Colombiana», en que este país se adueñó del territorio que actualmente es la provincia de Bocas del Toro, que pertenecía a Costa Rica y que no pudo hacer nada al respecto. En 1856, 1865 y 1873 se realizaron tratados limítrofes, pero no fueron ratificados por ambos gobiernos. En 1880, Colombia se apoderó de Cocales de Burica, por tal motivo, el 25 de diciembre de 1880, los representantes de Costa Rica y de Colombia, decidieron someter el arbitraje de esta demarcación limítrofe al Rey Alfonso XII de España, pero este tratado fue desconocido por Colombia.

En 1896, en Bogotá, se firmó una nueva convención, la cual sería arbitrada por el entonces presidente de Francia, Emile Loubet. El 11 de septiembre de 1900 se emitió el Fallo Loubet, pero no fue aceptado por Costa Rica, ya que perjudicaba a este país y otorgaba a Colombia más territorio disputado, en especial la cuenca del río Sixaola.

En 1905, luego de separarse Panamá del territorio colombiano, se intentó firmar un tratado con el nuevo gobierno panameño, pero no fue ratificado por éstos. En 1914 se hicieron nuevas negociaciones, donde el arbitraje fue realizado por el fiscal general de los Estados Unidos. Se conoció como el Fallo White, dictado el 12 de septiembre de 1914, donde el gobierno panameño se mostró descontento con la resolución, ya que dicho fallo beneficiaba a Costa Rica. Así el statu quo se mantuvo por muchos años hasta el inicio de la guerra.

Los combates [editar]
Descripción de la Guerra de Coto en 1921.

Descripción de la Guerra de Coto en 1921.

La guerra se libró en dos lugares. El primer lugar fue en Pueblo Nuevo de Coto y en los alrededores del río Coto en el sector del Pacífico. En esta área las fuerzas costarricenses sufrieron la derrota. El segundo escenario fue en el Atlántico, al oeste de la provincia de Bocas del Toro, aunque sin enfrentamientos, los costarricenses obtuvieron la victoria.

El 22 de febrero, las fuerzas panameñas bajo el mando del capitán Juan B. Grimaldo, del teniente Francisco Benítez y del subteniente Joaquín Amaya, junto con 50 ó 60 policías provenientes de David, partieron en tren hacia La Concepción, para luego continuar a La Pita, Divalá y Progreso, para viajar después a pie hacia Coto. Los chiricanos organizaron en David la Primera Compañía de Voluntarios de David, que partiría una vez el tren volviera de La Concepción; bajo el mando del coronel Laureano Gazca partió de La Concepción un contingente llamado «Los 13 voluntarios de Bugaba».

Dentro del país había un serio problema con obtener las armas para defenderse, por dos razones: la disolución del ejército panameño que comandaba el general Esteban Huertas en 1904, por temor a un golpe de Estado; y la exigencia de las autoridades estadounidenses de que se entregaran armas de largo alcance. Así se hizo en 1915, pero el presidente Belisario Porras conservó secretamente 50 fusiles en el edificio de la Presidencia con sus respectivas municiones; así con este arsenal y otras armas, el presidente Porras ordenó la movilización general para la guerra no declarada. El presidente nombró al general Manuel Quintero Villareal (veterano de la Guerra de los Mil Días) como jefe de las fuerzas policiales que irían a Chiriquí.

En la madrugada del 23 de febrero, 53 policías y cuatro oficiales partieron del Muelle Inglés en la ciudad de Panamá en el vapor Veraguas bajo el mando de Quintero y en compañía del gobernador de la provincia de Panamá, Rodolfo Estripeaut. Luego de 44 horas de travesía, el general Quintero y sus hombres llegaron a Rabo de Puerco (hoy Puerto Armuelles). Quintero estableció allí su centro de operaciones y ordenó la partida de los 53 policías en un tren de la Panama Sugar Company hacia Progreso para proseguir a pie hasta Coto. Dicha tropa estuvo al mando del subteniente Justiniano Mejías, con la orden de tomar Coto por todos los medios necesarios. Cada uno de los hombres iba armado con una carabina Springfield calibre 30 y dos fornituras de 60 tiros cada uno.

Después de atravesar a pie varios ríos, pantanos y otros obstáculos, los 53 oficiales y voluntarios se encontraron el 26 de febrero en el río Lagarto, con los policías que venían de David y a los 13 voluntarios de Bugaba, quienes estaban armados de machetes y dos escopetas. Todos quedaron bajo el mando de Mejías. Todos llegaron a Coto al amanecer del 27 de febrero.

Mientras los panameños se organizaban para cumplir sus órdenes, dos costarricenses que recorrían el lugar fueron capturados. Para mayor sorpresa uno de ellos resultó ser el coronel Zúniga Mora, jefe la expedición de Costa Rica, y el otro era el coronel Daniel González. Ambos aseguraron que estaban de cacería. Mejías exigió a Zúniga Mora la rendición del desatacamento; los expedicionarios costarricenses no tuvieron más remedio. Los panameños habían recobrado Coto sin combate, tenían a los ticos de prisioneros y se reforzaron con más fusiles y municiones.

Mejías temía la llegada de refuerzos costarricenses por el río Coto, por lo que ordenó que exploraran el lugar, ubicar a los centinelas y tomar posicines entre los bosques y manglares. En la tarde del 27 se acercaba la motonave La Sultana con tropas costarricenses que arengaban ánimos a su país y a su presidente Julio Acosta, confiados de que el destacamento de Zúñiga Mora los iba a recibir. Al toque de corneta los panameños abrieron fuego de fusiles y a los pocos minutos la motonave encalló y sus tripulantes se rindieron con el resultado de cinco muertos, nueve heridos y 54 prisioneros. Se dispuso que los heridos y prisioneros fueran llevados en La Sultana hacia Rabo de Puerco. Un grupo de chiricanos al mando del coronel Gazca, tuvo la misión de tomar la nave y partir en la mañana del 28 de febrero para navegar por el Golfo Dulce hasta llegar al destino.

En la mañana del 1 de marzo arribó el navío costarricense La Estrella ignorando lo ocurrido y tuvo un desenlace similar al de La Sultana. En la lucha hubo 27 muertos, numerosos heridos y gran cantidad de armas cayeron en manos panameñas, distribuyéndose entre la Primera Compañía de Voluntarios de David.

Al atardecer de ese día llegaba otro navío, La Esperanza con 56 soldados y voluntarios, también ignoraban que no los esperaban los hombres de Zúñiga Mora, el desconocimiento fue tal, que cuando llegaron, en la proa del navío se puso un fonógrafo tocando las notas del himno nacional de Costa Rica; esto comenzó un tiroteo matando al que puso el fonógrago. Daniel Herrera, quien comandaba el navío creyó que era una equivocación pero no fue así y siguió el tiroteo dejando como resultado 16 muertos, entre ellos el propio Herrera y numerosos heridos y 46 prisioneros.

El 2 de marzo los prisioneros costarricenses fueron llevados a Rabo de Puerco, algunos a David y otros a la isla de Taboga.

Muchos más panameños, provenientes de todo el país, llegaron a Rabo de Puerco para ir a pelear en Coto, pero ya la contienda había terminado.

En Bocas del Toro, la situación era completamente diferente. Con la ayuda del ferrocarril de la United Fruit Company, unos mil soldados costarricenses bien armados y dirigidos por oficiales veteranos ocuparon sin lucha Guabito, Almirante y Changuinola el 4 de marzo. Los panameños de esa área se quedaron esperando los refuerzos desde la capital con sus armas. Superados en número y en armamento no tuvieron más opción que replegarse.

Desenlace

Desde el 4 de marzo la guerra toma un giro inesperado. En la bahía de Charco Azul, en Chiriquí, apareció el acorazado Pennsylvania con órdenes de proteger a los ciudadanos e intereses estadounidenses en la zona. Igualmente apareció el crucero Sacramento en la costa atlántica el 5 de marzo. Estados Unidos exigió a ambos países el cese de hostlidades y el retiro de las fuerzas de beligerantes. Sin más opciones, los hombres de ambos mandos abandonaron sus posiciones.

En David los expedicionarios panameños fueron recibidos como héroes por la población y un homenaje similar recibieron en la capital el general Quintero y sus hombres del presidente Porras y de la ciudadanía.

Panamá fue obligada por Estados Unidos a aceptar el fallo White y a ceder la región de Coto a Costa Rica, los problemas limítrofes entre ambos países fueron superados definitivamente con la firma del tratado Arias-Calderón Guardia en 1941.
Fuente: Wikipedia (1 de marzo de 2008). La Guerra de Coto

Historia de la instalación de la División Bananera de Puerto Armuelles de la United Fruit Company marzo 1, 2008

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Historia de la instalación de la División Bananera de Puerto Armuelles de la United Fruit Company

Antoni Royo*

La estrategia seguido por la United Fruit Company (UFCo) en Panamá no difiere de la seguida en Costa Rica. En Panamá se abandonaron las plantaciones de Bocas del Toro en 1926. Entre 1923 y 1926 la UFCo compró tierras aptas para la producción de banano en la región de Chiriquí, junto a la frontera con Costa Rica (Ellis 1983:69). La compañía quería utilizar el trazado del Ferrocarril Nacional de Chiriquí -finalizado en 1927- desde Puerto Armuelles y conformar una unidad de explotación bananera a caballo sobre la región fronteriza que enfrentaba ambas naciones, las cuales al mismo tiempo que se enfrentaban en el plano político también se disputaban económicamente por el contrato bananero con la UFCo.

La región fronteriza que enmarca los límites meridionales entre Panamá y Costa Rica cuenta con tierras de igual topografía y clima por lo que la UFCo las consideró como una unidad territorial sin contemplar la división político administrativa. Se añade una delimitación imprecisa de los límites del sector de Coto Colorado reclamado por Panama y bajo soberanía costarricense según el Laudo White de 1914. En febrero de 1921 ambos países se enfrentaron en la guerra de Coto y por ende cesaron relaciones diplomáticas hasta 1928. La fijación de límites fronterizos (Tratado Arias-Calderón) se hizo efectiva en 1944, coincidiendo con los proyectos de construcción del tramo de Carretera Interamericana en dirección a Panamá.

En 1927, la Chiriquí Land Company (CHIRILANCO), subsidiaria de UFCo, obtuvo de C.W. Müller 7000 hectáreas de Coto Colorado en la zona que va desde Cuesta de Piedra hasta Pueblo Nuevo de Coto. Estas tierras fueron adquiridas bajo el amparo de las leyes panameñas, al respecto se acusa de colusión de intereses con el Estado pues tanto la UFCo como Müller tenían el mismo abogado panameño, Harmodio Arias, quien tras la revolución de 1931 se convirtió en Presidente de Panamá.

En 1927, la Chiriquí Land Company, firmó una concesión por treinta años con el gobierno panameño para desarrollar el cultivo de banano en la región de Chiriquí, conformándose la División de Puerto Armuelles.

En cuanto a las tierras de Müller, la incertidumbre política en la frontera retrasaba su efectiva explotación. En 1928 el abogado costarricense de Müller propuso que el gobierno de Costa Rica cediera a Panamá un sector fronterizo de alrededor de 50000 hectáreas que contenía las tierras de Müller. A pesar que el Presidente Ricardo Jiménez era favorable, la opinión publica rechazo el plan y la solución completa sólo se logró después de 1944. Las tierras de Müller conformaron el distrito de Coto Colorado y fueron explotadas en Costa Rica, pero se rigieron con las normas de operación de la División de Puerto Armuelles en Panamá adscrita a la Chiriqui Land Company hasta los años 1950…

Según el contrato No. 1 de 26 de enero de 1945, se autorizó a CHIRILANCO para exportar toda la producción bananera en territorio costarricense, así como la introducción de insumos para las fincas en Costa Rica sin ningún tipo de gravamen.

* Royo, A. 2004. La ocupación del Pacífico Sur Costarricense por parte de la Compañía Bananera (1938-1984). Diálogos Revista Electrónica de Historia. Nov.-Mar. Vol.4. No. 2. Universidad de Costa Rica, Costa Rica. [Extracto]

Anexo I. Mapa de la División Bananera del Pacífico de Costa Rica y Puerto Armuelles en Panamá.

United Fruit Company en Panama y Costa Rica

Una historiadora chiricana enero 26, 2008

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Sánchez Pinzón, la historiadora de Chiriquí

La escritora ha recopilado en los últimos 20 años la historia de su provincia

Raúl Oscar López
periodistas@estrelladepanama.com

El escritor, orador y político romano, Marco Tulio Cicerón (106 AC-43 AC) decía: «No saber lo que ha sucedido antes de nosotros es como ser incesantemente niños». Afortunadamente, Chiriquí además de ser una tierra privilegiada por su clima, por sus paisajes naturales y por su productividad en el sector agrícola, también hay que anotar el trabajo valioso de su gente que se ha comprometido con dejar su legado para beneficio de todo el país y el mundo.

 
Milagros Sánchez Pinzón no pierde oportunidad para promover la lectura. / Fotos Raúl López

Y, si de aportes se habla, hay que mencionar a Milagros Sánchez Pinzón, historiadora y escritora chiricana, que en los últimos 20 años ha venido trabajando y brindando importantes contribuciones en la recopilación histórica de la provincia de Chiriquí, presentando sus obras de manera atrayente y con un lenguaje sencillo, pero con una gran profundidad y veracidad de contenido. Esta consciente que la historia se tiene que escribir y reescribir bajo el principio de la objetividad.

Desde 1989 funge como directora del semanario educativo Culturama, publicación que busca a través de su contenido ameno despertar el hábito de la lectura. Para ello, presenta notas históricas, literarias, culturales y anecdóticas.

«Te encuentras allí nuestros héroes locales, los valores de cada pueblo, los recursos naturales e información turística», explica con entusiasmo.

Esta publicación ha sido exitosa, pero no lucrativa. El costo de la misma es de 10 centavos solamente y las pocas ganancias son invertidas en promover la cultura. Sánchez reitera que lo que se busca es promover la lectura.

Culturama, según su directora a lo largo de estos 20 años de publicación, no sólo ha roto récord como la publicación regional con mayor tiempo de publicarse de manera ininterrumpida, sino que además ha permi-tido recopilar los hechos históricos.

A sus 42 años, a esta productiva chiricana le acompañan ya otras obras. A partir del año 1995, comenzó a producir su legado para las presentes y futuras generaciones. Su primera obra es Chiriquí: perfil y realidad del federalismo, la cual resultó un éxito, porque recogía la historia de la bandera y el escudo de la provincia. Las publicaciones de este texto ya se agotaron.

La idea surgió cuando Roger Patiño, uno de los promotores del movimiento federalista y propietario del semanario educativo, planteó la necesidad de documentar las acciones adoptadas por quienes compartían este pensamiento, como la expedición que se realizó a caballo hasta Panamá. Debido a la respuesta positiva de la gente antes sus primeros escritos, decidió bregar en el mundo de la historia.

Después vendría Chiriquí, Rasgos y Semblanzas, cuyo contenido incluía biografías de personajes importantes y la reseña de varios distritos de la provincia de Chiriquí, también lanzó cinco mil ejemplares de un calendario histórico, que fue bien recibido por el público.

Pero, la lista de publicaciones continúa. En las obras de Sánchez también está el El Compendio Histórico de Chiriquí, que es una referencia rápida de los principales aspectos de los distritos de la provincia como su población, clima, división política, y sitios de interés. De esta versátil obra se publican 15 mil ejemplares. A su lista también se suma Boquete, rasgos de su historia que es la obra más voluminosa que ha escrito hasta la fecha. En la misma se plasma la his-toria de este distrito en sus 472 páginas.

Sin dudar señala que por lo costoso de las publicaciones ha seguido publicando la parte histórica de otros distritos, pero de forma más condensada.

En ese nuevo formato ha publicado Alanje, esmeralda del pacifico, David, corazón del Valle de la Luna, Boquerón, donde la montaña ronca y Boquete, valle del eterno arco iris, que fue publicado tanto en español como inglés. La última obra publicada es Bugaba, el lugar de la lanza.

Actualmente, esta escritora e historiadora chiricana prepara una obra similar, pero del distrito de Dolega.

Historia de la Provincia de Chiriquí, Panamá enero 24, 2008

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RESEÑA HISTÓRICA DE CHIRIQUI

Octubre 16, 2007 – Culturama

* ETAPA PREHISPÁNICA

Antes de la llegada de los españoles, las tierras chiricanas estaban habitadas por grupos indígenas dispersos de la cultura guaymí, quienes ocupaban también Bocas del Toro y parte de Veraguas. El historiador Alberto Osorio Osorio indica, que bajo el nombre de guaymí, se agrupaban diversos grupos como los changuinas, zurias, doraces y otros. Estas agrupaciones practicaban una agricultura rudimentaria, complementada por la caza y la pesca como modos de subsistencia.

Entre estas culturas precolombinas destaca la de Barriles, cuyas producciones materiales rompen con el horizonte arqueológico del resto de la Provincia, la cual se identifica básicamente con la elaboración de objetos de cerámica monocroma y bicroma escarificada. El investigador Richard Cooke sugiere que los pobladores de Barriles pertenecen a un periodo que se extiende entre 250 a.C. y 750 d.C.

En cuanto al nombre del pueblo guaymí, aparece mencionado por primera vez, según Phillip Young, en las Crónicas, de Fernando Colón, quien hace la relación del cuarto viaje del Almirante Colón por las costas caribeñas del Istmo, en 1502.

Los aborígenes llamaban a esta región, según los cronistas españoles, “Chiriqui” o “Cherique”, vocablo que significa Valle de la Luna.

Según el historiador Ernesto J. Castillero, la primera vez que se menciona Chiriquí en un documento es en la Relación, de Gil González Dávila, quien en 1522, recorrió la costa del Pacífico de Panamá.

* ETAPA COLONIAL

De acuerdo con los informes históricos, el capitán español Gaspar de Espinosa (1440-1537) fue el descubridor, explorador y conquistador de la región chiricana, en 1519. Sus avances en Tierra Firme formaban parte del proyecto colonizador desarrollado por la corona española en el Nuevo Mundo. Espinosa era un bachiller en leyes, integrante del grupo expedicionario dirigido por Pedrarias Dávila, alcalde Mayor de la Gobernación de Castilla del Oro (Istmo de Panamá).

Se considera a Espinosa como uno de los más crueles personajes del período de colonización de estas tierras, existiendo testimonios que aseguran a verlo visto asesinar a cientos de indígenas, muchos de ellos, luego de ser sometidos a despiadadas torturas. La personalidad del descubridor de Chiriquí se identificó plenamente con el gobernador Pedrarias, quien también se caracterizó por sus acciones sanguinarias durante su administración en Panamá.

El sometimiento por la fuerza y la catequización fue un largo proceso que llevó a la integración y absorción de algunos grupos indígenas por la cultura occidental. Algunos desaparecieron y otros retrocedieron a las zonas montañosas, más inaccesibles para los conquistadores.

Las condiciones para la existencia presentaban algunas ventajas en las llanuras chiricanas, situación aprovechada por los españoles para establecer sus asentamientos. Este hecho provocó la asimilación cultural de varios pueblos indígenas y, en consecuencia, el cruce racial que a la larga originaria la aparición de una población mestiza cuyos descendientes (con el posterior aporte negro) constituyen básicamente las raíces del actual hombre chiricano.

Durante este proceso de colonización y aculturación, surgieron los poblados coloniales en Chiriquí, tales como: Remedios (1589), Alanje (1591), David (1602- 1721), San Félix (1606-1607), Tolé, (1621), San Lorenzo (1623), Dolega (1637-1671), Gualaca (1766-1812), Boquerón (1767?) y Bugaba (1794). En algunos casos aparecen diferentes años de fundación, ya que los historiadores aportan diferentes fechas, no obstante esta divergencia, no se elimina la circunstancia de que estos pueblos surgieron durante la época del avance hispánico y que su evolución, expansión y crecimiento conformarían, con el correr del tiempo, a la provincia de Chiriquí.
* ETAPA DE LA UNION A COLOMBIA

En 1822, después de su incorporación a Colombia, Panamá fue llamada por el gobierno colombiano: Departamento del Istmo. En 1824, éste fue dividido en dos provincias: Panamá y Veraguas. Esta última, incluía lo que es hoy Bocas del Toro y Chiriquí.

En 1822, el cantón de Alanje, que incluía a Chiriquí, se extendía hasta Bocas del Toro y tenía por cabecera a la población de Alanje. Sin embargo, el 26 de enero de 1837, la cabecera del mencionado cantón fue trasladada por decreto oficial del gobierno neogranadino a la Villa de David.

El 26 de mayo de 1849, gracias a los esfuerzos del senador panameño José de Obaldía Orejuela, la provincia de Veraguas fue dividida por un decreto del Congreso de Colombia (Nueva Granada) en dos provincias: Veraguas y Chiriquí. La nueva entidad administrativa se extendía hasta Bocas del Toro, que pasó a ser, a partir de abril de 1850, cantón de Chiriquí. El primer gobernador de la nueva provincia fue Pablo Arosemena de la Barrera.

De 1855 a 1886, por los esfuerzos autonomistas de Justo Arosemena, el istmo de Panamá logró convertirse en el Estado Federal de Panamá; sin embargo, esta condición sólo fue nominal, pues el gobierno central colombiano continuó su intervención en los asuntos locales.

En 1860, Colombia entró en guerra civil, causada por el general Tomás Cipriano Mosquera, gobernador del estado del Cauca, al rebelarse contra el gobierno federal. Los panameños, tratando de mantener al Istmo alejado de las luchas intestinas colombianas, manifestaron sus deseos de independencia. Así quedó consignado en las Actas de David y Santiago.

El Acta de David fue redactada, el 31 de marzo de 1861, por José de Obaldía y expresa, en su parte resolutoria, el deseo de los chiricanos para que el Istmo fuera un estado independiente, pero ello habría de esperar cuatro décadas más.

En la segunda mitad del siglo XIX, se produjeron en Chiriquí algunos levantamientos armados que desestabilizaron políticamente al Istmo.

En 1866, brotó un movimiento armado en Dolega, al mando de Arístides de Obaldía. Los insurrectos dolegueños, conocidos como “los guaraperos” apoyaban al autoproclamado Jefe de Estado, Santiago Agnew. Los chiricanos avanzaron en franca rebeldía hacia Santiago de Veraguas, donde fueron derrotados.

En marzo de 1868, se alzó en David el coronel Nepomuceno Herrera contra el gobierno nacional. El movimiento fue abortado y los rebeldes trasladados a Panamá.

Al despuntar el siglo XX, la Guerra de los Mil Días estremeció al Istmo. Los panameños estancados y decepcionados por las miserias causadas por el centralismo del gobierno colombiano, se levantaron en armas cuando las luchas civiles se extendieron a Panamá.

El 31 de marzo de 1900, un pequeño ejército de unos ciento cincuenta hombres comandados por el doctor Belisario Porras y el general Emiliano Herrera, invadieron el territorio panameño. Procedentes de Nicaragua, los insurgentes navegaron hasta Punta Burica (hoy distrito del Barú) donde desembarcaron.

El 4 de abril de 1900, después de varias horas de batalla en la ciudad de David, tropas conservadoras del gobierno cayeron ante los rebeldes. Los insurrectos liberales avanzaron hacia Panamá donde serían derrotados.

El 2 de marzo de 1902, el coronel Manuel Quintero Villarreal dirigió un grupo revolucionario que se enfrentó a los conservadores en San Pablo, derrotándolos.

En noviembre de 1902, se firmó la paz entre conservadores y liberales a bordo del acorazado estadounidense Wisconsin.

El 4 de noviembre de 1903, el alcalde de Horconcitos, Wenceslao Alvarez comunicó con alborozo a la población de su comunidad los sucesos separatistas ocurridos en Panamá. La noche de ese día se proclamó la independencia y le tocó así a los “coqueños” ser los primeros chiricanos en declararse a favor de la emancipación panameña de Colombia.

* ETAPA REPUBLICANA

Las condiciones precarias en las que se encontraba Panamá al nacer a la vida independiente eran en gran parte el reflejo de una herencia histórica sembrada por el centralismo español y después por el colombiano.

La economía, la educación, la salud, las infraestructuras y otras actividades y servicios eran deplorables. Según el historiador Carlos M. Gasteazoro “eran más que nada una herencia colombiana”.

De 1916 a 1949, un elemento de comunicación de vital importancia en Chiriquí fue el Ferrocarril Nacional, concebido por el estadista Belisario Porras para acelerar la explotación y comercialización de los productos agrícolas de prometedoras regiones. Esta vía férrea se extendía a través de 165 kilómetros, uniendo Pedregal, David, Potrerillos, Boquete, La Concepción, San Andrés, Progreso y Puerto Armuelles.

En los primeros años de la República, también era relevante para la comunicación, la navegación aérea. Para ello, se instalaron aeropuertos en David, Divalá (1918), Volcán, Puerto Armuelles y San Félix, desde los cuales pequeñas avionetas trasladaban productos y pasajeros, ante la falta de vías terrestres adecuadas. La Carretera Nacional también jugó su papel desde 1930 hasta 1967, cuando se inauguró la carretera Interamericana.

En los primeros años de vida existían pocos planteles de enseñanza y éstos básicamente se ubicaban en el distrito capital: la Escuela Número 1, transformada en República del Brasil (1932), Escuela de Doleguita (1915), Colegio Panamericano (1927), Escuela de Francia (1931) y la Escuela Antonio José de Sucre (1942). Existían otros centros, como las escuelas de La Concepción (1936) y Puerto Armuelles (1938). La Escuela Normal Rural de David, que abrió sus puertas en 1924, concentró a una gran cantidad de estudiantes procedentes de casi todos los distritos. Este centro se transformó en 1945 en el Colegio Félix Olivares C.

El Colegio Nuestra Señora de los Angeles, fundado en 1936 y el Primer Ciclo de La Concepción, en 1946, también jugaron un papel importante en la educación secundaria de los jóvenes chiricanos hasta mediados del siglo XX.

Después de celebrados los cien años de creación de Chiriquí, en 1949, comenzaron a surgir otras instituciones, como los primeros ciclos de Boquete (1959), Remedios (1961), Progreso (1966), Volcán (1966), Dolega (1972), Gualaca (1975) y Manaca (1982), que permitieron el acceso de un mayor número de personas a la instrucción oficial. La primera escuela de la zona indígena se estableció en 1958 en Alto Caballero.

En el ámbito universitario el caso es diferente, ya que en Chiriquí no existieron centros de esta clase hasta 1961, cuando se creó una extensión de la Universidad de Panamá (transformada en Universidad Autónoma desde 1995). Desde los años setenta, las cifras de población universitaria en Chiriquí han aumentado debido a que han ido proliferando los centros educativos superiores. En 1973 se creó la Universidad Santa María la Antigua, extensión de Chiriquí; en 1979, la Universidad Tecnológica; en 1992, surgieron la Universidad Latina y la Universidad del Istmo; en 1997, Columbus University y más recientemente, abrieron sus puertas las universidades de La Paz, UNIEDPA, UDELAS, ISAE, Cartago, de La Paz, entre otras.

Las instituciones médicas en Chiriquí se circunscribían desde principios de siglo y hasta 1934 al Hospital de la Caridad en el Barrio Bolívar, éste fue eliminado para dar paso al Hospital José Domingo de Obaldía. En la década siguiente, en 1944 específicamente, surgió la primera clínica hospital privada de la provincia, la González Ruiz, que también vino a llenar un enorme vacío en el servicio médico particular.

Desde 1962, la atención médica en el nivel provincial, ha aumentó con la creación de la Policlínica de David, la de Boquete (1964), los Hospitales Dionisio Arrocha, en Puerto Armuelles, (1972), el Rafael Hernández, en David (1974) y el de San Félix (reinaugurado en 2007). Sin embargo, todavía representan pocas instituciones sanitarias para una población en aumento.

Chiriquí ha sido la cuna de variados órganos de comunicación. Desde el siglo XIX vio nacer La Tira y La Unión (de los hermanos Calancha), EL Noticioso y Chiriquí (de Maximiliano Müller De Puy) y ya en la era republicana, circuló El Mosquito (1910), El Fumigador (1910), El Imparcial (1932), Adelante (1932), Renovación (años 40), El León (1942), Ecos del Valle (en sus versiones de 1916, 1923 y 1945) y La Razón (1946); éstas dos, las últimas publicaciones diarias que ha tenido la provincia por más de veinte años, ya que se ensayó con el diario Hoy, en los años noventa, pero sobrevivió unos cuantos meses. Desde entonces, han salido otras revistas, quincenarios y semanarios, pero de esporádica vigencia (Acontecer Chiricano, Opinión, Provincias). En 1999, sólo permanecían en el medio: el semanario educativo Culturama (1988), la revista mensual Cumbre (1994) y el quincenario El Universal (1998).

Vinculados a los medios informativos, resulta de importancia destacar el papel de la radio en Chiriquí, que hace su aparición de manera comercial con La Voz del Barú (1946) y continúa con Radio David, Ondas Chiricanas (1948) y Radio Centenario (1949). En los últimos cincuenta años la emisora con más arraigo y proyección en la vida provincial ha sido Radio Chiriquí, fundada en 1970 por Manuel Ramón Guerra. En 2000, existían veintiún estaciones de radio en Chiriquí, ubicadas tanto en David, como en La Concepción, Barú y la zona indígena (Radio Baha’í).

Chiriquí no contó en sus primeros cien años de vida provincial, con una televisora local. Fue en 1964 cuando apareció Tele Barú, Canal 10, gestada por Rubén D. Samudio, pero que tuvo una efímera vida, pues cerró en 1967. En 1960 llegó la señal de RPC Canal 4 y posteriormente, llegaron otros canales desde la ciudad de Panamá. En 1996, sin embargo, Chiriquí vuelve a tener su propia televisora al iniciar sus transmisiones TVN Chiriquí, aunque también cerró años después.

El pueblo chiricano ha tenido varios centros de recreación. El Club David, fundado en 1917, para sus eventos más elegantes; los teatros Novedades (años de 1910), Edén, Yara (años 20), Imperial (años 30 y 40), Alcázar, Cumbre en Boquete (1944), Gualaca (1946), Universal, en La Concepción y Barú; los salones del Hotel Nacional (1946), las ferias regionales Chiriquí (comenzadas, en 1938, por los Caballeros del Barú, una agrupación cívica), los hipódromos El Cabrero (1947) y La Primavera (1948) y las plazas de toro. Pocos de estos lugares permanecen y los otros han desaparecido para permitir el surgimiento de nuevas formas de entretenimiento, caracterizadas principalmente por la aplicación y el desarrollo de la tecnología que ha avanzado tanto en los últimos cincuenta años que ha moldeado una personalidad diferente a la ciudad de David y a la provincia en general.

Fuente: Culturama: http://www.semanarioculturama.com/2007/10/16/resena-historica-de-chiriqui/

Consulte además:

Historia del inicio de la bananeras en Puerto Armuelles

Puerto Armuelles, Tierra de las Arenas agosto 22, 2007

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Puerto Armuelles, Tierra de las Arenas

Puerto Armuelles es la capital política y económica del Distrito de Barú, localizado en el extremo suroccidental del Istmo de Panamá. Es la ciudad más alejada de la capital panameña con una distancia aproximada de poco más de 550 km.

Mire a Puerto Armuelles en:

1- Puerto Armuelles en OpenStreetMap (OSM)

2- Puerto Armuelles en MapQuest Open

3- Ubicación Puerto Armuelles en Panamá (Google Maps)

Puerto Armuelles visto desde un satélite

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SI UD. ES DE PUERTO ARMUELLES AGREGUE INFORMACIÓN AQUÍ: http://www.guiarte.com/destinos/centro-america/poblacion_panama_puerto-armuelles.html

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Debido a que el pueblo de Barú creció muy rápidamente, desde la llegada de sus primeros pobladores, el Presidente Juan Demóstenes Arosemena lo constituyó en una Comarca. Los primeros pobladores fueron Eliseo Serna y Pablo Castillo Araúz, quienes se dedicaron a la cría de cerdos (puercos) y otras actividades en el lugar, llamado «Rabo de Puerco» en la desembocadura del Río que también se llama Rabo de Puerco. El 27 de febrero de 1924 se le cambió el nombre por Puerto Armuelles. El primer Alcalde de Barú fue Teodicio Rodríguez y el Capitán del Puerto, Fidel Hernández.

El nombre Puerto Armuelles proviene del apellido del Coronel Tomás Armuelles, veterano de la Guerra de Coto que pereció el día 18 de marzo de 1921 en un accidente ferroviario en el Puerto de Pedregal en David y en su honor se cambió el nombre de Rabo de Puerco por el de Puerto Armuelles.

Puerto Armuelles, Av. del Malecón

Es conocida como tierra de las arenas debido a que la mayor parte del área urbana donde se edificó la ciudad y las barriadas de la United Fruit Company está compuesta de suelo totalmente arenoso. Algunas barriadas como Barriada El Carmen (antiguo Silver City) eran comunidades con suelo evidentemente arenosos de origen marino. De hecho el nombre silver city, no sólo tuvo una connotación social, sino que se debió a la textura del terreno donde fue asentada.

Técnicamente la ciudad (sitio urbano como tal) de Puerto Armuelles (no el corregimiento que es mucho más extenso) se extiende desde el Río San Bartolo al este hasta el Río Corotú en el oeste, al sur el Oceáno Pacífico y al norte limita con el territorio construido de Agua Buena, Monteverde y Altos de San Vicente.

Silve City, Barriada El Carmen calle principal

Antiguamente Silver City. Hoy Barriada El Carmen, calle principal.

Como su nombre lo indica, Puerto Armuelles es una región de puertos. En la actualidad tiene 4 puertos de gran calado para el arribo de barcos. El muelle fiscal, ubicado en el Barrio Nacional en el centro de la ciudad y a orillas del Golfo de Chiriquí fue uno de los principales sitios de exportación de bananos durante varias décadas hastas finales de los noventa (1990). Poco a poco a caido en desuso y el abandono, típico de administraciones corruptas e incapaces, que nos les importa con que patrimonio de esta naturaleza e importancia se pierda.

Puerto Armuelles malecón

Vista de la playa al lado del muelle fiscal de Puerto Armuelles y el malecón.

Puerto Armuelles, Silver City, El Carmen

Barrio Nacional en el Centro de Puerto Armuelles.

La década de 1970, 1980 fueron las épocas de oro de la exportación de bananos desde desde este puerto hacia puertos europeos. En la actualidad sólo barcos de pesca cargan combustible y se aprovisionan en este muelle.

Los otros tres muelles, corresponden a un juego de muelles que conforman las instalaciones de Petroterminales de Panamá (PTP) que están ubicados en la famosa Bahía denominada Bahía de Charco Azul, que consiste en una fosa marina de varios cientos de metros de profundidad, ya que en todo el sector periférico de la Península de Burica casi no existe plataforma marina continental. Estos muelles en la actualidad son funcionales, pero están operando a baja capacidad en comparación la década de 1980 y principios de 1990, cuando, luego del desastroso derrame de petróleo del barco petrolero Exxon Valdés, el negocio de la PTP decayó enormemente. También influyó el hecho que EEUU dejara de utilizar las reservas de petróleo de Alaska hasta un segundo momento de necesidad.

La ciudad cosmopolita en el último rincón del país

Puerto Armuelles es el centro urbano más distante de la ciudad de Panamá, capital de República. Está localizado a 500 km de distancia, sin embargo es hoy por hoy, así como lo fue en el pasado, el lugar de país más cosmopolita y con comportamiento social urbano similar a un residente de la capital. En las áreas rurales por su parte, existe una población campesina con hábitos sociales, similares con el resto de la provincia de Chiriquí.

Ese aspecto cosmopolita se consolidó por la gran afluencia de marineros de todas partes de mundo, por la economía estilo norteamericano, por la cercanía de la frontera con Costa Rica y por la gran distancia de la ciudad capital.

Clases sociales o castas asociados a la actividad bananera

La United Fruit Company, conocida en sus mejores momentos, como «Mamita Yunai» diseño un sistema de escala social en la actividad bananera que explotaba, basado en las responsabilidades e ingresos de sus trabajadores. Así se construyeron barriadas con nombres similares a Estados Unidos como la barriada California, Los Angeles, San José, Spanish Town, entre otras. Por ejemplo, la barriada Los Ángeles y San José fueron diseñadas para empleados administrativos de características urbanas, oficinistas y afines. También para trabajadores calificados de los talleres de electricidad, telefónica, ebanistería y mecánica. También se creó la Barriada Fábrica de Cajas, que era para los obreros que laboraban en la fábrica de cajas que utilizaba la compañía.

La barriada Spanish Town fue construida para jefes de niveles medios en diferentes infraestructuras y actividades de la empresa, tales como jefes de muelles, de locomotoras, talleres y actividades afines.

La mejor barriada de Puerto Armuelles se le llamó La Zona, hoy conocida como Barriada Las Palmas, ya que era un emporio similar en arquitectura y urbanismo a la antigua zona del Canal. Se trataba de la barriada donde vivía la gente «rica» y poderosa de Puerto Armuelles. Se trataba de lo jefes y ejecutivos de más alto rango de la empresa: Gerente General, Subgerente, Superintendentes y cargos afines. Ellos vivían en un mundo de privilegios y comodidades realmente envidiables. Eran casas enormes de dos pisos, garages, espaciosas áreas verdes con jardineros, mozos pagados por la empresa y empleadas de oficio, usualmente pagadas por ellos mismos. Tenían una escuela primaria y secundaria con calendario de clases norteamericano, más club social de lujo, canchas de golf, de golfito, de beisbol.

En la década de 1980 la carencia de casas hizo crisis y comenzaron a proliferar las comunidades de precaristas en antiguos sitios ocupados por la United Fruit Company, tal es el caso de la Barriada El Retorno, que se asentó en un antiguo vertedero de basura; Flor de Lima y Corazón de Jesús en antiguas fincas de propietarios privados.

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Charco Azul